domingo, 5 de julio de 2020

LIBRETA BREVE


Hay tres clases de falsedades: las mentiras, las mentiras infames y las estadísticas.

Mark Twain


Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet

sábado, 4 de julio de 2020

EL JUICIO DE LA MENTE



SAL Y ALGODÓN EN EL RÍO


Llevaba Nasruddin una carga de sal al mercado.. Su asno tuvo que vadear un río y la sal se disolvió. 

Al alcanzar la otra orilla, el animal se puso a corretear, contentísimo de haber visto aligerada su carga. 

Pero Nasruddin estaba enfadado de veras. Al siguiente día en que había mercado Nasruddin cubrió los sacos con abundante algodón. Al cruzar el río, el asno casi se ahoga por culpa del exceso de peso. «¡Tranquilízate!», dijo alborozado Nasruddin. «¡Esto te enseñará que no siempre que cruces el río vas a ganar tú!». 

Dos hombres se aventuraron en la religión. Uno de ellos salió vivificado. El otro se ahogó.





Del libro:
Anthony de Mello 
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

viernes, 3 de julio de 2020

DOS PERSONAS SOLITARIAS


HISTORIA DE LOCO


Entró alguien un día en una casa, con la cara descompuesta y los ojos huraños, para pedir asilo. El dueño de la casa le dijo: 

«¿Qué sucede? ¿Qué pretendes huyendo? Tu cara está pálida y todo tu cuerpo tiembla». 

El hombre respondió: 

«Para divertir al sultán, capturan a todos los asnos que vagan por las afueras. 

—Si son asnos lo que se captura, ¿en qué te afecta eso? ¡Tú no eres un asno que yo sepa! 

—¡Practican esta caza con tal celo y falta de discriminación, que no me extrañaría que me tomasen por un asno! ¡Su ardor es tal que no distinguirán!». 

Si los subalternos no saben distinguir, atrapan al caballero en lugar de la montura. Afortunadamente, el sultán de nuestro país, no tiene tan inútiles preocupaciones. Y sabe distinguir lo derecho de lo torcido. 

¡Sé un hombre para no caer bajo los golpes de los cazadores de asnos! ¡Tú no eres un asno! No temas nada. ¡Tú eres el Jesús de este tiempo! El cuarto cielo está lleno de tu luz. ¿Cómo podría ser tu destino ir a parar a una cuadra?



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

jueves, 2 de julio de 2020

TAN AUTÉNTICAMENTE FELIZ


LA UNIDAD DEL MOVIMIENTO Y DE LA INMOVILIDAD


Siendo todavía joven, el Maestro chan Yin Feng estaba muy versado en muchas de las grandes enseñanzas budistas, ya que su instructor había sido el famoso Maestro Ma Tsu. 

Un día, cuando empujaba el carro, Yin Feng fue obligado a detenerse por su Maestro, que estaba sentado en el camino atravesándolo con la pierna estirada. Yin Feng le pidió que retirase la pierna para que pudiera pasar el carro. En lugar de hacerlo, Ma Tsu estiró todo su cuerpo a lo largo del camino diciendo:

-Sólo puedo estirarme, nunca encogerme. 

Yin Feng tampoco quería dar su brazo a torcer, así que dijo: 

-En lo que a mí respecta, sólo puedo avanzar pero nunca retroceder. 

Diciendo esto, empujó su carro por encima de la barrera que formaba Ma Tsu y le hirió gravemente el pie. 

En cuanto el Maestro herido alcanzó el monasterio, tomó un hacha y gritó: 

-¿Quién ha sido el idiota que me ha herido en el camino? ¡Que salga! 

Yin Feng apareció ante el Maestro y puso su cuello bajo el hacha. El resultado fue que Ma Tsu bajó el hacha. 

Comentario: Cuando en la vida cotidiana la gente dice que cierto objeto está en movimiento y otro está inmovil, se debe a la acción de su propia mente. En realidad, todos los fenómenos son creados por nuestra mente, pero los fenómenos en sí no distinguen entre estar en movimiento o estar inmóviles. El chan enseña a las personas a limpiar de su mente cualquier concepto opuesto para obtener la armonía perfecta y la Iluminación. El dicho «sólo puedo estirarme, nunca encogerme» significa «siempre estoy inmóvil y nunca en movimiento». 

Para equilibrar esto, Yin Feng expresó su concepción opuesta: «Estoy en movimiento y nunca inmóvil.» A primera vista las cosas son así. Pero en realidad el Maestro, a costa de su propio pie, probó a su discípulo para ver si era capaz de saltar por encima de la doctrina del movimiento y de la inmovilidad, actuando espontáneamente por sí mismo. Éste necesitó pasar y lo hizo sin respetar al célebre Maestro. Quienes buscan la Verdad con su mente no necesitan modelos ni ídolos. 


Extracto tomado del libro:
100 Koans del budismo Chan
Alexander Holstein
Imágenes tomadas del Internet

miércoles, 1 de julio de 2020

NO ESPERES QUE NADIE LLAME A TU PUERTA



SUBSISTENCIA


Un hombre piadoso había oído a alguien referir estas palabras del profeta: 

«La subsistencia del alma viene a vosotros de parte de Dios. Lo queráis o no, acaba por encontraros, pues está enamorada de vosotros». 

Decidido a experimentar la cosa, nuestro hombre trepó a las montañas y, allí, se dijo: 

«Veamos si mi subsistencia viene a buscarme aquí, a este lugar aislado». 

Y, con esto, se durmió. Pues bien, una caravana que se había extraviado, vino a pasar por aquel lugar. Al ver a un hombre dormido así en pleno desierto, los viajeros se dijeron: 

«¿Qué hace este hombre en plena montaña, lejos de la ciudad y fuera de cualquier camino? ¿Está muerto o vivo? ¿No tiene nada que temer de los animales salvajes?». 

Se pusieron a sacudirlo, pero él, deseoso de llevar la experiencia hasta su término, nada decía. Permanecía como inerte, con los ojos cerrados. Los viajeros se dijeron: 

«¡Pobre hombre! ¡Está casi muerto de hambre!». 

Y trajeron pan y alimento. Preocupado por su experiencia, el hombre se mantuvo quieto y no separó los dientes. La gente, entonces, redobló su piedad por él: 

«¡Dios mío! ¡Va a morir, eso es seguro! Vamos a buscar un cuchillo». 

Le introdujeron un cuchillo entre los dientes y consiguieron así separar sus mandíbulas. Le hicieron tragar de este modo un tazón de sopa y unos trozos de pan. 

El hombre se dijo entonces: 

«¡Ya está! ¡Has comprendido el secreto!». 

Y su corazón se decía: 

«Es Dios quien procura la subsistencia del cuerpo y del alma. Que esto te sirva de prueba. Esta subsistencia viene al encuentro de los que pacientemente la esperan». 




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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