sábado, 20 de abril de 2019

EL PREDICADOR


Había un predicador que, cada vez que se ponía a rezar no dejaba de elogiar a los bandidos y desearles toda la felicidad posible. Elevaba las manos al cielo diciendo: "¡Oh, Señor: ofrece tu misericordia a los calumniadores, a los rebeldes, a los corazones endurecidos, a los que se burlan de la gente de bien y a los idólatras!"

Así terminaba su arenga, sin desear el menor bien a los hombres justos y puros. Un día, sus oyentes le dijeron:

"No es costumbre rezar así! Todos estos buenos deseos dirigidos a los malvados no serán escuchados."

Pero él replicó:

"Yo debo mucho a esa gente de la que habláis y por esa razón ruego por ellos. Me han torturado tanto y me han causado tanto daño que me han guiado hacia el bien. Cada vez que me he sentido atraído por las cosas de este mundo, me han maltratado. Y todos esos malos tratos son la causa por la que me he vuelto hacia la fe."



150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet

NO VIENE NI VA


viernes, 19 de abril de 2019

EL PRESENTE ESTÁ LIBRE DEL MIEDO


Si no estamos completamente presentes, no estamos en realidad vivos. En tal caso, no estamos aquí, ni para nuestros seres queridos ni para nosotros. ¿Y dónde estamos cuando no estamos aquí? Estamos huyendo y siempre huyendo… aun en medio del sueño. Huimos porque tratamos de escapar de nuestro miedo. 

Mal podremos disfrutar de la vida si perdemos el tiempo y la energía preocupándonos por lo que sucedió ayer o lo que sucederá mañana. Si tenemos miedo, no nos daremos cuenta del milagro que supone estar vivos y de que podemos ser felices ahora mismo. En la vida cotidiana, tendemos a creer que la felicidad solo es posible en el futuro. Siempre estamos buscando condiciones “adecuadas”, de las que supuestamente ahora carecemos, para ser felices. Ignoramos que eso está ocurriendo ahora mismo. Buscamos algo que nos haga sentir más estables y más seguros. Pero tenemos miedo a lo que el futuro pueda depararnos, tenemos miedo a perder nuestro trabajo, a perder nuestras posesiones y a perder a las personas que amamos. Por ello anhelamos ese momento mágico, que siempre se halla en el futuro, en el que todo será, finalmente, como queremos. Olvidamos que solo es posible vivir la vida en el presente. Como dijo el Buda: «Es posible vivir felizmente en el momento presente. En realidad, este es el único momento». 



Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet

LA CONVIVENCIA CON EL PADRE


jueves, 18 de abril de 2019

REVERTIR LA RUEDA DEL SAMSARA


Generalmente sentimos que hay un gran problema que tenemos que arreglar. La instrucción es detenernos. Hacer algo que no nos sea familiar. Hacer cualquier cosa aparte de salir corriendo en la vieja dirección, de practicar los viejos trucos.

DE ALGUNA MANERA SEGUIMOS distanciándonos del dharma. Es como si lo considerásemos una filosofía o un curso de autoayuda, y por mucho que se nos anime a hacer de la meditación y de las enseñanzas algo relevante para nuestra vida emocional, seguimos olvidándonos de aplicarlas cuando nos atascamos. Cuando estamos enfadados con alguien o tenemos el corazón partido, cuando queremos vengarnos o suicidarnos, en momentos así no solemos pensar que la meditación y las enseñanzas sean muy aplicables. No llegan a conectar con la realidad de la situación. 

Mucha gente dice que la meditación no es suficiente, que necesitamos terapia y grupos de apoyo para tratar con nuestras estructuras y hábitos más enraizados. Sienten claramente que el dharma no penetra lo suficientemente hondo en nuestra confusión. 

A menudo sugiero a los estudiantes que acudan a terapia. Para algunas personas lo considero como un  medio hábil que es extremadamente útil: trabajar de cerca con un terapeuta de mente abierta nos permite superar nuestros miedos y desarrollar la compasión por nosotros mismos. Al mismo tiempo, sé que el dharma no sólo es más revolucionario, sino que en muchos casos el dharma mismo nos aporta las herramientas y el apoyo necesario para encontrar nuestra propia belleza, nuestra propia intuición, nuestra propia capacidad de trabajar con el dolor y la neurosis. Parece que uno de los trucos es tener la suficiente fe en el dharma como para llevarlo directamente a nuestras pesadillas, no como una teoría inutilizable que nos separa de nuestros principales problemas ni como algo que nos exige un nivel determinado, sino como un buen alimento, una medicina sin efectos secundarios que es aplicable siempre y en todas partes. 

La clave reside en cambiar nuestros hábitos y, en particular, nuestros hábitos mentales. Recuerdo el día que comprendí sin sombra de duda que somos nosotros mismos los que creamos nuestra situación por nuestra forma de usar la mente, por nuestra forma de estructurar nuestras respuestas a la vida de la misma familiar y predecible manera. Surgió una situación con el dinero: se nos estaba acabando. Empecé a sentirme tensa, como si un gran peso se asentara literalmente sobre mi cabeza. Comencé a sentir pánico, tenía que buscar una vía de salida. Hasta que no encontrase una manera de resolver el problema no podría relajarme, no podría disfrutar de los rayos de sol que atraviesan el agua ni del águila posada en el árbol frente a la ventana de mi habitación. 

Todo aquel escenario era persistentemente familiar. No sé por qué lo pude ver aquella vez con más claridad que en otras ocasiones. Probablemente fue el resultado de observar mi propia experiencia durante tantos años tan honesta y ecuánimemente como podía. Posiblemente también fue el resultado de todo el entrenamiento meditativo realizado para ver en qué momento me descentro y a continuación volver al presente. 

En cualquier caso, ese día no me sentí pillada. Allí mismo, en medio del estado mental más habitual, vi lo que estaba haciendo. No sólo lo vi, sino que también pude detenerlo. Dejé de seguir mi plan habitual para salvar la situación. Decidí no correr de un lado a otro tratando de evitar el desastre. Dejé que los pensamientos de «sólo yo puedo salvarnos de esto» fueran y vinieran. Decidí ver qué ocurría sin mi aportación, aunque eso significara que todo se cayera a pedazos. A veces simplemente hay que dejar que todo se caiga por tierra. 

El primer paso, y el más duro, fue no actuar. No evitar el desastre iba contra el núcleo de mi manera de operar. Me sentí ante una enorme rueda con una inercia colosal para seguir en la dirección habitual, y yo le estaba dando la vuelta. 

De eso va el dharma, de cambiar nuestros hábitos, de invertir el proceso de solidificar tanto las cosas, de invertir la rueda del samsara. El proceso comienza cuando nos damos cuenta de que nos estamos descentrando de la manera habitual. Generalmente sentimos que hay un gran problema y que tenemos que resolverlo. La instrucción es detenerse, hacer algo que no nos sea familiar. Hacer cualquier cosa aparte de salir corriendo en la dirección conocida, de emplear los viejos trucos.



Extracto del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron
Fotografía de Internet

LIBRE DE TODO


miércoles, 17 de abril de 2019

EL BIEN SUPERIOR MÁS ALLÁ DEL BIEN Y DEL MAL


¿Hay diferencia entre la felicidad y la paz interior? 


Eckhart Tolle:
Sí. La felicidad depende de las condiciones que se perciben como positivas. La paz interior, no. 




Del libro:
El Poder del Ahora
Eckhart Tolle
Imagen tomada del internet

ESO QUE SIEMPRE HA ESTADO CONTIGO


martes, 16 de abril de 2019

LA MARIPOSA PERDIDA


Dijo un niño: "Dios, habla conmigo".
Y entonces una alondra del campo cantó, pero el niño no la escuchó.

El niño exclamó: "¡Dios, háblame!"
Y un trueno resonó por todo el cielo, pero el niño no lo escuchó.

El niño miró a su alrededor y dijo: "Dios, déjame mirarte".
Y una estrella se iluminó, radiante, pero el niño no se dio cuenta.

Y el niño gritó de nuevo: "Dios, Muéstrame un milagro".
Y una vida nació de un huevo, pero el niño no lo notó.

Llorando desesperadamente, dijo: "Tócame, Dios, para saber que estás conmigo".
Dios se inclinó y tocó al niño. Pero él se sacudió la mariposa.

Muchas veces las cosas que pasamos por alto son aquellas que hemos estado buscando.




Extracto del libro:
La culpa es de la vaca 1a parte
Lopera y Bernal
Fotografía de Internet
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