viernes, 18 de mayo de 2018
jueves, 17 de mayo de 2018
EL LORO QUE PIDE LIBERTAD
Ésta es la historia de un loro muy contradictorio. Desde hacía un buen número de años vivía enjaulado, y su propietario era un anciano al que el animal hacía compañía. Cierto día, el anciano invitó a un amigo a su casa a deleitar un sabroso té de Cachemira.
Los dos hombres pasaron al salón donde, cerca de la ventana y en su jaula, estaba el loro. Se encontraban los dos hombres tomando el té, cuando el loro comenzó a gritar insistente y vehementemente:
--¡Libertad, libertad, libertad!
No cesaba de pedir libertad. Durante todo el tiempo en que estuvo el invitado en la casa, el animal no dejó de reclamar libertad. Hasta tal punto era desgarradora su solicitud, que el invitado se sintió muy apenado y ni siquiera pudo terminar de saborear su taza. Estaba saliendo por la puerta y el loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”.
Pasaron dos días. El invitado no podía dejar de pensar con compasión en el loro. Tanto le atribulaba el estado del animalillo que decidió que era necesario ponerlo en libertad. Tramó un plan. Sabía cuándo dejaba el anciano su casa para ir a efectuar la compra. Iba a aprovechar esa ausencia y a liberar al pobre loro. Un día después, el invitado se apostó cerca de la casa del anciano y, en cuanto lo vio salir, corrió hacia su casa, abrió la puerta con una ganzúa y entró en el salón, donde el loro continuaba gritando: “!Libertad, libertad!” Al invitado se le partía el corazón.
¿Quién no hubiera sentido piedad por el animalito? Presto, se acercó a la jaula y abrió la puertecilla de la misma. Entonces el loro, aterrado, se lanzó al lado opuesto de la jaula y se aferró con su pico y uñas a los barrotes de la jaula, negándose a abandonarla. El loro seguía gritando: “!Libertad, libertad!”
miércoles, 16 de mayo de 2018
martes, 15 de mayo de 2018
lunes, 14 de mayo de 2018
SI HUBIERA TENIDO UN POCO MÁS DE TIEMPO
Con algunos ahorros, un hombre de un pueblo de la India compró un burro joven. La persona que se lo vendió le previno de la cantidad de comida que tenía que procurarle todos los días.
Pero el nuevo propietario pensó que tal cantidad era excesiva y comenzó a restar comida día a día al pollino.
Hasta tal punto disminuyó la ración de alimento al asno que, un día, el pobre animal amaneció muerto. Entonces el hombre comenzó a gimotear y a lamentarse así:
--¡Qué desgracia! ¡Vaya fatalidad! Si me hubiera dado un poco más de tiempo antes de morirse, yo hubiera logrado que se acostumbrase a no comer nada en absoluto.
***
El Maestro dice: Como este hombre son algunos negligentes y “avaros” buscadores espirituales: quieren conquistar la Sabiduría sin ningún ejercitamiento espiritual.
domingo, 13 de mayo de 2018
MONTAR EN BICICLETA
La vida es como montar en bicicleta. Si quieres mantener el equilibrio no puedes parar.
(Albert Einstein)
Stephen R. Covey popularizó el término «proactividad» con su obra Los siete hábitos de las personas altamente efectivas. Tal como la conocemos actualmente, la proactividad es la actitud de aquel individuo que asume el control de su vida y toma la iniciativa de forma creativa para generar mejoras en su devenir, decidiendo y actuando de forma libre, asumiendo las consecuencias y las responsabilidades de sus actos.
Una persona proactiva es aquella que asume la responsabilidad de su propia vida y de aquello que le sucede. A pesar de los condicionamientos genéticos, sociales y educacionales que puedan acompañarnos, la decisión última de nuestros actos recae de forma irreversible en nosotros.
Nuestro carácter es el que dicta nuestra respuesta ante lo que nos sucede en la vida, y esta identidad la conformamos nosotros con cada decisión que tomamos.
La persona proactiva cuenta con una serie de cualidades que marcan la diferencia en los resultados que obtiene:
1. Es responsable de su vida y sus acciones.
2. Antepone sus valores a sus sentimientos.
3. Tiene la capacidad de autorregular sus deseos y emociones.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)