viernes, 24 de agosto de 2018

CONOCERSE A UNO MISMO


Un niño de la India fue enviado a estudiar a un colegio de otro país.

Pasaron algunas semanas, y un día el jovencito se enteró de que en el colegio había otro niño indio y se sintió feliz. Indagó sobre ese niño y supo que el niño era del mismo pueblo que él y experimentó un gran contento.

Más adelante le llegaron noticias de que el niño tenía su misma edad y tuvo una enorme satisfacción. Pasaron unas semanas más y comprobó finalmente que el niño era como él y tenía su mismo nombre. Entonces, a decir verdad, su felicidad fue inconmensurable.

***

El Maestro dice:

EXTERIOR E INTERIOR FUNDIDOS


miércoles, 22 de agosto de 2018

LA MUERTE ES UNA ILUSIÓN


Es como una nube en el cielo. Cuando la nube ya no está en el cielo no significa que la nube haya muerto. La nube continúa en otras formas, como lluvia o nieve o hielo. Así que uno puede reconocer tu nube en sus nuevas formas. Si estás muy encariñado de una nube hermosa y si tu nube no está más ahí, no deberías estar triste. Tu amada nube pudo haberse convertido en lluvia, llamándote ‘querida, querida ¿No me ves en mi nueva forma?’. Y entonces no serás golpeada por la pena y la desesperación. Tu ser amado continúa siempre. La meditación te ayuda a reconocer su presencia constante en nuevas formas.

Nuestra naturaleza es la naturaleza sin nacimiento y sin muerte. La naturaleza de la nube también. Una nube no puede morir nunca. Una nube puede volverse nieve o granizo o lluvia, pero es imposible para una nube pasar de ‘ser’ a ‘no ser’, y eso es verdadero para con tu ser amado. Ella no ha muerto, ella continua en muchas formas nuevas. Y uno puede mirarla profundamente y reconocerla en uno y alrededor de uno.


Thich Nhat Hanh

MENTE NO PREOCUPADA


martes, 21 de agosto de 2018

¿CUÁL SEXO FUERTE?


PARTE 1
Algunas consideraciones sobre la supuesta 
fortaleza del varón y su natural 
debilidad humana.

Los hombres no somos, definitivamente, tan fuertes como la cultura ha querido mostrar. Más aún, en muchas situaciones donde sería propicio manifestar la tal fortaleza masculina, ésta brilla por su ausencia. Independientemente de las causas del estereotipo social que estigmatiza a un varón recio e indoloro, es indudable que los propios hombres, tal vez en respuesta a las deficiencias de un ego que necesita ser constantemente admirado, hayamos mantenido y promocionado esta imagen alterada de la masculinidad que, además de no ser honesta, nos ha traído más desventajas que ventajas. De hecho, muchos varones están hartos de jugar el papel de un superhombre carente de adrenalina, inerte ante el sufrimiento y totalmente autosuficiente. Si la mayoría de los hombres siente miedo, no soporta la soledad, le agobia la idea del fracaso y no muestra el mínimo indicio de hacer abdominales, ¿de cuál sexo fuerte estamos hablando?

El paradigma de la fortaleza masculina La fuerza física fue muy importante en los niveles preestatales de la civilización. El poder muscular permitía asegurar la vida en dos sentidos fundamentales. Por un lado, hacer la guerra requería de hombres fornidos que pudieran cargar armas y enfrentar la contienda corporal. Por el otro, si por cualquier razón el hábitat se volvía hostil y difícil, el músculo comenzaba a ser determinante para la supervivencia. Cuando las dos condiciones mencionadas ocurrían, los hijos hombres se privilegiaban sobre las hijas mediante prácticas tan espantosas como el infanticidio femenino y otras barbaridades demográficas. Los hombres fuertes fueron necesarios y posiblemente, por tal razón, acceder a esta categoría implicaba un esfuerzo especial.

Los ritos de iniciación masculina que realzan la fortaleza han existido en casi todas las culturas y a través de todos los tiempos. Desde la severa formación espartana de los griegos y los caballeros de la Edad Media hasta el traumático servicio militar, todos, sin excepción, parecen compartir el mismo principio: para hacerse hombre y ser reconocido como tal, es necesario sufrir. Incluso en la actualidad, muchos grupos tribales y aldeanos someten a sus jóvenes varones a pruebas extraordinarias de fuerza y entrenamiento para resistir el dolor y el miedo, exponiéndolos a elementos nocivos, mutilaciones físicas y enfrentamientos con terribles alucinaciones provocadas por droga.


Pese a que el poder masculino ha sido trasladado del garrote del troglodita al maletín del ejecutivo, la fuerza física aún es un requisito importante de masculinidad para muchos hombres y mujeres. Esta creencia puede generar en los jóvenes varones un trastorno opuesto a la anorexia femenina, pero igualmente grave: en vez de Twiggy, Charles Atlas. Muchos adolescentes hombres muestran serios problemas de autoestima y autoimagen porque se perciben a sí mismos como enclenques, demasiado flatoso alejados del patrón "fornido" tradicional: "Me gustaría tener más espalda","Quisiera ser más grueso", "Mis brazos son raquíticos", y así. Sentirse alfeñique es una de las torturas más grandes por las que puede pasar un muchacho. El silogismo es claro, aunque falso: "Un verdadero hombre debe ser fuerte, la fortaleza está en los músculos. Yo no tengo suficiente desarrollo físico, por lo tanto soy poco hombre y poco atractivo". Una trampa aristotélica mortal que los puede llevar a incrementar obsesivamente sus proporciones, de cualquier manera y a cualquier costo, anabólicos incluidos. En tiempo de playa y sol, la discriminación es clara: las mujeres ocultan su celulitis envolviéndose en una toalla, y los hombres esconden su escasa caja toráxica debajo de una holgada camiseta que no se quitan por nada delmundo.

ENFRENTANDO LA MUERTE


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...