sábado, 4 de mayo de 2019
viernes, 3 de mayo de 2019
CATFULNESS
Estos consejos nos sumergen en un mundo Catfulness
1. Quietos y relajados
Si te pasás la vida pensando y haciendo, haciendo y pensando, es como no vivir. ¿Por qué no parás, te relajás y observás lo que te rodea? El mundo sigue girando sin tus angustias y preocupaciones. A la distancia observá, desde el lugar más alto del salón.
2. Todo puede ser un juego
El juego es un experimento continuo, pone a prueba los cinco sentidos y te permite descubrir cosas nuevas sobre vos mismo y el mundo. No te conformes con tus pasatiempos de siempre, tan conocidos. Buscá nuevos juegos o transformá en juego tus hábitos. No estás loco, los locos son quienes creen que el juego termina en la edad adulta.
3. Tené paciencia
Los gatos pueden quedarse horas inmóviles frente a la madriguera de un ratón. No existe ningún reloj, ni de pared ni interior cuando está en juego un objetivo tan importante. Por eso un maestro sufí, a la pregunta: “¿Quién te enseñó a meditar?”, contestó: “Un gato agazapado frente a la madriguera de un ratón”.
4. No abandones la curiosidad
¿Qué se esconde detrás de un mueble? ¿Qué verás si subís al punto más alto de la casa? No abandones nunca la curiosidad y la vida te seguirá dando, día tras día, sorpresas pequeñas o sensacionales.
5. Sumergite en el verde
Cuando la ansiedad te venza, abandonala. Salí al balcón, cuidá de tus plantas, o da un paseo por el parque. Allí, rodeado de verde, donde la vida sigue los ritmos ancestrales de la naturaleza, donde la hierba crece sola, sin necesidad de que intervengas, vas a encontrar la paz en un instante.
6. Día de descanso
Hoy es domingo: descansá. Borra la palabra “deber” de este día, deja que la mente se vacíe… Y sobre todo no pienses que mañana vuelve a ser lunes. Mañana es mañana, y ahora es ahora.
Los gatos hacen pocas actividades, siempre las mismas, y viven muy bien así.
7. No te enamores del ritmo frenético
Quienes tienen la agenda llena, viajan y asisten a mil actos sociales que parecen fascinantes. Pero en realidad el ritmo frenético no es tan interesante. Los gatos hacen pocas actividades, siempre las mismas, y viven muy bien así.
8. ¿Qué es correcto y qué es incorrecto?
En la vida no existen lo “correcto” y lo “incorrecto”, esos son postes para atar burros. Es lo que dice un antiguo proverbio zen. No hagas todo como siempre, de forma “correcta”. Los gatos siempre recorren nuevos caminos: suben, pasan por encima del escritorio, a veces se caen.
9. Si querés decir algo, decilo
El silencio puede ser tu peor enemigo. Cuando desees mucho algo, hacé que tu voz se oiga fuerte, aunque puedas herir la sensibilidad de alguien. Exteriorizá tus emociones; si no, todo lo que no dijiste quedará en tu interior y te irá devorando lentamente.
10. Cambiá las costumbres
Nada te impide cambiar tus costumbres si así lo deseás. ¿Por qué vas a dormir siempre en tu cama si en casa hay otros lugares donde tomar una siesta? Si huís de las costumbres, vas a descubrir que el único lugar seguro e inmutable es tu interior; no importa donde estés.
11. Levantate y retomá el camino
Podemos caernos, herirnos o decepcionarnos, pero luego nos tenemos que levantar. Y, caída tras caída, aprendemos a esquivar los golpes, a reconocer a distancia los peligros, pero también a no dejarnos vencer y a soportar lo que pueda ocurrir. Los gatos tienen siete vidas, y cada vez que renacen son más felices.
12. El miedo es algo pasajero
Las emociones tienen un tiempo limitado. Llegan para iluminar u oscurecer la mente, y tal como llegan, se van. Así ocurre con el miedo, la emoción que te protege del peligro. Cuando la emergencia pase, no sigas pensando en el peligro ni en los riesgos que corriste. Liberá tu mente y dejá espacio a emociones nuevas y positivas.
13. Aprendé a decir que no
No estás obligado a hacer lo que quieren los demás. Aprendé a decir que no. Al principio te va costar, pero después será tu mejor arma para una vida más serena.
14. No busques siempre en otra parte
No creas que las maravillas y los descubrimientos están siempre lejos, en otra parte. Los gatos sueñan con pasarse la vida en lugares que ya conocen: un sofá o la alfombra en la que se liman las uñas. Un escritor dijo: el verdadero viaje no consiste en buscar nuevos paisajes, sino en tener nuevos ojos.
15. Sé tuyo y sólo tuyo
No permitas que los demás te consideren una propiedad suya, o peor aún, una conquista. Dentro tuyo hay una parte pura y profunda que nadie podrá aferrar ni someter. Conservala siempre, aun a riesgo de parecer huraño.
16. Mantené la casa limpia
Tu casa es tu pequeño reino, el lugar donde estar tranquilo. Mantenlo limpio y ordenado y el orden y la limpieza se convertirán en un orden y una limpieza interiores, que te permitirán ver con mayor claridad tus emociones.
17. Dormí la siesta
El ocio es un arte. En un mundo que corre a toda velocidad y se concede pocas pausas, redescubrí el placer de un bostezo o de una breve siesta.
18. Da las gracias
Si sos feliz, agradecelo sin pensarlo. Los gatos dan las gracias con mimos, o dejando un regalo a los pies de la cama. Vos podés hacerlo con una sonrisa, una palabra amable dedicada a quien mejoró tu día. Y cada mañana al despertar, dale las gracias a la vida.
* Basado en el libro “El método Catfulness.
Post tomado del blog:
jueves, 2 de mayo de 2019
miércoles, 1 de mayo de 2019
HACIA UN PADRE MATERNAL
2. Hacia un padre maternal
¿El sexo masculino posee la capacidad para ejercer una paternidad responsable y afectuosa en la crianza? ¿Existe la paternidad-maternal? La respuesta, definitivamente, es sí. En la escala zoológica los ejemplos abundan. El cuidado paternal aparece en los invertebrados, las aves, los peces y los mamíferos. Muchas especies como el cangrejo, el pez altruista, los renacuajos, los ciervos ratas, los lobos, los perros salvajes, los chacales, los monos tití y los hombres que asumen la nueva masculinidad, sólo para citar algunos, pueden hacer perfectamente las veces de madres cuidadoras (por ejemplo dar de comer, lavar, entrenar, jugar y cargar a las crías).
Es interesante señalar que, en muchas especies, el cuidado paternal retrasa el acto reproductivo del macho, y permite que los ciclos reproductores de ambos géneros se acoplen en una sincronía común de apareamiento. En estas especies paternales, la competencia sexual de los machos desciende durante la crianza y las hembras pierden momentáneamente su ventaja, en términos de poder sexual. Es decir, si asumimos con seriedad el papel de padres involucrados activamente en la crianza, es probable que nuestra libido baje. Como si la naturaleza nos dijera: "Si vas a dedicarte a esto utiliza todas las energías disponibles, porque la cosa es complicada". Educar no es tarea fácil.
La gran mayoría de los varones con problemas psicológicos tienen malos recuerdos de sus padres hombres, pero no por el daño recibido sino por el afecto negado. Las investigaciones muestran que la presencia de un padre frío y afectivamente distante es mucho más nociva y peligrosa que un padre ausente. Muchos padres acariciadores y cariñosos con sus hijos varones, cambian bruscamente cuando éstos comienzan a crecer. El pensamiento es evidentemente discriminatorio: mientras que a las hijas mujeres se las puede mimar con tranquilidad durante toda la vida, con el hijo varón hay que tener ciertos cuidados especiales: "No vaya a ser que se nos vuelva afeminado". De esta manera, de un día para otro, sin previo aviso de ningún tipo, las reglas cambian. El contacto físico paternal cede su lugar a un nuevo trato, más duro y distante. Si el niño es sensible, este corte repentino se internaliza como rechazo y, con el tiempo, si no se compensa de alguna forma, puede transformarse en resentimiento o dependencia compulsiva. La creencia irracional de que la ternura, ya sea materna o paterna, produce varones homosexuales, aún está viva en la mayoría de los hombres. Si el asunto fuera tan sencillo, los enemigos del homosexualismo ya hubieran barrido con él.
Retirarse afectivamente de los hijos varones lo único que produce es dolor y pérdida. El hombre posee las mismas necesidades afectivas que la mujer, y necesita de las mismas fuentes dadoras de amor. Ya se trate del padre o de la madre, lo que realmente importa para el desarrollo psicológico de un niño es la "presencia afectiva". La estancia física no es suficiente, hay que dar amor en grandes cantidades para que la tarea esté bien hecha; el amor debe sentirse en carne y hueso. El padre maternal no es otra cosa que eso: un padre tierno y cariñoso, sensible y compasivo, interviniendo activamente en los procesos educativos de sus hijos, ya sea sancionando o administrando normas. Un buen padre se nota y hace bulla.
Es bueno resaltar que, si la sanción paternal ocurre en el contexto de los sentimientos positivos, el niño integra la experiencia de manera constructiva, pero si los castigos del padre suceden en un vacío afectivo, sólo dejan daño y resentimiento. Por tal razón, el respeto al padre que se origina en una relación cálida y amorosa, siempre estará asentado en la admiración y el agradecimiento. En cambio, los padres que inducen el típico miedo autoritario, sólo obtienen un acataniento por decreto-ley, una aceptación obligada. Cuando le pregunto a mis pacientes, mujeres y varones, qué sienten por su padre, y obtengo por respuesta un simple y conciso: "Respeto", durante varias citas me quedo investigando su pasado. Un amor reverencia] siempre es dudoso.
No obstante, ser más cariñosos, estar más comprometidos y pasar más tiempo con nuestros hijos no es suficiente, si no se disfruta de ello; hacerlo de mala gana es peor. Si asumimos la paternidad con culpabilidad o como sentido del deber, enredamos la relación. Es normal que en ciertos momentos no querramos saber de ellos, que nos generen estrés y hasta algo de fastidio (ejercer el oficio de padre no es una panacea), pero si el amor está activado, la "obligación" no molesta demasiado. El amor, si es verdadero, cura y relaja. Cuando mis hijas estaban pequeñas y yo llegaba absolutamente agotado por estar oyendo problemas durante todo el día, la llegada estaba amenizada por unos sonoros: "¡Papi!","¡Papi!,"¡Papi!". Corrían a toda velocidad hacia la puerta, saltaban sobre mí y me escalaban como una estatua humana. Pese a mi fatiga, ellas siempre sabían tocar alguna tecla para reactivar mi olvidada sonrisa. Así, como por arte de magia, el cansancio se trasmutaba en regocijo.
El nuevo varón quiere comprometerse y participar decididamente en la crianza de sus hijos. Sin embargo, no desea anularse como persona. Ser papá no significa autoeliminación psicológica ni sacrificio ciego, sino integración balanceada de todo lo que la vida representa. Ser padre no implica descuidar la amistad, la recreación, los hobbies, la pareja y la vida profesional. Lograr este punto medio no es fácil. Estas aspiraciones masculinas de regresar a la paternidad con prudencia, no son mal vistas por el sexo opuesto; todo lo contrario. Los resultados hallados hasta el momento confirman que si la paternidad es asumida con excesivo empeño, las madres pueden generar ciertas resistencias a compartir su papel. El hombre puede ser percibido como un "metido" y un estorbo: 'Bueno es culantro, pero no tanto". Parecería que cualquier cambio en la paternidad debe mantenerse dentro de ciertas proporciones y teniendo en cuenta a la pareja. Como es evidente, hay un acuerdo implícito: los nuevos varones quieren reivindicar su rol de pudres, pero no de tiempo completo, y las mujeres quieren recibir la ayuda sin sentirse desplazadas.
Extracto tomado del libro:
Intimidades masculinas
Walter Riso
Imágenes tomadas de internet
lunes, 29 de abril de 2019
EL ORO DE LA LEÑA
Un derviche vio un día en sueños una reunión de maestros, discípulos todos del profeta Elías. Les preguntó:
"¿Dónde puedo adquirir bienes sin que me cuesten nada?"
Los maestros lo condujeron entonces a la montaña y sacudieron las ramas de los árboles para hacer caer la fruta. Después, dijeron:
"Dios ha querido que nuestra sabiduría transforme estos frutos, que eran amargos, en aptos para el consumo. Cómelos. Se trata desde luego de una adquisición sin contrapartida." Al comer aquella fruta, el derviche sacó de ella tal sustancia que, al despertar, quedó pasmado de admiración.
"¡Oh, Señor! dijo, ofréceme, también a mí, un favor secreto."
Y, en el mismo instante, le fue retirada la palabra y su corazón quedó purificado.
"Aunque no hubiese otro favor en el paraíso, pensó, éste me basta y no quiero ninguno más."
Ahora bien, le quedaban dos monedas de oro que había cosido a sus vestiduras. Se dijo:
"Ya no las necesito puesto que, en adelante, tengo un alimento especial."
Y dio estas dos monedas a un pobre leñador pensando que esta limosna le permitiría subsistir durante algún tiempo. Pero el leñador iluminado por la luz divina, había leído en sus pensamientos y le dijo:
"¿Cómo puedes esperar encontrar tu subsistencia si no es Dios quien te la procura?"
El derviche no comprendió exactamente lo que quería decir el leñador, pero su corazón quedó entristecido por estos reproches. El leñador se le acercó y depositó en el suelo el haz de leña que llevaba al hombro. Después dijo:
"¡Oh, Señor! En nombre de tus servidores cuyos deseos escuchas ¡transforma esta leña en oro!"
Y, al instante, el derviche vio todos los troncos brillar como el sol. Cayó al suelo sin conocimiento.
Cuando volvió en sí, el leñador dijo:
"¡Oh, Señor! En nombre de los que empañan tu fama, en nombre de los que sufren, ¡transforma este oro en leña!"
Y el oro volvió al estado de leña. El leñador volvió a echarse el haz al hombro y tomó el camino de la ciudad. El derviche quiso correr tras él para obtener la explicación de este misterio, pero su estado de admiración, así como su temor ante la estatura del leñador lo disuadieron de ello.
¡No formes parte de esos tontos que dan media vuelta una vez que han adquirido intimidad con el sultán!
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
sábado, 27 de abril de 2019
LA FELICIDAD NO SE BUSCA
La felicidad ocurre sin más. No es algo que se pueda controlar, ni fabricar ni disponer. La felicidad es algo que está fuera de tu alcance, que supera tus esfuerzos. Pero cuando cavas un agujero en tu jardín, si estás completamente absorto en la tarea, si te olvidas del mundo entero, incluyéndote a ti mismo, aparece.
La felicidad siempre te acompaña. No tiene nada que ver con el tiempo que haga, no tiene nada que ver con cortar leña, ni con cavar un agujero en el jardín. La felicidad no tiene nada que ver con nada. Es simplemente el estado de despreocupación, de relajación de tu ser con la existencia. Y está ahí; no va y viene. Está siempre ahí, como tu respiración, como el latido de tu corazón, como la circulación de la sangre por tu cuerpo.
La felicidad está siempre ahí, pero si la buscas encontrarás la infelicidad. Si la buscas se te escapará; en eso consiste la infelicidad, en que se te escape la felicidad. La infelicidad mantiene cierta relación con la búsqueda, una asociación. Si «buscas», encontrarás la infelicidad. Y la Constitución de Estados Unidos ha dado la idea a todos los ciudadanos de ese país de que deben «buscar».
Y buscan desesperadamente -dinero, poder, religión-, y recorren el mundo entero intentando encontrar a alguien que les enseñe a encontrar la felicidad.
Lo que hay que hacer es volver a casa y olvidarse del asunto. Haced otra cosa, que no tenga nada que ver con la felicidad. Pintad. No hace falta aprender a pintar. ¿No puedes poner colores sin más en un lienzo?
Hasta un niño puede hacerlo. Pon colores sobre un lienzo y a lo mejor te sorprende: no eres pintor, pero ocurre algo maravilloso. Los colores se mezclan de cierta manera y crean algo que no puedes definir.
Los cuadros modernos no llevan título, y muchos cuadros ni siquiera están enmarcados, porque la existencia no puede enmarcarse. Si miras el cielo desde una ventana, ves el cielo enmarcado, pero el marco es de la ventana, no del cielo; el cielo no tiene marco. Hay pintores que ni siquiera pintan sobre lienzos; pintan en la pared, en el suelo, en el techo. Son sitios raros, pero yo comprendo su enfoque. No quieren hacer un cuadro; lo que les interesa es participar en el acto mismo de pintar. No es para ponerlo a la venta. ¿Cómo vas a vender un techo, y quién va a comprarlo?
Pero mientras están absortos, algo empieza a deslizarse hacia su ser, desde un rincón desconocido. Empiezan a sentirse alegres, sin ninguna razón concreta.
Por eso condeno la idea de la búsqueda. Sin conocer su nombre, sin saber nada de él, puedo decir que quien escribió la palabra «búsqueda» en la Constitución debía de ser un hombre muy desgraciado. No había conocido la felicidad. La había buscado; por consiguiente, intentó darles a todos los ciudadanos estadounidenses el mismo derecho inalienable que reclamaba para sí. Y nadie lo ha criticado durante trescientos años; así de claro.
Un poeta, un pintor, un cantante, un bailarín... Sí; ellos pueden alcanzar la felicidad de vez en cuando. Pero hay algo que ocurre siempre: que cuando surge la felicidad, ellos no están allí. El buscador no está allí; la búsqueda no está allí.
Bibliografía:
Alegría: Osho
Fotografía tomada de internet
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