miércoles, 22 de enero de 2020

LA CALDERA DE ESTE MUNDO


Los deseos de este mundo son como una caldera y los temores de aquí abajo son como un baño. Los hombres piadosos viven por encima de la caldera en la indigencia y en la alegría. Los ricos son los que aportan excrementos para alimentar el fuego de la caldera, de modo que el baño esté bien caliente. Dios les ha dado la avidez. 

Pero abandona tú la caldera y entra en el baño. Se reconoce a los del baño por su cara, que es pura. Pero el polvo, el humo y la suciedad son los signos de los que prefieren la caldera. 

Si allí no ves suficientemente bien como para reconocerlos por su rostro, reconócelos por el olor. Los que trabajan en la caldera se dicen: «Hoy, he traído veinte sacos de boñiga de vaca para alimentar la caldera». 

Estos excrementos alimentan un fuego destinado al hombre puro y el oro es como esos excrementos. 

El que pasa su vida en la caldera no conoce el olor del almizcle. Y si, por azar, lo percibe, se pone enfermo.



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

martes, 21 de enero de 2020

UTILIZA MÁS EL QUIZÁ


FUENTE DE SEGURIDAD Y/O PLACER


VERSOS GEMELOS (PAR #7)


13. Así como en la casa mal techada penetra la lluvia, así, en la mente inquieta penetran las pasiones.

14. Y así como en la casa bien techada no penetra la lluvia, así, en la mente serena(1) del que cultiva la meditación no penetran las pasiones.


1 Bhâvitam: la mente cultivada a través de la práctica de la concentración que lleva a su purificación y conduce a la contemplación. Una mente habituada a la meditación logra sobreponerse de mejor modo a los embates de las pasiones.




Extracto del libro:
Dhammapada Buda
Imágenes tomadas de Internet

lunes, 20 de enero de 2020

IMPRESCINDIBLE


TAO TE KING: PRINCIPIO 56


¡No hay como transmitir la verdad solamente
a través de las palabras! ¡El que espera hacerlo no
entiende completamente de qué se trata!(*)

El que arroja los deseos personales, se libra de
las pasiones «terrenales», reduce sus necesidades,
logra la comprensión clara, no aspira a la fama,
permanece en el estado estable y sutil de la conciencia,
con Él Mismo representa al Profundísimo
Tao Primordial.

Es imposible tentarlo, ofenderlo, forzarlo, persuadirlo
a que Lo alaben. ¡Nadie puede dañarlo!

¡Él resplandece como el sol! ¡Él es como una
fuente de la que cada uno puede tomar!
¡Él es el Tesoro Supremo entre las personas!


(*)Uno puede entender totalmente la verdad sólo realizando
en la práctica todo lo que se dice aquí.



Extracto del libro:
Lao-Tsé
Tao Te King
Fotografía tomada de internet

domingo, 19 de enero de 2020

DUDA MÁS


LA INCITADORA


Un día, un sufí volvió a su casa de improviso. Ahora bien, su mujer recibía a un extranjero, procurando incitarlo.

El sufí llamó a la puerta. No era su costumbre abandonar la tienda y regresar tan pronto a la casa, pero, dominado por un presentimiento, había decidido regresar ese día por sorpresa. La mujer por su parte, estaba muy segura de que su marido no volvería tan pronto. Dios pone un velo sobre tus pecados para que un día te avergüences de ellos. Pero ¿quién puede decir hasta cuándo dura este privilegio? En la morada del sufí no había escondrijo alguno ni otra salida que la puerta principal. Ni siquiera había una manta bajo la cual habría podido ocultarse el extranjero. Como último recurso, la mujer vistió al extranjero con un velo para disfrazarlo de mujer. Después abrió la puerta.

El extranjero con su disfraz parecía un camello en una escalera. El sufí preguntó a su mujer:

«¿Quién es esta persona con la cara velada?».

La mujer respondió:
«Es una mujer conocida en la ciudad por su piedad y su riqueza».

«¿Hay algún favor que podamos hacerle?» —preguntó el sufí.

La mujer dijo:
«Quiere emparentar con nosotros. Tiene un carácter noble y puro. Venía a ver a nuestra hija, que, desgraciadamente, está en la escuela. Pero esta señora me lo ha dicho: “¡Sea o no hermosa, quiero tenerla como nuera!” pues tiene un hijo incomparable por su belleza, su inteligencia y su carácter».

El sufí dijo entonces:
«Somos gente pobre y esta mujer es rica. Semejante matrimonio sería como una puerta hecha mitad de madera y mitad de marfil. Ahora bien, un vestido hecho a medias de seda y de paño avergüenza a quien lo lleva».

«Es justamente lo que acabo de explicarle —dijo la mujer— pero me ha respondido que no le interesan los bienes ni la nobleza. No ambiciona acumular bienes en este bajo mundo. ¡Todo lo que desea es tratar con gente honrada!».

El sufí invocó otros argumentos, pero su mujer afirmó haberlos expuesto ya a su visitante. A creerla, aquella señora no tomaba en cuenta su pobreza, aunque ésta fuese extremada. Finalmente, dijo a su marido:

«Lo que busca en nosotros es la honradez».

El sufí añadió:

«¿No ve nuestra casa, tan pequeña que no podría esconderse en ella ni una aguja? En cuanto a nuestra dignidad y nuestra honradez, es imposible ocultarlas pues todo el mundo está al corriente. ¡Tiene, pues, que suponer que nuestra hija no tiene dote!».

Te cuento esta historia para que dejes de argumentar. Pues nosotros conocemos tus vergonzosas actividades. Tu creencia y tu fe se parecen, hasta confundir a cualquiera, a los discursos de esta mujer. Eres un mentiroso y un traidor como la mujer de este sufí. Te avergüenzas incluso ante gente que no tiene rostro limpio. ¿Por qué no habrías de avergonzarte, por una vez, ante Dios?


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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