1. PRINCIPIO DE MENTALISMO
El Kybalión sostiene que en el Universo hay una sola Mente, un «Todo», y absolutamente todo lo que existe está comprendido dentro de esa Mente. Es decir, cada ser está conectado y forma parte de esa totalidad. Como todo lo que ha existido, existe y existirá forma parte de esa Mente Universal, el Universo es mental, y como nosotros somos parte de esa Mente, cada una de las cosas que vivimos depende de nuestros pensamientos.
Por lo tanto, nuestro mundo depende de nuestros pensamientos. Esto significa que lo que decidamos creer en cada momento se verá reflejado en el tablero de juego de la vida, dado que el Universo es mental. Nada es aleatorio y por ese motivo debemos aprender a controlar nuestros propios pensamientos, pues precisamente ellos engendran nuestra realidad.
2. PRINCIPIO DE CORRESPONDENCIA
Literalmente dice: «Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba». Estudiar una parte del Todo nos facilita entender el resto.
Si este principio lo llevamos al plano personal, podremos ver que cada acto de una persona nos muestra cómo es interiormente. Es decir, si actúa de forma desordenada y caótica, así será también su mundo emocional. Si se muestra excesivamente ordenada, lo más probable es que su carácter sea cerrado y estricto.
La buena noticia es que el principio de correspondencia también funciona al revés: cualquier cambio interior repercute en nuestra situación exterior. Si dejamos de criticar, de prejuzgar, de emitir pronósticos negativos, de instalarnos en la queja permanente, descubriremos cómo nuestras circunstancias cambian, pero no lo hacen por arte de magia, simplemente lo hacen porque somos nosotros los que contribuimos a cambiar su signo modificando nuestra actitud. Y es que, aunque nada cambie, si uno cambia, todo empieza a cambiar.
El orden de uno ayudará a encontrar el orden del otro.
3. PRINCIPIO DE VIBRACIÓN
Tradicionalmente se ha dividido al ser humano en tres partes: espíritu, alma y cuerpo. El espíritu equivaldría a la mente consciente, la parte que monitoriza lo que vivimos y tiene la capacidad de transformarnos. El alma sería la mente inconsciente, aquella en la que se almacenan los recuerdos de esta y otras vidas, para los que creen en la reencarnación; es decir, nuestra programación. El cuerpo es nuestro vehículo para esta experiencia.
En el Universo todo está en continuo movimiento, cambio y renovación. Todo vibra y evoluciona hacia algo mejor.
Como individuos, la vida nos obliga a avanzar aunque no lo deseemos. Cuanto más atrincherados estemos en una situación, más fuerte será el empujón de la vida para obligarnos a continuar nuestra evolución.
Estos cambios los vemos en forma de crisis que después se traducen en un cambio personal concreto, como la metamorfosis de una mariposa: primero necesitamos pasar por el trauma de la crisálida para conseguir nuestras alas.
Estos momentos son necesarios y debemos aprender a afrontarlos cuando lleguen, abiertos para aprender y cambiar. El mundo está en continuo cambio y no podemos aferrarnos a nada. El presente está de paso y después vendrá el futuro que de nuevo será presente, y aprender a disfrutar de él, momento a momento, es la clave de la felicidad.
El principio de vibración nos enseña que las energías iguales se atraen. Alrededor de esta idea se estructura el célebre best seller de Rondha Byrne.
La mente es más grande que el cuerpo. Los pensamientos provienen de un lugar infinito y por ello tienen infinitas posibilidades, y a nosotros nos corresponde tomar las elecciones en cada momento que configurarán nuestra realidad.
Según este tercer principio, el Universo está hecho de la misma sustancia por la que se propagan las distintas vibraciones. Con nuestras elecciones y pensamientos estamos construyendo nuestra realidad, pero también nuestra vibración, y con ella atraemos aquello que vibra igual que lo que hemos elegido.
Desde un punto de vista simbólico, la vibración es la naturaleza de los pensamientos que elegimos. Las personas que piensan en términos de pobreza sólo ven lo que les falta, mientras que las que tienen una mentalidad de abundancia saben ver las oportunidades en todas partes.
Cuando empezamos a aprender y seguir las leyes, es natural que surja cierta resistencia. Intentamos poner orden a nuestra vida con dieta, ejercicio y afirmaciones, pero unos días después dejamos de hacerlo por falta de tiempo. Nuestro antiguo yo lucha contra nuestros propósitos para intentar recuperar el control. Para que se produzca el cambio, debemos reafirmarnos, recordar nuestras metas y ser constantes. Aprender a cuidar de nosotros mismos y de la vibración que hemos elegido es la clave del éxito.
Durante este propósito puede que nos encontremos con situaciones difíciles o con personas que hagan bajar nuestra vibración, pero no debemos culparlas, sino aprovecharlas como enseñanzas. Las personas difíciles pueden ser maestros de vida; quizá no podamos cambiarlas, pero sí podemos cambiarnos a nosotros mismos para que no nos afecten tanto.
Además, las vibraciones altas inciden sobre las bajas, eso significa que —siempre según este principio— cuanto más alto vibres, mejor ayudarás a vibrar a los que te rodean.
En este sentido, el vocabulario también es muy importante para la evolución de tu vibración, ya que las malas palabras y la crítica rebajan su calidad.
Según los maestros herméticos, para mejorar nuestra vibración hay muchas cosas que podemos hacer, como meditar, entregarnos a una causa que sea útil a los demás, contactar con la naturaleza, o bien realizar aquellas actividades que nos elevan emocional e intelectualmente.
4. PRINCIPIO DE POLARIDAD
Esta ley dice así: «Todo es doble; todo tiene dos polos; todo, su par de opuestos; los semejantes y los antagónicos son lo mismo; los opuestos son idénticos en naturaleza, pero diferentes en grado; los extremos se tocan; todas las verdades son semiverdades; todas las paradojas pueden reconciliarse».
Con este principio, el sabio Hermes invita a armonizar los opuestos y, como diría Aristóteles, encontrar el equilibrio justo entre los polos.
Todos albergamos bondad y maldad en nuestro interior, así como atesoramos lo masculino y lo femenino, o el calor y el frío. Los extremistas tienen un trabajo más duro por delante, ya que deben descubrir que ambos extremos son expresiones de una misma cosa y que, en palabras de Buda, es en la vía del medio donde encontramos la sabiduría.
Al conciliar los polos podemos gozar de una vida armoniosa. El calor necesita del frío —el uno sin el otro haría que nos abrasáramos o nos heláramos—; el materialismo, de la espiritualidad, y la luz, de la oscuridad.
Cuando nos sentimos en una situación polarizada intensa, lo que debemos hacer es ir hacia el polo opuesto para quedar así en el centro. Si por ejemplo estamos enfadados, podemos pensar en algo que nos hizo reír para recuperar la objetividad, porque existe una gran escala de grises y ninguna verdad absoluta.
5. PRINCIPIO DE RITMO