martes, 23 de octubre de 2018

TAO TE KING: PRINCIPIO 48

El que practica el estudio,
incrementa cada día su conocimiento.

Quien practica el SENTIDO,
lo ve reducirse cada día.

Se va reduciendo y reduciendo,
hasta llegar al No-hacer.

No hace nada, y nada se queda sin hacer.
El reino sólo puede alcanzarse
cuando se está libre de toda actividad.

Los activos no son los Sabios,
no son los que conseguirán el Reino.


Extracto del libro:
Lao-Tsé
Tao Te King
Fotografía tomada de internet

DERECHO A LA FRAGILIDAD


lunes, 22 de octubre de 2018

LOS DESIGNIOS DEL KARMA


Sariputta era uno de los más grandes discípulos del Buda y llegó a ser un iluminado de excepcional sabiduría y sagaz visión. Viajaba propagando la Enseñanza, y cierto día, al pasar por una aldea de la India, vio que una mujer sostenía en una mano un bebé y con la otra estaba dando una sardina a un perro. Con su visión clarividente e intemporal pudo ver quiénes fueron todos ellos en una pasada existencia. 

Se trataba de una mujer casada con un cruel marido que la golpeaba a menudo. Se enamoró de otro hombre, pero entre su padre y su marido, poniéndose de acuerdo para ello, le dieron muerte. 

Ahora la mujer mantenía a un bebé en sus brazos, su antiguo amante, que fuera asesinado. La sardina era su despiadado marido, y el perro, su padre. Todos habían vuelto a reunirse en la presente vida, pero en condiciones muy distintas. 

***

El Maestro dice: Nadie puede escapar a sus acciones: tal es el designio del karma.


Tomado del libro:
101 Cuentos clásicos de la India
Recopilación de Ramiro Calle
Fotografía de Internet

DARLO TODO


sábado, 20 de octubre de 2018

DARLO TODO


El primer alumno de Naropa era un tibetano llamado Marpa el Traductor. En uno de sus viajes a India, Marpa le llevó el oro que tradicionalmente se daba al profesor. Ahora bien, Marpa no era exactamente un cobarde ni era para nada tacaño; era un tipo muy intrépido y valeroso. Por ejemplo, sus amigos y familiares trataron de encontrar a alguien para que le acompañara en su viaje a India, pero él se negó a tener compañía aunque su salud no era demasiado buena y tenía más de cincuenta años. 

La historia cuenta que finalmente Marpa regaló el oro a su profesor Naropa, pero se quedó con un poco, tal como todos solemos hacer. Y este hecho tenía una explicación razonable: tenía que volver a casa y necesitaba un poco de oro, sólo un poco. Pero Naropa dijo: «¿Piensas que puedes comprarme con tus engaños?» Entonces Marpa se lo dio todo. Naropa arrojó el oro al aire y dijo: «El mundo entero es oro para mí.» En ese momento Marpa tomó conciencia de la naturaleza de la realidad más vívidamente que nunca. 

No experimentamos el mundo plenamente a menos que estemos dispuestos a darlo todo. Samaya significa no quedarnos nada, no prepararnos una vía de escape, no buscar alternativas, no pensar que tenemos mucho tiempo y podemos dejar las cosas para después. 

En cierto sentido, la relación samaya —sea con el mundo fenoménico como profesor absoluto o bien con una persona individual— trata de suavizarnos. Nos suaviza para que no podamos engañarnos, para que no podamos ser sordos, mudos y ciegos, para que siempre nos llegue el mensaje. La relación samaya con un profesor vajrayana está pensada para ayudarnos: está pensada para introducirnos al hecho de que si podemos mantener aunque sólo sea una relación incondicional con una persona, podemos tener una relación incondicional con el mundo. Hasta ese momento, pensamos que podemos escaparnos, que podemos zafarnos de las situaciones. Pero en esa relación concreta nos comprometemos a seguir adelante pase lo que pase. 

El principal discípulo de Marpa fue Milarepa, e inicialmente su relación fue más bien dura. Milarepa no tenía ninguna duda de que Marpa era su profesor y de que podía llevarle a la iluminación. Por tanto, le dijo: «Me entrego a ti totalmente en cuerpo, discurso y mente. Por favor ayúdame a realizar mi verdadera naturaleza.» Entonces comenzaron los desafíos. Milarepa había acumulado mucho karma. En concreto, había matado a mucha gente y había causado mucho dolor. Para poder soltar esa carga, tuvo que soportar muchas pruebas. Marpa le hacía construir torres de piedra, y cuando estaban casi terminadas le mandaba deshacerlas. Milarepa sufrió mucho en sus primeros años con Marpa. No recibía ninguna enseñanza, era insultado continuamente y tenía que construir torres hasta que sus manos y su espalda eran una gran llaga. Sin embargo, Milarepa nunca dudó de los motivos de Marpa y, en realidad, aunque casi nunca lo mostraba, Marpa amaba a Milarepa con todo su corazón y sólo deseaba que pudiera despertar plenamente. Cada vez que Milarepa se rendía a la situación, cada vez que abandonaba su resentimiento, depresión y orgullo, soltaba su antiguo equipaje. En un momento dado estaba tan desnudo que no le quedaba nada que perder. Entonces Marpa le dio las enseñanzas y su relación entró en una nueva fase de ternura y calidez.

A FLOR DE PIEL


viernes, 19 de octubre de 2018

EL DERECHO A SER DÉBIL


El paradigma de la fortaleza masculina ha obrado en dos sentidos, ambos negativos para el varón. De una parte, ha bloqueado de manera inclemente su natural debilidad humana, y por otra, ha promovido (reforzado) una serie de costumbres claramente exhibicionistas en favor de la supuesta reciedumbre.

Tanto en el primer caso (represión de las emociones primarias), como en el segundo (dependencia de la aprobación social), las consecuencias son castrantes.

El derecho a ser débil se refiere a la capacidad de aceptar, sin remordimientos de ningún tipo, cualquier manifestación de ablandamiento, obviamente no patológica. El derecho a sentir miedo, a fracasar, a cometer errores, a no saber qué hacer, al encantador ocio y a pedir ayuda, no nos alejan de la masculinidad sino que nos acercan al lado humano de la misma. Ese lado tan especial donde reposa el andrógino personal y que había sido crudamente descartado por el típico hombre fortachón y rudo.

Cuando mutilamos el derecho a la fragilidad, automáticamente sobre generalizamos el ideal de valentía y dejamos de reconocer que, en muchas situaciones, la flaqueza debe aflorar. La nueva masculinidad no desprecia el coraje: lo reconoce, pero no se obsesiona por él.

Ejercer el derecho a ser débil no es irse para el otro lado y proclamar la debilidad como una virtud recomendable. Rescatar lo delicado no apunta a "travestir" nuestra virilidad, ni a ensalzar un hombre blandengue, inseguro y pasivo, avergonzado de su sexo y desnaturalizado, tratando de imitar los valores femeninos. La seguridad en sí mismo, la capacidad de oponerse a la explotación personal, la persistencia para alcanzar las metas y el espíritu de lucha son valores deseables para cualquier persona, hombre o mujer. Lo que se está criticando es el miedo irracional a ser débil y la estúpida costumbre de tener que exhibir el poderío durante las veinticuatro horas, para "cotizar" y ser amado. 

DERECHOS MASCULINOS


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