martes, 21 de mayo de 2019

EL TESORO ESCONDIDO


La Biblia nos cuenta la historia de un campesino que un buen día descubrió en sus tierras, un tesoro enterrado. Cuando volvió a casa, renunció al resto de sus tierras y a todo lo que poseía y solo conservó el pequeño pedazo de tierra que contenía el tesoro. Ese tesoro es el Reino de Dios. Sabemos que debemos buscar el Reino de Dios en el presente, porque el presente es el único momento que realmente existe. El pasado ya se ha ido y el futuro todavía no ha llegado. El presente es el único lugar en el que debes buscar el Reino de Dios o la Tierra Pura del Buda, el único lugar en el que puedes encontrar la felicidad, la paz y la plenitud. Así de simple y así de claro. Pero como tendemos a remontarnos al pasado o a escapar hacia el futuro, debemos, si realmente queremos establecernos en el presente, reconocer ese hábito y aprender a liberarnos de él. 

El núcleo del mensaje que el Buda dirigió a una gran asamblea de comerciantes fue el siguiente: «Es posible vivir felizmente en el momento presente». El Buda había visto que la mayoría de su audiencia estaba tan preocupada por su futuro que no podía disfrutar del presente. No tenían tiempo para ellos ni para sus familias, no tenían tiempo para amar y hacer felices a quienes les rodeaban. 

Continuamente estaban dejándose atrapar por el futuro. 

La Tierra Pura está en el presente. La Tierra Pura es ahora o nunca. Y lo mismo podemos decir con respecto al Reino de Dios. Es ahora o nunca. El Reino de Dios no es solo una idea hermosa, sino una realidad. Cuando respiras y caminas con atención, estás regresando a tu hogar en el presente y conectando con las muchas formas de la vida que hay en ti y a tu alrededor y con todo lo que pertenece al Reino de 

Dios. Ya no necesitas, si has encontrado el Reino de Dios, correr en pos de la fama, la riqueza y los placeres sensoriales. 

Cuando volvemos a nuestro hogar en el presente, nos damos cuenta de que disponemos ya de tantas condiciones que posibilitan la felicidad que no tenemos que correr detrás de ellas para conseguirlas. 

Ya tenemos suficientes condiciones para ser felices. La felicidad es completamente posible aquí y ahora. 

La enseñanza del Buda acerca de vivir feliz en el presente es muy placentera. Ya podemos ser felices ahora mismo. También la práctica es muy placentera. No necesitamos, cuando subimos una colina, hacer ningún esfuerzo, podemos disfrutar de cada paso. 

Caminando así, libres del pasado y del futuro, podemos conectar, a cada paso, con el Reino de Dios y con la Tierra Pura del Buda. 



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

AL MORIR


lunes, 20 de mayo de 2019

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LAS RAÍCES DE LA DESDICHA


EL HOMBRE ES DESDICHADO desde hace siglos. Raramente se encontrará a un ser humano que no viva en la desdicha. Es algo tan raro que casi parece increíble. Por eso mucha gente no cree que existieran seres humanos como Buda. La gente no se lo puede creer, y no se lo puede creer por su propia desdicha. Es tal su desdicha, y están tan metidos en ella que no ven ninguna salida.

La gente piensa que los Budas deben de ser algo imaginario, que las personas como Buda Gautama son sueños de la humanidad. Eso es lo que dice Sigmund Freud, que las personas como Buda son «satisfacciones del deseo». Queremos ser así, queremos salir del sufrimiento, nos gustaría disfrutar de ese silencio, esa paz, de esa bendición, pero no nos ha ocurrido. Y Freud dice que no hay esperanza, que no puede ocurrir por la naturaleza misma de las cosas. El hombre no puede ser feliz.

Hay que escuchar a Freud en profundidad, con mucha atención; no se le puede rechazar sin más. Es una de las mentes más agudas que hayan existido jamás, y cuando dice que la felicidad es imposible, que esperar la felicidad es esperar lo imposible, lo dice en serio. Esta conclusión no es la de un filósofo. Llegó a esa conclusión tras su estudio del sufrimiento humano. Freud no era pesimista, pero al estudiar a miles

de seres humanos, al profundizar en su psique, comprendió que el hombre está hecho de tal manera que sigue un proceso intrínseco para ser desdichado. En el mejor de los casos puede sentirse cómodo, pero jamás en éxtasis. En el mejor de los casos puede mejorar un poco la vida -mediante la tecnología, mediante los cambios sociales, una economía distinta y otras cosas-, pero seguirá siendo desgraciado. ¿Cómo podía creer Freud que existiera una persona como Buda? Tal serenidad parece un sueño: la humanidad ha soñado con Buda.

Se tiene esta idea porque Buda es raro, excepcional. No es la norma.

¿Por qué ha vivido el ser humano entre tanto sufrimiento? Y lo milagroso es que todo el mundo quiere ser feliz. No conocerás a una sola persona que quiera ser desgraciada; sin embargo, todo el mundo lo es.

Todos quieren ser felices, dichosos, vivir en paz, en silencio. Todo el mundo desea vivir con alegría, festejando la vida, pero parece imposible.

Debe de existir una causa profunda, tan profunda que el análisis freudiano no puede llegar hasta ella, que la lógica no puede penetrar en ella.

Hay que comprender algo fundamental. El ser humano desea la felicidad; por eso es desdichado. Cuanto más desees ser feliz, más desdichado serás. Parece absurdo, pero es la causa fundamental. Y cuando comprendas el proceso del funcionamiento de la mente humana lo entenderás.

El ser humano desea ser feliz, y por eso crea la desdicha. Si quieres salir de esa desdicha, tendrás que abandonar tu deseo de felicidad; así nadie podrá hacerte desdichado. Ahí es donde falla Freud. No comprendió que el deseo mismo de felicidad puede ser la causa del sufrimiento.

¿Cómo ocurre esto? En primer lugar, ¿por qué deseas la felicidad? ¿Y qué te produce ese deseo de felicidad?



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet

sábado, 18 de mayo de 2019

EL BORRACHO


Un transeúnte encontró en plena noche a un borracho dormido junto a una pared. Lo sacudió y le dijo:

"¡Oh, borracho! ¿Qué has bebido para verte en este estado?"

El otro respondió:
"¡He bebido lo que había en esta cántara!"

-¿Y qué había en esa cántara?
-¡Lo que he bebido!

-Pero eso es justamente lo que te pregunto: ¿Qué has bebido?
-¡Lo que había en esta cántara!

-¡Escucha! dijo el transeúnte, ¡levántate y ven conmigo! ¡Te llevo a la cárcel porque estás borracho!

-¡Déjame ya tranquilo!

-¡Vamos, levántate y sígueme a la cárcel!

Entonces el borracho exclamó:
"¡Pero, bueno, si tuviera fuerza para andar, volvería a mi casa!"


150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

ÉPOCA DE LA PÍLDORA QUE HACE DE TODO


viernes, 17 de mayo de 2019

VIVIR ANTES DE MORIR


¿CÓMO SUCEDIÓ LA ILUMINACIÓN DE BUDA?


Nada te ayudará. Puedes vivir en un palacio, pero serás tan desdichado, o quizá más, que si vivieras en una vieja choza. En la choza al menos tendrías el consuelo de que eres desdichado porque vives en una choza vieja y espantosa. Así tendrías una excusa; podrías explicar tu desdicha, tu miseria, tu sufrimiento. Y también tendrías la esperanza de conseguir una casa mejor; si no un palacio, al menos una casita decente, bonita, tuya.

Es la esperanza lo que mantiene vivas a las personas, y son sus excusas y sus explicaciones lo que las impulsa a intentarlo una y otra vez.

Es la filosofía de Estados Unidos: intentar, intentarlo una y otra vez. Pero existen unas cuantas cosas que no se logran a base de intentarlo, que sólo ocurren cuando estás completamente harto de tentativas. Te dices:
«Ya está bien. No pienso volver a intentarlo».

Así le sobrevino la iluminación a Buda Gautama.

Debió de ser el primer estadounidense, porque iba en busca de la felicidad. Por esa búsqueda pasó de su reino. Fue pionero en muchos sentidos; el primer pasota, por ejemplo. Vuestros hippies no eran tan pasotas. Para pasar de algo, en primer lugar hay que tener algo de lo que pasar. Buda lo tenía, y más de lo que haya tenido jamás ningún hombre.

Estaba rodeado por las mujeres más hermosas del reino. De modo que no dejó de cumplir ninguno de sus deseos: tenía lo mejor, comida, cientos de criados, enormes jardines.

Buda dijo: «Renuncio a todo. Aquí no he encontrado la felicidad. Voy a buscarla, iré en pos de ella, haré cuanto sea necesario para encontrar la felicidad».

Y durante seis años Buda hizo todo lo que se puede hacer. Acudió a toda clase de maestros, profesores, eruditos, sabios, santos... Y en la India hay tantos que no hace falta buscar mucho; están por todas partes.

Si no los buscas tú, te buscarán ellos. Y sobre todo en la época de Buda estaban en la cresta de la ola. Pero tras seis años de tremendos esfuerzos, de penurias, ayunos y posturas de yoga, no había ocurrido nada. Y un día...

El Niranjana es un río pequeño, sin mucha profundidad. Buda estaba ayunando, sometiéndose a toda clase de penurias y tormentos, y estaba tan débil que cuando fue a bañarse al río no pudo atravesarlo. El Niranjana es pequeño, pero Buda estaba tan débil que sólo gracias a que se aferró a la raíz de un árbol que colgaba junto a la orilla logró mantenerse en pie; si no, el río lo habría arrastrado. Aferrado a la raíz se le ocurrió una idea: «Esos sabios dicen que la existencia es como un océano. Si la existencia es un océano, lo que estoy haciendo no tiene sentido, porque si no puedo cruzar este riachuelo, el Niranjana, ¿cómo voy a cruzar el océano de la existencia? He estado perdiendo el tiempo con todo lo que he hecho, he malgastado mi vida, mi energía, mi cuerpo».

Logró salir del río y, olvidándose de todos los esfuerzos, se sentó bajo el árbol. 

Aquella noche -había luna llena- durmió bien por primera vez desde hacía seis años, porque no había nada que hacer, ningún sitio al que ir al día siguiente. No tenía que practicar nada, que ejercitar nada... Al día siguiente ni siquiera tenía que levantarse temprano, antes del amanecer.

Podía dormir cuanto quisiera. Por primera vez se sintió libre de tanto esforzarse, de buscar, de indagar.

Por supuesto, durmió como nunca, relajado, y por la mañana, al abrir los ojos, empezaba a desaparecer la última estrella. Se cuenta que con la última estrella también desapareció Buda. Toda una noche de descanso, de paz, sin futuro, sin metas, sin nada que hacer... Había dejado de ser estadounidense. Tumbado, sin prisas ni siquiera para levantarse, comprendió que aquellos seis años parecían una pesadilla. Pero ya había pasado. La estrella desapareció, y desapareció Siddharta.

Ésa fue la experiencia de la dicha, de la verdad, de la trascendencia, de todo lo que llevas tanto tiempo buscando pero no has encontrado porque has estado buscando. Ni siquiera los budistas han llegado a comprender la importancia de esta historia. Es lo más significativo de la vida de Buda Gautama. Nada puede compararse con esta historia.

Pero a lo mejor os sorprende... Yo no soy budista y no estoy de  acuerdo con Buda en miles de cosas, pero soy la primera persona que se ha fijado en esta historia durante veinticinco siglos, que se ha centrado en esta historia, porque fue cuando se produjo el despertar de Buda. Pero los sacerdotes y los monjes budistas ni siquiera pueden contar esta historia, porque si lo hacen, ¿para qué sirven ellos? ¿Qué hacen? ¿Qué enseñan, qué ejercicios, qué oraciones? Naturalmente, si cuentas que eso fue lo que le ocurrió a Buda cuando se dejó de estupideces religiosas, la gente se preguntará: «Entonces, ¿por qué nos enseñáis esas estupideces de la religión? ¿Para que un día de éstos pasemos de ellas? Y si al final tenemos que pasar de ellas, ¿para qué empezar?».

Resultaría difícil convencer a los sacerdotes; su negocio, su profesión se irían al garete.

La dicha también nos llega así. La verdad también nos llega así, exactamente igual. Sólo tienes que sentarte, sin hacer nada, esperando - no a Godot, sino simplemente esperando; nada en concreto, sino simplemente esperando, en un estado de espera- y sucede.

Y ese acontecimiento se llama felicidad.



Bibliografía: 
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
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