martes, 2 de julio de 2019

LA MIEL DEL VINO


Alguien acusaba a un sheij diciendo:

"No es más que un hipócrita. Bebe vino a escondidas. ¿Cómo creer que un hombre semejante pueda ayudar a sus discípulos?"

Un fiel le dijo:

"Ten cuidado con tus palabras. Dios no permite tener tales pensamientos sobre hombres santos. Aunque lo que dices fuera verdad, ese sheij no es un estanque tan pequeño que pueda enturbiarlo un poco de barro. Es más bien un océano.

-Sí, replicó el otro, pero yo lo he visto en un estado poco conveniente. No reza y tiene un comportamiento indigno de un sheij. ¡Si no me crees, ven conmigo esta noche y verás! ¡Su ocupación es ser hipócrita de día y pecar de noche!"

Llegada la noche, se encontraron bajo la ventana del sheij y lo vieron, con una botella en la mano.

El hombre gritó entonces:

"¡Oh, sheij, la verdad sale a luz! ¡Y tú nos decías que el diablo metía sus pezuñas en la copa de vino!"

El sheij respondió:

"Mi copa está tan llena que nada puede penetrar en ella."

El hombre comprobó entonces que la botella estaba llena de miel y quedó avergonzado. El sheij le dijo:

"Antes de apesadumbrarte, ve a buscar vino. Estoy enfermo y lo necesito. En un caso semejante, las cosas normalmente prohibidas se hacen lícitas."

El hombre fue a la taberna pero, en cada tonel, no encontró sino miel. Ni rastro de vino. Preguntó al tabernero dónde estaba el vino.

Cuando hubieron comprobado esta extraña metamorfosis, todos los bebedores de la taberna se pusieron a llorar y vinieron ante el sheij.

"¡Oh, maestro! ¡Sólo has venido una vez a nuestra taberna y todo nuestro vino se ha transformado en miel!"

Este mundo está lleno de alimento ilícito, pero el fiel no debe tocarlo.




150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

EL SER ENTERO


lunes, 1 de julio de 2019

IMÁGENES VARIADAS


Hablemos más del cambio sin esfuerzo. Se me ocurrió una bonita imagen para eso, un bote a vela. Cuando un viento poderoso empuja la vela de un velero, éste se desliza sin esfuerzo, de manera que el piloto no tiene que hacer nada sino dirigirlo. No hace ningún esfuerzo; no empuja el bote. Ésa es una imagen de lo que sucede cuando el cambio ocurre por medio de la consciencia, por medio de la comprensión.

Estuve mirando algunas de mis notas y encontré algunas citas que se acomodan a lo que he dicho. Escuchen la siguiente: "No hay nada más cruel que la naturaleza. En todo el universo no hay posibilidad de escapar de ella, y, sin embargo, no es la naturaleza la que hace daño, sino el propio corazón de la persona". ¿No tiene eso sentido? No es la naturaleza la que hace daño, sino el propio corazón de la persona. Hay una historia sobre un irlandés que se cayó de un andamio y se golpeó.

Le preguntaron:

-¿Te dolió la caída?

Y él dijo:

- No, no me dolió la caída sino la parada. Cuando se corta el agua, el agua no se lastima; cuando se corta algo sólido, se rompe. Usted tiene en su interior actitudes sólidas; tiene ilusiones sólidas; eso es lo que se golpea contra la naturaleza, ahí es donde su corazón se lastima, de ahí proviene el dolor.

He aquí una historia muy hermosa: Es de un sabio oriental,, aunque no recuerdo quién. Lo mismo que con la Biblia, no importa el autor. Lo que importa es lo que se dice: "Si el ojo no está obstruido, se tiene la visión; si el oído no está obstruido, el resultado es que se oye; si la nariz no está obstruida, el resultado es el sentido del olfato; si la boca no está obstruida, el resultado es el sentido del gusto; si la mente no está obstruida, el resultado es la sabiduría".

La sabiduría llega cuando usted descarta las barreras que ha erigido con sus conceptos y su condicionamiento. La sabiduría no es algo que se adquiera ; la sabiduría no es la experiencia; la sabiduría no es aplicarles a los problemas de hoy las ilusiones de ayer. Como me dijo alguien cuando yo estaba estudiando para obtener mi grado de psicología en Chicago, hace muchos años: "Con frecuencia en la vida de un sacerdote, cincuenta años de experiencia es un año de experiencia repetido cincuenta veces". Usted tiene en reserva las mismas soluciones: Así es como se debe tratar a los alcohólicos; así es como se debe tratar a los sacerdotes; así es como se debe tratar a las religiosas; así es como se debe tratar a una divorciada. Pero eso no es sabiduría. La sabiduría es ser sensible a esta situación, a esta persona, sin influencias del pasado, sin rastro de la experiencia del pasado. Esto no es exactamente lo que la mayoría de las personas están habituadas a pensar: Yo agregaría otra sentencia: "Si el corazón no está obstruido, el resultado es el amor". Durante estos días he hablado mucho del amor, aunque les dije que sobre el amor no se puede realmente decir nada. Solamente podemos hablar de las adicciones.

Pero sobre el amor mismo no se puede decir nada explícitamente.



Extracto del libro:
Despierta (charlas sobre la espiritualidad)
Anthony de Mello
Fotografía tomada de internet

LA COMPRENSIÓN ES TU MEDITACIÓN


domingo, 30 de junio de 2019

¿DE QUE ESTÁN HECHAS LA MUJERES?

TOITICO BIEN EMPACAO

CADA PASO UNA META


SEXUALIDAD MASCULINA (Un problema para resolver) PARTE III


La dependencia sexual masculina

Tres aspectos han colaborado para que la adicción y la decadencia de la sexualidad masculina sea una realidad: el antropológico-social, el cultural~educativo y el biológico. Aunque todos están entrelazados, los separaré para que puedan verse mejor.

Una tercera variable que predispone marcadamente a la adicción está relacionada con el placer biológico.

Tratando de no caer en reduccionismos organicistas, entre hombres y mujeres hay una tajante diferencia biológica en lo que se refiere a la relación que se establece entre placer sexual y procreación. Aunque en el hombre el goce sexual no siempre está atado a la eyaculación, ya que puede haber orgasmos sin eyaculación o viceversa, casi en la totalidad de los casos, orgasmo (placer) y eyaculación van de la mano.

Es decir, para procrear de manera natural (olvidémonos un instante de los bebés probetas y de la fertilización in vitro), el varón sólo puede hacerlo desde el placer. Si no hay excitación, es bastante difícil, si no imposible, depositar los espermatozoides necesarios para que se dé la concepción. Venimos equipados para sentir el sexo de manera intensa y vigorosa. Hasta hace poco, cuando los métodos artificiales de procreación estaban en pañales y la naturaleza mandaba, la conclusión era definitiva: si se acababa el placer sexual, se acababa la especie. Esta hipótesis, más allá de excusar o justificar cualquier exceso sexual masculino o el atropello de los derechos femeninos, simplemente podría estar indicando una de las causas del escaso autocontrol masculino frente a su actividad sexual.

La mujer funciona distinto. Aunque ella posee una gran capacidad para sentir y disfrutar del sexo tanto o más que nosotros, el orgasmo femenino no es una condición biológica directa para la concepción. Miles de casos de embarazos producto de violaciones lo atestiguan, como también aquellas mujeres inorgásmicas que son madres; esto es irrebatible. El deseo sexual puede inducir a la mujer a tener más relaciones y aumentar la probabilidad de que quede embarazada, pero esto no implica que el orgasmo intervenga directamente en la gestación. Galeno pensaba que existía un semen femenino imprescindible para la procreación, que al juntarse con el semen masculino formaba el embrión. Esta posición era muy feminista para la época, ya que al ser el orgasmo femenino un requisito esencial para la fecundación, los moralistas cristianos de aquellos tiempos no tenían más remedio que aceptar el placer femenino y reivindicar el derecho de la mujer a sentir. Sin embargo, la posición de Galeno no sólo chocaba con la realidad, sino con los respetadísirnos y temibles dogmas aristotélicos que decían lo contrario. Al final de la Antigüedad, Aristóteles era el vencedor, tal como atestiguan san Jerónimo y san Agustín, e incluso Alberto el Grande en el siglo XIII. Pero en los siglos XVI y XVII, los médicos, más orientados al quehacer científico, y un grupo importante de filósofos, retomaron nuevamente la teoría de Galeno. La disputa siguió por varios cientos de años, sin definiciones drásticas y tratando de quedar bien con los padres de la Iglesia y la ciencia médica. Además, la cosa tenía un claro matiz teológico, porque nadie podía dudar de un placer sexual femenino, pero éste debía tener alguna utilidad para la procreación para que pudiera ser aceptado por la doctrina cristiana. Por último, para resumir la cosa, la salida diplomática intermedia entre Galeno y Aristóteles fue reconocer salomónicamente que, si bien el goce femenino no era condición necesaria para la fecundación, lo era para su perfección: se decía que los niños que habían sido concebidos con placer sexual femenino debían ser más sanos y perfectos que los que eran concebidos sin placer sexual maternal.

En la actualidad, parece haber acuerdo en que el aporte biológico femenino) a la supervivencia de la especie, más que el orgasmo, es el afecto y el amor hacia el recién nacido. No hablo del instinto maternal freudiano tradicional, sino de la importancia que la proximidad afectiva adquiere para la conservación de la vida en todo el proceso de gestación y crianza, y más allá. El amor intenso de la madre no sólo garantiza el cuidado prenatal, sino el complejo aprendizaje social posterior del niño (el más prolongado de cuanta criatura viviente existe). En su paquete genético la mujer trae una marcada predisposición a disfrutar del "dar afectivo", y no me estoy refiriendo al pernicioso concepto de abnegación, determinista y autodestructivo, al que solían ceñirse nuestras abuelas, sino al acto de amar con decoro. La mayor profundidad afectiva de la mujer respecto del varón es un hecho. Qué tanto se deba a factores genéticos o sociales está por verse.

La perspectiva presentada muestra claramente que en la conformación de la dependencia sexual masculina se entrelazan lo biológico y lo cultural de manera compleja. Sin embargo, pese a su larga y aplastante tradición, esta tendencia negativa está comenzando a revertirse. Una sexualidad masculina que se desarrolla fundamentalmente lejos de la adicción, y más cerca del afecto, se está gestando. Este cóctel, asombroso y extraño para muchos varones, produce una nueva e interesante forma de éxtasis, más intensa e impactante y mucho más sana.Y es apenas natural, porque cuando la energía sexual masculina se fusiona con la del amor ocurre una gran explosión interior que rebasa todo apego y nos coloca en el umbral de la trascendencia. En realidad, cuando esta comunión se da estamos tan cerca de la iluminación que no podemos hacer otra cosa que morirnos de la risa.



Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet

sábado, 29 de junio de 2019

SEXUALIDAD MASCULINA (Un problema para resolver) PARTE II


La dependencia sexual masculina (continuación):


Tres aspectos han colaborado para que la adicción y la decadencia de la sexualidad masculina sea una realidad: el antropológico-social, el cultural~educativo y el biológico. Aunque todos están entrelazados, los separaré para que puedan verse mejor.


La segunda causa debemos buscarla en los patrones de educación sexual del varón, si es que los hay.

La sociedad occidental es indudablemente discriminatoria frente a la mujer. La cultura no sólo es más tolerante y permisiva ante la sexualidad masculina, sino que la promueve y anima. Se ve bien que el varón dé muestras precoces de su capacidad de procreación: "Macho como su padre", y no se ve muy bien al hombre casto y sin experiencia sexual. Muchas mujeres aún esperan que sea el varón quien les enseñe. El mundo de las recién casadas está repleto de esposas decepcionadas por la escasa habilidad de sus maridos. Algunas han llegado a creer que la luna de miel es una especie de curso sexual intensivo, donde se pueden ensayar maromas y luchas grecorromanas creadas y supervisadas por un marido sobrado en experiencia. La contradicción asoma claramente: mientras por un lado alentamos la sexualidad masculina en los jóvenes como prueba de virilidad, la ética moral y religiosa predica la abstinencia como una virtud recomendable, tanto para el alma como para el cuerpo. No obstante, la mayoría de los padres y madres, incluso los más estrictos en cuestiones normativas relacionadas con la moral y las buenas costumbres, suelen hacer la vista gorda y dejar que el pobre muchacho se desfogue de vez en cuando, eso sí, con altura y corrección.

Uno de los mayores miedos de los padres hombres es a tener un hijo homosexual; por eso, cuantas más muestras de heterosexualidad ofrezca el vástago, mejor. Recuerdo que cuando mi primo tenía cinco años le comentó a su padre, inmigrante napolitano y machista, que si era verdad que los hombres también podían hacerlo entre sí. Aterrorizado por la pregunta, mi tío decidió cortar la cosa de raíz y crear inmunidad de por vida: "¡Cuidado! ¡Los hombres que hacen eso quedan inválidos!". Fue tajante y contundente.

Mi primo y yo nos miramos, como diciendo: "¡Qué interesante!". El problema fue que nuestro consejero sexual no previó las consecuencias. A los pocos días, esperando que cambiara un semáforo en rojo, vimos pasar a un señor de mediana edad en silla de ruedas. Nuestra impresión fue enorme.

Estábamos observando la prueba viviente de la depravación masculina. La marca del peca do hecho realidad, desfilaba tranquila y descaradamente frente a nuestros ojos. No sólo no pudimos disimular nuestra sorpresa, sino que decidimos tomar partido y ser solidarios con la causa de los verdaderos machos.

Al instante, sacamos la cabeza por la ventanilla y, ante la mirada atónita del pobre señor y demás transeúntes, comenzamos a esgrimirlas sagradas consignas: "¡Mariquita!',"iMariquita!", "¡Degenerado!", "¡Ya sabemos lo que hiciste!", "¡Mariquita!"... En fin, las arengas fueron tan efusivas y explícitas que mi tío se pasó el semáforo en rojo, no sin antes preguntar si habíamos enloquecido.

Necesitamos varias sesiones extras de "educación sexual" para comprender que la cosa no era tan drástica, y que había excepciones. En realidad, según la experiencia de mi tío, solamente algunos hombres que hacían el amor con otros hombres se volvían parapléjicos.

Deberíamos ser más sinceros con nuestros hijos. Más allá de cualquier juicio de valor al respecto, hay que preparar mejor a los pequeños varones para enfrentar su vida sexual. Se da por sentado que el hombre viene, desde el nacimiento, con el don sexual en su haber, y pese a que la existencia de este instinto es innegable (es posible detectar erecciones en fetos desde los siete meses), no es suficiente para que un buen desarrollo psicosexual tenga lugar. La información inadecuada y distorsionada sobre el tema crea una ambivalencia ética-biológica (pecado vs. placer), la cual suele disimularse en una doble vida culturalmente aprobada y amparada en el matrimonio: esposa y moza. Una honesta educación sexual masculina, sin mentiras ni falsos principios, está por construirse; el problema es que no parece haber muchos instructores dispuestos a ayudar. Mientras tanto, millones de hombres se entrenan y aprenden el complejo arte de la infidelidad, sin ser vistos.



Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet

AJUSTANDO LAS VELAS


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