5. Conciencia en sí y conciencia.
La característica sobresaliente de las pláticas de Maharaj con sus visitantes es la sensación de total espontaneidad por parte dé Maharaj. Nunca se eligen los temas con anterioridad; no obstante, las palabras de Maharaj tienen una flexibilidad única que les da en cada ocasión una frescura estimulante. Uno se maravilla aún más cuantío piensa que ha estado hablando de cuestiones análogas sin ninguna preparación previa en dos sesiones diarias, todos los días de la semana, incluyendo domingos, durante los últimos años. Además, por si fuera poco, Maharaj dice, con Una risa divertida: ¿Acerca de qué hablo? De un solo tema, sobre la misma cuestión: ustedes y yo, el mundo externo y Dios.
En general, Maharaj no se molesta por tener que esperar a su audiencia antes de exponer algún tema que ronda su mente. En ocasiones su pequeño piso se llena por completo en quince minutos. Otras veces, cuando empieza a hablar -uno podría decir a pensar en voz alta hay apenas tres o cuatro personas presentes. Pero esto no hace ninguna diferencia para él. Puede hablar incluso a un solo interesado, si así lo decide, y exponerle con entusiasmo los elementos básicos de su enseñanza, relacionándolos y dando a cada uno su lugar justos La suya es una mente total que va más allá del pragmatismo. Su pensamiento es reflexión total.
Una mañana, después de presentar mis respetos a Maharaj y sentarme, me di cuenta de que sólo había otras dos personas. Maharaj dijo de pronto: ¿Qué diferencia hay entre la "conciencia en sí" y la "conciencia", si es que existe alguna? Cuando esto sucede, uno no sabe si en realidad él espera una respuesta, o si sólo piensa en voz alta, y vacila en responder por temor a romper el hilo de sus pensamientos. Pero entonces puede acontecer que pregunte: ¿Por que no responden? ¿Acaso me han hecho perder el tiempo escuchando mis pláticas todos estos días? Esa mañana, sin embargo, continuó, sin esperar respuesta.
Señaló que la conciencia en sí es conciencia del Absoluto, y, en consecuencia, se encuentra más allá de los tres gunas (Gunatita), mientras que la conciencia es algo nutrido y limitado por el cuerpo físico. Cuando este cuerpo-alimento se destruye, desaparece también la conciencia. La verdad es que nadie muere -el cuerpo, compuesto de los cinco elementos, se mezcla con ellos cuando se encuentra sin vida, y la conciencia, la cual está sujeta a los tres gunas, se libera de éstos-. La conciencia en sí es el estado original primordial, anterior al concepto de espacio-tiempo, y no necesita de ninguna causa o sustento.
Simplemente es. Sin embargo, en el momento en que surge el concepto de conciencia en este estado original de unicidad, aparece el sentido de "yo soy", provocando una condición de dualidad. La conciencia, en tanto que posee una forma, es un reflejo de la conciencia en sí sobre la superficie de la materia. No podemos concebir la conciencia de manera separada de la conciencia en sí; no puede haber un reflejo del sol sin el sol. Pero sí puede haber conciencia en sí sin conciencia.
En el sueño profundo, por ejemplo, no hay conciencia (ésta se encuentra en reposo) pero ciertamente sí hay conciencia en sí, pues en la vigilia uno es conciente de haber dormido; pero sólo en el estado de vigilia.
Maharaj no nos permite olvidar nunca que la conciencia es nuestro único compañero constante y que es la atención continua en el flujo de nuestra conciencia lo que nos lleva a la conciencia en sí; la existencia básica, aquello que es vida-amor-gozo. De acuerdo con Maharaj, la conciencia misma de ser conciente es ya un paso hacia la conciencia en sí. La mente, por su misma naturaleza, es extrovertida, siempre tendiendo a buscar el origen de las cosas en las cosas mismas. Cuando se dirige hacia el origen interno, es como el inicio de una vida nueva. La conciencia en sí remplaza a la conciencia. El "yo soy", que es un pensamiento de la conciencia, desaparece. En la conciencia en sí no hay pensamiento. La conciencia en sí es la fuente, el origen de la conciencia. Maharaj sugiere que un excelente ejercicio espiritual es sentarse quietamente y observar lo que llega a la superficie de la mente. Lo que llamamos pensamientos son como ondas en la superficie del agua. Los pensamientos conducen siempre a la identificación o al rechazo; son producto de ideas preconcebidas y constituyen un obstáculo para la comprensión real. Así como el agua está tranquila cuando no hay ondas, así la mente está serena cuando se encuentra libre de pensamientos, cuando es pasiva y por completo receptiva.
En el espejo de tu mente, dice Maharaj, aparecerán toda clase de imágenes, permanecerán por un momento y desaparecerán. Obsérvalas ir y venir en silencio. Debes estar alerta, pero no permitir que te atraigan, ni rechazarlas. Es importante no involucrarse. Esta actitud de contemplación silenciosa tendrá el efecto, de manera gradual, de alejar todo pensamiento inútil, como invitados no deseados a los que se ignora. Permaneciendo así en tu interior, es decir, en la condición de "yo soy", observando el flujo de la mente sin interferir ni juzgar, como un testigo desapasionado, se puede propiciar que el "interior" desconocido salga a la superficie de la conciencia y se manifiesten sus inusitadas energías que te permitirán comprender el misterio del origen de la vida.
Tomado del libro:
El buscador es lo buscado
Puntos clave de la enseñanza de Nisargadatta Maharaj
Ramesh Balsekar
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