miércoles, 24 de marzo de 2021

QUÉ VA A PENSAR LA GENTE SI ME SEPARO (2do mandato social)


Veamos algunos de los mandatos sociales que nos impiden resolver satisfactoriamente nuestra vida afectiva y ponerle límites al amor enfermo.

Primer mandato social: "La separación es un fracaso"

Segundo mandato social: "Qué va a pensar la gente si me separo"

Una mujer que se separó hace poco me decía: "No entiendo a la gente... Antes tenía fama de idiota porque aceptaba que mi marido tuviera otras mujeres, pero ahora que lo mandé a la porra y salgo con otros hombres, me critican porque dicen que me comporto como una puta".

Conclusión: hagas lo que hagas, la mitad de las personas te va a criticar.

La necesidad de aprobación es una enfermedad que requiere ayuda profesional, y se define como la creencia de que debo ser aprobado y amado por todas las personas significativas de mi comunidad. Es la aprobación como exigencia y no como preferencia. Es agradable recibir refuerzos, pero si se convierte en una necesidad imprescindible, ya estamos en la adicción interpersonal: El pensamiento que impulsa a actuar a estas personas es: "Debo agradar a los demás a cualquier costo".

Si te importa demasiado la opinión de la gente, la buena noticia es que los separados pasan de moda muy rápido. Al cabo de uno o dos meses otra persona ocupará el centro del chisme y tú serás historia. ¿Por qué le das tanta importancia a la opinión de los demás? La gente que te critica no te ayudará a mudarte, a criar los hijos, a conseguir el dinero para pagar el alquiler, es decir, no te servirán de soporte en ningún sentido cuando te sientas mal. Entonces, ¿para qué tenerlos en cuenta? Una paciente afirmaba que su mayor preocupación cuando el marido le gritaba, la insultaba y rompía cosas era lo que iban a pensar los vecinos. Por eso, la estrategia de la atribulada señora consistía en apaciguar al enfurecido hombre dándole gusto o la razón, así no la tuviera. Buda decía en una de sus parábolas que si alguien te clava una flecha, sería absurdo preguntarte mientras estás sangrando a borbotones cuál fue el ángulo de entrada de la misma, la casta del guerrero que te disparó o de qué material está confeccionada el arma: ¡lo importante es que te estas muriendo! Confundir lo urgente con lo importante es un error típico en el que caen las personas que son víctimas de este mandato social.

La preocupación: "Qué van pensar de mí" crea una personalidad encapsulada, con un marcado bloqueo a cualquier forma de espontaneidad. Un paciente hombre perdía su erección porque su mujer gritaba mucho durante el acto sexual, lo cual, según él, alertaba a los vecinos.

Para que el hombre I pudiera funcionar, la mujer tuvo que reemplazar sus quejidos por susurros.

Pregunto nuevamente: ¿por qué es tan importante lo que |; piensa la gente durante un proceso de separación o discusión? ¿Acaso los demás tienen algún tipo de sabiduría de la cual te podrías ver beneficiada o beneficiado? Si estás pendiente de la aprobación de los demás para tomar decisiones, no podrás ponerle límites al amor, porque la gente es especialmente dura con los que se liberan del yugo de un amor enfermizo; no sé si es envidia o moralismo, pero en casi todas partes suele ser así. No necesitas del visto bueno del público para ser feliz.

Al que no le guste, que no mire o que se tape los oídos.



Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

martes, 23 de marzo de 2021

TUS SENTIMIENTOS SON LOS QUE TÚ QUIERAS QUE SEAN


 

NO CAMBIES


Durante años fui un neurótico. Era un ser angustiado, deprimido y egoísta. Y todo el mundo insistía en decirme que cambiara. Y no dejaban de recordarme lo neurótico que yo era.

Y yo me ofendía, aunque estaba de acuerdo con ellos, y deseaba cambiar, pero no acababa de conseguirlo por mucho que lo intentara.

Lo peor era que mi mejor amigo tampoco dejaba de recordarme lo neurótico que yo estaba. Y también insistía en la necesidad de que yo cambiara.

Y también con él estaba de acuerdo, y no podía sentirme ofendido con él. De manera que me sentía impotente y como atrapado.

Pero un día me dijo: «No cambies. Sigue siendo tal como eres. En realidad no importa que cambies o dejes de cambiar. Yo te quiero tal como eres y no puedo dejar de quererte».

Aquellas palabras sonaron en mis oídos como música: «No cambies. No cambies. No cambies... Te quiero...».

Entonces me tranquilicé. Y me sentí vivo. Y, ¡Oh, maravilla!, cambié.

Ahora sé que en realidad no podía cambiar hasta encontrar a alguien que me quisiera, prescindiendo de que cambiara o dejara de cambiar.

¿Es así como Tú me quieres, Dios mío?




Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

lunes, 22 de marzo de 2021

ANTES Y DESPUÉS DEL ZEN


 

COMPARTIR LA MESA


 

CONSEJOS DE UN PADREA AL HIJO ANTES DE CASARSE


Oí hablar a un padre que le estaba dando consejos a su hijo. El padre, un notorio don juan en su juventud, discutía con su hijo el inminente matrimonio de éste:

- ‘Hijo. sólo tengo dos consejos para darte: insiste en tu derecho a salir con tus amigos una noche por semana’.

El padre hizo una pausa. El hijo le preguntó cuál era el segundo consejo. El padre le dijo:

-No la derroches con tus amigos!


FUENTE: OSHO: ‘El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos’, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 280

sábado, 20 de marzo de 2021

TÚ Y SÓLO TÚ DECIDE EL SIGNIFICADO


 

LA SEPARACIÓN ES UN FRACASO (1er mandato social)


CAPÍTULO 5
Pensamientos conformistas frente a los mandatos sociales.

Nadie duda de que el aprendizaje de las normas sociales es importante para el desarrollo integral de los individuos y por ende de la cultura misma. Sin embargo, algunas pautas sociales, como por ejemplo las relacionadas con el amor de pareja idealizado, pueden resultar contraproducentes si se toman muy a pecho y se ignoran las excepciones a la regla.

Si el mandato social no reconoce salvedades, se convierte en un imperativo insalvable o en totalitarismo moral. La palabra clave para flexibilizar los mandatos sobre el amor y la pareja es: depende. ¿Hay que luchar por el matrimonio? Depende; si la relación afecta mis principios, no. ¿La separación es sinónimo de fracaso? Depende; a veces es liberación o una suerte. ¿Hasta que la muerte nos separe? Depende; si todo va bien y no se vulneran mis derechos.

Esto no implica asumir una actitud negativa y generalizada frente a todos los preceptos sociales, más bien lo que sugiero es asumir una actitud crítica frente a ciertas exigencias y no tragar entero. Hay cuestiones personales, profundamente idiosincrásicas, que solamente uno puede elucidar. El conformismo o la adecuación ciega a los cánones culturales se llama "normatividad": la creencia de que las normas deben ser respetadas y acatadas a como dé lugar, no importa su grado de irracionalidad o de desajuste con la realidad. El apego irrestricto a las reglas y el miedo a salirse de ellas hace que la capacidad de exploración se vea prácticamente reducida. La gente normativa o conformista no es capaz de tomar decisiones por sí misma y tiene dificultades para ensayar comportamientos nuevos que no estén autorizados por las "buenas costumbres".

Algunos imperativos sociales sobre el amor y el matrimonio, así como ciertas normas de urbanidad afectiva, parecen estar diseñados por fanáticos de la insensibilidad y el auto-castigo. Por ejemplo, se exalta la estabilidad afectiva como un valor que se debe emular, así sea aguante o simple resistencia, mientras que el placer y la felicidad son vistos como sospechosos de laxitud y falta de autocontrol. Estoicismo amoroso, deberes más que derechos: "Nunca seas un desertor del amor", pero sí un suicida amoroso.

Veamos algunos de los mandatos sociales que nos impiden resolver satisfactoriamente nuestra vida afectiva y ponerle límites al amor enfermo.

Primer mandato social: "La separación es un fracaso"

Es obvio que el paso de la ilusión a la desilusión afectiva impacte negativamente a quien ha decidido entregarse en cuerpo y alma a su consorte. Sin embargo, creo que debemos matizar la cuestión con una buena cantidad de realismo, así los casamenteros se molesten. Algunas separaciones son liberadoras y otras, traumáticas; algunas son dolorosas y otras, placenteras.

Cuando me separé, después de quince años de -casado, muchos de mis pacientes no volvieron a las citas porque consideraban que yo había "fracasado en mi matrimonio".

Por el contrario, yo veía mi separación como un logro y una segunda oportunidad que la vida me ofrecía. Me había dado cuenta a tiempo, y ella también, de que debíamos seguir nuestros propios caminos. Una buena separación es siempre mejor y más saludable que un mal matrimonio, no solamente para la pareja sino también para los hijos. Como sea, la mayoría de la gente se acercaba a mí con actitud de pésame y demostrándome sentimientos de consideración por la pérdida. Muy pocos me dijeron: "Si ha sido por el bien de todos, mejor".

Ana María era una mujer de 52 años que llegó a mi consulta debido a una depresión moderada. Rápidamente se refirió al motivo de su cita:

Paciente: Mi hija se separó y estoy muy triste. Apenas duraron un año y medio de casados... Ha sido muy difícil para mí superar esto...

Terapeuta: ¿Cómo se encuentra anímicamente su hija?

Paciente: Yo la veo muy bien, a veces está demasiado contenta, cambió su vestimenta y dice que va a estudiar de nuevo. Eso es lo que me impresiona... No le importó...

Terapeuta: ¿Cómo era su ex yerno?

Paciente: Debo reconocer que no fue un buen marido, ella terminó haciéndose cargo de lo económico porque a él no le gusta trabajar. Además, no la trataba bien.

Terapeuta: A ver si entiendo: su hija se separó de un hombre que dejaba mucho qué desear como esposo y ahora es libre para reiniciar su vida y está contenta de encarar una nueva realidad. ¿Por qué está usted triste entonces? ¿No debería compartir la felicidad de su hija? Paciente: ¡Pero se separó! Más bien, debió haber pensado mejor antes de casarse...

Terapeuta: ¿Usted es muy religiosa?

Paciente: Un poco, aunque no soy una beata, si a eso se refiere. Pero ella fracasó en su matrimonio y no parece estar consciente de ello.

Terapeuta: Bueno, pero está "triunfando" en la vida, ¿no le parece? Hay mujeres que se demoran años en descubrir que pueden empezar de nuevo y otras que son incapaces de alejarse de un marido que las maltrata. Si las cosas son como usted dice, su hija es muy afortunada.

Paciente: ¿Me va a decir ahora que la separación es un motivo de festejo?

Terapeuta: Estar feliz y sentirse bien sí es motivo de festejo.

Paciente: Pero la gente... Los hombres que se le acerquen ahora sabrán que es separada... Su imagen como profesional... Ella debió haber esperado un tiempo...

Ana María no pensaba en su hija, sino en ella misma.

Tenía un mandato grabado a fuego en su base de datos: El matrimonio es bueno, la separación es mala. Estaba tan obsesionada por las consecuencias sociales, que su mente no alcanzaba a captar el bienestar que la separación había producido en su hija.

Mientras respetes a los demás, tienes el derecho de cuestionar los mandatos. Mijail Bakunin afirmaba que ser personalmente libre "significa no reconocer ninguna verdad que no haya sido aceptada por la propia conciencia".

Insisto: no sostengo que haya que pasarse los semáforos en rojo porque "eso me dicta la conciencia". Lo que sugiero es crear la mayor resistencia posible ante cualquier intento de lavado cerebral y defender la posibilidad de ser feliz como una opción válida; ésa es la condición ineludible de la dignidad humana.


Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet

viernes, 19 de marzo de 2021

CONSCIENCIAS CONTRAIDAS


 

EN LA IGLESIA


Ocurrió una vez en una iglesia que el predicador gritó en la ceremonia: ‘Que se paren todos los maridos que tienen preocupaciones en la mente!’

Todos los hombres en la iglesia se pararon excepto uno.

-Ah -exclamó el predicador-. Tú eres único!

-No es eso. No me puedo parar -dijo el hombre-. Soy paralítico.



FUENTE: OSHO: ‘El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos’, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 276
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