lunes, 15 de marzo de 2021

SOBRE LAS TENDENCIAS MENTALES


 

COMPARACIÓN Y POSESIÓN


OTRO PODER DE LA MENTE es el de vivir la experiencia y clasificarla, 
ubicándola en la categoría correcta. Lo que puede verse, clasificarse y categorizarse está dentro del reino de la mente. Algunas cosas son feas, otras hermosas; algunas cosas son buenas, otras malas..., pero tú no eres nada de eso. No puede ver quién eres. Sin embargo, puedes experimentarlo directamente, y siempre estás haciéndolo.

Como estamos enamorados de esta función clasificadora de la mente, pasamos por alto esta experiencia continua de lo que no puede ser visto y que es exactamente igual en todos, independientemente del género, de la raza, de la cultura, de la clase, del sistema nervioso, del intelecto o de la sofisticación. Está más cerca que cualquier concepto de iluminación o cualquier concepto de ignorancia.

Si dejas de alimentar por un momento la tendencia de la mente a comparar y a polarizarse, sobrevendrá la risa. ¡Qué su-gerente risa! «Tenía pelo y estaba intentando ser calvo. Tenía los ojos marrones y quería tenerlos azules. Era occidental y creía que debía ser oriental. Era mujer y creía que tenía que ser hombre.» Esto no son más que ejemplos burdos. La cosa llega a ser muy, muy sutil. En la práctica mental de clasificar, comparar y polarizar, pasamos por alto trágicamente la igualdad del yo uno. Los poderes mentales se enfocan principalmente en poseer.

Aprender es poseer conocimiento mental. El aprendizaje es un proceso imponente y maravilloso que exige activar la función poseyente de la mente. Este poder produce las grandes obras de arte, los grandes descubrimientos científicos y la capacidad de diseñar y construir una casa, una prenda de ropa o una comida. Pero lo que la mente no puede alcanzar, lo que no puede poseer, es la fuente de su propio poder.

Una vez que la atención de la vida individual da un giro misterioso y sagrado hacia su fuente, hacia la reunión con Dios, el reino de la mente no sirve de nada. Como estamos tan enamorados de los poderes mentales, es posible que tardemos muchas vidas en descubrir esta verdad. No queremos creer que hay lugares donde nuestras mentes no pueden ir. Ni siquiera queremos oír que para llegar a la verdad absoluta de nuestra existencia es posible que tengamos que abandonarlo todo.

No podemos poseer la verdad; eso sería una idea mental. Pero la verdad puede reivindicar su posesión, que somos nosotros, cada alma, cada ser.

Cuando hablo de «detener» o de «acabar la búsqueda», simplemente apunto a nuestra tendencia habitual de intentar conseguir algo, que es lo que hemos aprendido a hacer mediante las herramientas mentales, los poderes del pensamiento, la proyección, la imaginación, la discriminación o el ocultamiento. Pero, en un instante de simple ser —sin ser nadie, sin ser nada, sin hacer las cosas bien, sin perder, sin nombrar y sin conocer—, el despertar está presente. Lo cierto es que cada persona tiene momentos así cada día, pero los pasamos por alto porque estamos encantados con los poderes mentales. La mente no está presente en ninguno de estos momentos puros y perfectos. Pero a continuación vuelve a surgir, y seguimos adelante con nuestro trabajo, con nuestras definiciones, y con nuestras ideas de quién nos ha hecho mal, de lo que necesitamos o de lo que tenemos que conocer.

Para lograr la verdadera libertad, tenemos que abandonar el encantamiento mental, y para poder cortar con la mente, antes tenemos que verla. Cada uno de nosotros necesita investigar y después decir la verdad. Al decir la verdad, exponemos y amansamos la mente. Si mentimos, la mente sigue en el poder. Cuando amansamos la mente, se revela una gran felicidad.

Entonces las capacidades intelectuales y creativas de cada individuo, las experiencias de vida individuales, pueden usarse gozosamente al servicio de la verdad.

La invitación a descubrir el amor, la verdad, la iluminación, la libertad o a ti mismo revela la verdad despiadada de que la mente no puede dártelos.

Todo lo que es verdaderamente puro y libre es incognoscible. Aquí es donde la mente se torna humilde. Esta es la comprensión básica que la mente puede entender. Este es el tránsito mental hacia la rendición. Como has llegado a saber muchas cosas, tienes la esperanza de que si trabajas duro, tendrás éxito. Pero la realización de la verdadera libertad es lo opuesto de trabajar duro mentalmente. Necesitas perseverancia para renunciar a la esperanza de que la mente pueda darte la libertad; renuncia a la esperanza de que la mente pueda darte el corazón, que es amor; renuncia a la esperanza de que la mente pueda darte la iluminación, que es verdad.

En ese reconocimiento, la rendición puede llegar de manera natural.



Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

domingo, 14 de marzo de 2021

TAL CUAL ES


 

VESTIMENTAS LITÚRGICAS


Octubre de 1917: Ha nacido la Revolución Rusa. La historia humana ha adquirido una nueva dimensión.

Dice la historia que aquel mismo mes se reunió en asamblea la Iglesia Ortodoxa Rusa y que tuvo lugar un apasionado debate acerca del color del sobrepelliz que había que usar en las funciones litúrgicas. Algunos insistieron vehementemente en que debería ser blanco, mientras que otros defendían, con la misma vehemencia, que debería ser morado.

Nerón tocaba la lira mientras ardía Roma.

Luchar a brazo partido con una revolución es infinitamente más molesto que organizar una preciosa liturgia. Preferiría recitar mis oraciones antes que mezclarme en reyertas de vecindario.



Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

jueves, 11 de marzo de 2021

EL YO INTERIOR IMAGINARIO


 

EXHIBICIÓN


Cuando uno de los discípulos anunció su propósito de enseñar a otros la Verdad, el Maestro le 
propuso una prueba: Pronuncia un discurso en mi presencia para que yo pueda juzgar si estas preparado. El discurso fue realmente inspirado, y al acabar se acercó un mendigo al orador, que se puso en pie y regaló su capa al mendigo para edificación de la asamblea. Más tarde le dijo el Maestro: Tus palabras estuvieron llenas de unción, hijo mío, pero aún no estás preparado. ¿Por qué?, preguntó desilusionado el discípulo. Por dos razones: porque no has dado al mendigo la oportunidad de expresar sus necesidades y porque no has superado el deseo de impresionar a los demás con tu virtud.



Anthony de Mello
Fotografía tomada del internet

miércoles, 10 de marzo de 2021

SOÑARES


Al fin de sus días, la abuela Raquel estaba ciega. Pero en el sueño de Helena, la abuela veía.

En el sueño, la abuela no tenía un montón de años, ni era un puñado de cansados huesitos: ella era nueva, era una niña de cuatro años que estaba culminando la travesía de la mar desde la remota Besarabia, era una inmigrante entre muchos inmigrantes. La abuela pedía a Helena que la alzara, en la cubierta del barco, porque el barco estaba llegando y ella quería ver el puerto de Buenos Aires. Y en brazos de Helena, veía.

Y después la abuela le decía que quería ver a sus queridos de toda la vida, y Helena se la llevaba volando y la abuela los veía, uno por uno veía a los bienamados:

—¡Tanto tiempo sin verte! —gritaba la abuela, en plena volandería.

Y después de tanto ver, la abuela quiso verse:

—Quiero verme —pidió—. Quiero verme como yo era antes. Y en el sueño de Helena, Helena quiso, pero no pudo.



Tomado de:
Cuentos de Galeano en la Jornada
Eduardo Galeano
Fotografía de internet

LIBERAR LA CARCAJADA


 

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