martes, 24 de julio de 2018

UNA VARIEDAD DE TRAMPAS


En mi país, muchos hombres crecen con la idea de que las mujeres son reses. "Me casé con ella", dicen. "Ella me pertenece". ¿Debemos culpar a estos hombres? Prepárense para una sorpresa: No. Lo mismo que no se puede culpar a muchos estadounidenses por la manera de percibir a los rusos. Sus anteojos o percepciones están teñidos de determinado color, y así perciben; ése es el color a través del cual miran el mundo, ¿Qué se requiere para convertirlos a la realidad, para que se den cuenta de que están mirando el mundo a través de anteojos de colores? no hay salvación hasta que vean su prejuicio básico.

Apenas miramos el mundo a través de una ideología, estamos perdidos. Ninguna realidad se ajusta a una ideología. La vida está más allá de eso. Por eso la gente siempre busca el sentido de la vida. Pero la vida no tiene sentido; no puede tener sentido porque el sentido es una fórmula; el sentido es algo que significa algo para la mente. Cada vez que usted logra verle el sentido a la realidad, tropieza con algo que destruye el sentido que usted vio. El sentido sólo se encuentra cuando va más allá del sentido. La vida sólo tiene sentido cuando se percibe como un misterio y no tiene sentido para la mente que conceptualiza.

No digo que la adoración no sea importante, pero si digo que la duda es infinitamente más importante que la adoración. En todas partes la gente busca objetos para adorar, pero yo no encuentro gente suficientemente despierta en sus actitudes y convicciones. Cuán felices seríamos si los terroristas adoraran menos su ideología y cuestionaran más. Sin embargo, no nos gusta aplicarnos eso a nosotros mismos; creemos que nosotros tenemos la razón y que los terroristas están equivocados. Pero el individuo que es un terrorista para usted, es un mártir para el otro bando.

REALIDAD FRAGMENTADA


lunes, 23 de julio de 2018

MÁS ALLÁ DE LAS DIFERENCIAS


Amanecía. Una mujer muy santa se estaba dando un apacible baño totalmente desnuda. De repente, un yogui vino a darle un recado y la sorprendió en su desnudez. Desconcertado y sorprendido, se dio rápidamente media vuelta y se dispuso a alejarse de la mujer, pero ella le reprendió en los siguientes términos: 

--¿Por qué te vuelves? Si me pudieras ver como a las vacas pastando en los campos, también desnuda, no tendrías necesidad de marcharte. Si no te comportas con naturalidad al verme desnuda, es que todavía haces diferencia entre tú y yo; todavía estás atrapado en la dualidad y el deseo. 

El yogui comprendió en profundidad la verdad que brotaba de los sabios labios de la mujer, se puso ante ella de rodillas y comenzó a exclamar: “!Madre, madre, madre!” 

*El Maestro dice:

MÁS AMPLIO QUE EL PENSAMIENTO


EL REGALO DE ESCUCHAR


sábado, 21 de julio de 2018

EL LECTOR


En uno de sus cuentos, Osvaldo Soriano imaginó un partido de futbol en algún pueblito perdido de la Patagonia. Al Barda del Medio, el equipo local, nunca nadie le había metido un gol en su cancha. Semejante agravio estaba prohibido, bajo pena de cárcel o de horca. En el cuento, el equipo visitante evitaba la tentación durante todo el partido; pero al final, en una de las pifias de la defensa del Barda, el delantero centro quedaba solo frente al arquero y no tenía más remedio que pasarle la pelota entre las piernas. 

Treinta y tres años después, cuando Osvaldo llegó al aeropuerto de Neuquén, un desconocido lo estrujó en un abrazo y lo alzó con valija y todo: 

—¡Gol, no! ¡Golazo! —gritó—. ¡Te estoy viendo! ¡A lo Pelé lo festejaste! —y cayó de rodillas, elevando los brazos al cielo. Después se cubrió la cabeza: 

—¡Qué manera de llover piedras! ¡Qué biaba nos dieron! Osvaldo, boquiabierto, escuchaba con la valija en la mano. 

—¡Se te vinieron encima! ¡Eran un pueblo! —gritó el entusiasta. Y entonces se hinchó como un sapo, señaló a Osvaldo con el pulgar y dijo a los curiosos que se habían acercado: 

—A éste yo le salvé la vida. 

Por primera vez se estaba llenando de gente aquel partido que Osvaldo había jugado a solas, una lejana madrugada, sin más compañía que una máquina de escribir, un cenicero lleno de puchos y un par de gatos dormilones.

OBEDECE A TU NATURALEZA


viernes, 20 de julio de 2018

RUIDO MENTAL


Si estamos presentes en nuestra experiencia, se va volviendo más vivida y transparente, y ya no podemos evitar recibir el mensaje. Y éste es un mensaje que nunca se interpreta. Las cosas hablan por sí mismas. No es que un cojín rojo signifique pasión o que un ratón saliendo y ocultándose signifique mente discursiva; sólo son un cojín rojo y un ratón saliendo de detrás de la silla. 

Lo mismo pasa con el sonido, con el sonido ordinario; con cada sonido que oímos, desde el despertador que nos despierta por la mañana hasta los ronquidos nocturnos de nuestro compañero. Todos conocemos muy bien los sonidos que llaman nuestra atención y nos sorprenden, pero ¿cómo suena el bolígrafo escribiendo sobre el cuaderno? ¿Y qué sonido produce pasar las páginas de este libro? ¿Qué sonido tiene tu propia voz? Es muy interesante oír la propia voz; suena como la voz de otra persona. Oír lo que decimos y ver cómo sale hacia el entorno y comunica también puede sacarnos del mortecino samsara. Aunque estemos solos, nuestros bostezos y ventosidades continúan comunicando. Por eso cada pequeño ruido, chirrido o risita, cada pequeño sonido al masticar o beber puede despertarnos. La idea detrás del samaya es la de no evitar nuestra experiencia personal. 

Cuando no pensamos que hay un sonido mejor, más inspirador, menos irritante o menos molesto, el sonido se torna vivido y transparente. 

Y lo mismo es válido para la mente. A medida que vamos practicando, vemos que los pensamientos no desaparecen sino que se hacen más precisos y menos sustanciales. En la mente rompemos el samaya cuando dividimos las cosas en «correctas» y «equivocadas». Pensamos que podemos elegir, que tenemos alternativas y podemos resolver las cosas. Se puede decir que, a nivel mental, romper el samaya es sentir que debemos tener soluciones para los problemas, incluso sentir que hay problemas y soluciones. Esto puede darte una idea de lo difícil que es mantener el samaya mental. 
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