sábado, 27 de junio de 2020
LAS FLORES
IV FLORES
El título de este capítulo representa las cosas del mundo que podemos perseguir despreocupadamente como vanidades incluso mientras nos acechan el tiempo y la muerte, o que podemos conscientemente utilizar constructivamente para embellecer el mundo
si nos damos cuenta de su valor. Mejor incluso que el color y la fragancia mundanas, nos dicen los aforismos, es la bondad de carácter por la cual podemos convertirnos, tal como suele decirse, en un loto exquisito que crece a partir de un montón de polvo.
1. ¿Quién conquistará la tierra
y este mundo de muerte con sus
dioses? ¿Quién reunirá palabras
acertadas llenas de verdad como el
experto que recolecta flores?
2. Será el estudioso el que
conquistará esta tierra y el mundo
de la muerte con sus dioses. Será
el estudioso el que reúna palabras
acertadas llenas de verdad como el
experto recolecta flores.
En este contexto, «estudioso» no indica la sabiduría académica sino la sinceridad y la diligencia en el estudio de lo que es verdadero.
4. La muerte se lleva al
absorto en recoger flores como la
inundación arrasa un pueblo
dormido.
5. La muerte sobrepasa al
absorto en recoger flores antes de
que haya cumplido su objetivo.
Aquí, «recoger flores» significa dedicarse a los objetos de deseo hasta el punto de despreocuparse de la naturaleza objetiva del deseo.
6. Así como la abeja toma el
néctar y se marcha sin dañar el
color o el aroma de las flores, as¡
debería actuar el sabio en un
pueblo.
Esta popular imagen budista se refiere a la vida en el mundo sin obsesiones, sin deformarlo a la fuerza por las actitudes y las conductas agresivas y codiciosas.
7. No mires las faltas de los
demás o lo que los demás han
hecho o dejado de hacer; observa
lo que tú has hecho y has dejado
de hacer.
Dahui, el famoso maestro zen, solía recomendar un proverbio equivalente a éste como medio de llegar al despertar: «No montes el caballo de los demás, no dispares el arco de los demás, no te metas en los asuntos de los demás.»
8. Como bella flor plena de
color pero carente de fragancia, ni
siquiera las palabras bien dichas
dan fruto en aquel que no las pone
en práctica.
9. Como bella flor plena de
color y también fragante, las
palabras bien dichas dan fruto en
aquel que las pone en práctica. 10.
Así como se pueden hacer muchos
tipos de guirnaldas a partir de un
montón de flores, también puede
hacer mucho bien un ser mortal.
Baste con esto para calificar el cliché popular de que el budismo es pesimista, negativo y negador del mundo. El tercer patriarca chino zen escribió: «No desprecies los seis sentidos porque los seis sentidos no son malos; al fin y al cabo, son lo mismo que el auténtico despertar.»
11. El aroma de las flores no
avanza contra el viento; ni el
sándalo ni el áloe**, ni el jazmín.
Pero el aroma del virtuoso sí avanza
contra el viento; la fragancia de su
rectitud perfuma en todas
direcciones.
12. El sándalo, el áloe, el loto
azul, el jazmín de flor grande:
hasta en medio de cosas tan
fragantes la fragancia de la
conducta virtuosa es la mejor de
todas.
13. La fragancia del áloe y del
sándalo es leve; la fragancia de la
gente virtuosa es intensa y llega
incluso hasta los dioses.
La visionaria escritura budista llamada Avatamsaka-sutra está repleta de imágenes de fragancias que simbolizan el «perfume» de la moralidad y de la bondad de carácter.
14. La afección maligna no
tiene cómo acometer a aquellos
que han perfeccionado la conducta
virtuosa, que viven vigilantes y
que se han liberado por medio del
conocimiento auténtico.
** Se trata de la madera del árbol indio Aquilaria agallocha, de carácter resinoso, que se quema para perfumar el ambiente. (N. del T.)
A propósito de la «liberación por medio del conocimiento auténtico» dijo Linji, el maestro zen clásico: «Los que estudian el budismo deberían buscar de momento la percepción y la comprensión verdaderamente auténticas. Si se consiguen la percepción y la comprensión verdaderamente auténticas, entonces el nacimiento y la muerte no nos
afectan; se es libre de marcharse o de quedarse.» Y también: «Es sumamente urgente que busquéis la percepción y la comprensión verdaderamente auténticas, de manera que podáis ser libres en el mundo y que no os confundan los espiritualistas vulgares.»
15-16. Así como el loto
fragante y delicioso crece de un
montón de polvo en el camino, así
en medio de los mortales ciegos,
que tanto se parecen al polvo,
brillan los discípulos de la
auténtica iluminación.
Para describir el viaje mayor se utiliza una imagen similar a ésta de «estar en el mundo pero no ser del mundo»; en ese viaje se «reinvierten» continuamente la liberación y la iluminación individuales en el mundo en beneficio de la gente del mundo.
Extracto del libro:
Dhammapada Buda
Imágenes tomadas de Internet
viernes, 26 de junio de 2020
12. EL LENGUAJE
Es muy posible que el lenguaje sea el origen del egocentrismo porque todo lo convierte en cosa con el nombre. La palabra limita la cosa y sólo quedan posibilidades de asociación y combinación. Hemos perdido áreas cerebrales muy extensas como el olfato para ser sustituidas por estaciones de contacto, asociación, distribución de conceptos propietarios de emociones, experiencias, imágenes, sonidos…
Hay mucho contenido común en las diversas culturas resultado de intercambios durante cincuenta mil años de migraciones por hambre, cambios de clima, guerras, comercio, conquista, plagas, invasiones masivas intercontinentales…etc. La especie comienza en África y sucesivas excursiones la conducen a la India, Asia y Europa. Los idiomas europeos son indoeuropeos y el griego tiene relación con los pueblos antiguos de oriente medio como los Hititas. Por China y Rusia, a las Américas.
Las lenguas y razas son producto del mestizaje y la adaptación.
Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet
jueves, 25 de junio de 2020
EL MONO QUE SALVO A UN PEZ
«¿Qué demonios estás haciendo?», le pregunté al mono cuando le vi sacar un pez del agua y colocarlo en la rama de un árbol.
«Estoy salvándole de perecer ahogado», me respondió.
Lo que para uno es comida, es veneno para otro. El sol, que permite ver al águila, ciega al búho.
Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
miércoles, 24 de junio de 2020
UNA REVOLUCIÓN DE COMPASIÓN
Todos portamos con nosotros un miedo original. Pero el miedo no afecta tan solo al individuo, sino que también son muchos los países y regiones del mundo que se debaten entre las llamas del miedo, el sufrimiento y el odio. Aunque solo sea para apaciguar nuestro sufrimiento, tenemos que volver a nosotros mismos y tratar de entender qué es lo que nos mantiene atrapados en la violencia y el miedo. ¿Qué ha provocado en los terroristas tanto odio que no dudan, para provocar el sufrimiento ajeno, en sacrificar su propia vida?
Percibimos el odio que albergan, pero ¿qué es lo que lo motiva? La respuesta es la injusticia percibida. Es cierto que debemos encontrar el modo de detener la violencia, lo que puede obligarnos, mientras esas personas representen un peligro para los demás, a mantenerlas aisladas, pero no lo es menos también que debemos preguntarnos cuál es nuestra responsabilidad en las injusticias del mundo.
No nos gusta sentirnos asustados y hay veces en que, si nos aferramos al miedo, este acaba convirtiéndose en enfado. Estamos enfadados por tener miedo y también estamos enfadados con lo que nos hace sentir asustados y con quienes consideramos causantes de nuestro miedo. Hay quienes dedican su vida a vengarse de las personas a las que consideran causantes de su sufrimiento. Pero esa motivación no hace sino generar más sufrimiento, no solo a los demás, sino a quienes experimentan las cosas de ese modo.
El odio, la ira y el miedo son fuegos que solo la compasión puede sofocar. Pero ¿dónde lograr esa compasión? No es algo que se venda en los supermercados porque bastaría, en tal caso, con llevarla a nuestro hogar y disolver todo el odio y la violencia que hay en el mundo. La compasión solo puede generarse, a través de la práctica, en nuestro corazón.
Hay veces en que alguien a quien amamos (nuestro hijo, nuestra esposa o cualquier familiar) dice o hace algo cruel que nos hiere. Y aunque en tal caso creamos ser los únicos que sufrimos, lo cierto es que la otra persona también está sufriendo. Si no sufriese, sus acciones y palabras no serían tan desagradables. Las personas a las que amamos no saben transformar su sufrimiento y se limitan, en consecuencia, a volcar sobre nosotros su miedo y enfado. A nosotros compete generar la energía de la compasión que, comenzando por apaciguar nuestro corazón, nos permita luego ayudar a los demás. Si nos limitamos a responder violentamente, no haremos sino aumentar y perpetuar el ciclo del sufrimiento.
Responder a la violencia con violencia genera más violencia, injusticia y sufrimiento, no solo en las personas a las que tratamos de castigar, sino también en nosotros mismos. Todos albergamos, en nuestro interior, una semilla de sabiduría, con la que, cuando respiramos profundamente, podemos conectar. Estoy convencido de que, si todo el mundo tuviese la oportunidad –aunque solo fuera durante una semana– de alimentar la energía de la sabiduría y la compasión, se reduciría significativamente el nivel de miedo, odio e ira que asola nuestro planeta. Por ello recomiendo encarecidamente a todo el mundo el ejercicio de la calma y concentración mental para regar de ese modo las semillas de la sabiduría y la compasión que ya se encuentran presentes en nosotros y aprender también el arte del consumo consciente. Si somos capaces de hacerlo, pondremos en marcha una revolución pacífica, el único tipo de revolución que puede ayudarnos a superar la difícil encrucijada en que nos hallamos.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
martes, 23 de junio de 2020
SONIDO
Viento en la cueva:
Movimiento en la quietud.
Poder en el silencio.
En una cueva, todos los sonidos externos son suavizados por la roca y la tierra, pero esto hace que los sonidos del latir del propio corazón y la respiración sean audibles. De la misma manera, la quietud contemplativa nos aleja del clamor cotidiano pero nos permite oír lo sutil en nuestras propias vidas.
Al escuchar no con el oído sino con el espíritu, se puede percibir el sonido sutil.
Al entrar en ese sonido, entramos en la suprema pureza. Es por eso que tantas religiones tradicionales rezan, cantan o salmodian como preludio al silencio.
Entienden que la repetición y la absorción del sonido los lleva a lo sagrado.
El sonido más profundo es el silencio. Esto puede parecer paradójico sólo si consideramos el silencio como una ausencia de vida y vibración. Pero para un meditador, el silencio es el sonido unificado con todos sus opuestos. Es tanto sonido como ausencia de sonido, y es en esta confluencia que emerge el poder de la meditación.
Extracto del libro:
365 Meditaciones Tao
Fotografía tomada de internet
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