miércoles, 27 de septiembre de 2017

LA CEREMONIA


El Turco lleva mucho años detrás de aquel mostrador. Servía bebidas, a veces inventaba. Callaba, a veces escuchaba. Conocía las costumbres y las manías de cada uno de los clientes que noche tras noche venían a echarse tragos.

Había un hombre que llegaba siempre a la misma hora, a las ocho en punto de cada noche, y pedía dos martinis secos. Pedía los dos martinis a la vez y se los bebía él solito, un sorbo de una copa, un sorbo de la otra. Muy lentamente, mirando nada, diciendo nada, el hombre vaciaba sus dos copas, se comía sus dos aceitunas, pagaba y se iba.

El Turco tenía la costumbre de no preguntar, pero una noche el hombre le leyó alguna curiosidad en los ojos y, como quien no quiere la cosa, contó. Dijo que su amigo más amigo estaba viviendo muy lejos de allí, muy lejos de Quito, en Ottawa. Y dijo que a las ocho en punto de cada noche los dos se encontraban, allí y allá, en ese bar de Quito y en un bar de Ottawa, y bebían una copa juntos.

Y así pasó el tiempo, de ceremonia en ceremonia. Hasta que una noche, el hombre llegó con la puntualidad de siempre pero pidió un solo martini, que sea uno, por favor, y bebió, lento, callado, hasta agotar la única copa. Entonces El Turco hizo lo que nunca: lo tocó. Estiró el brazo sobre el mostrador y lo tocó:

—Mi pésame —dijo.

PROYECTANDO LA FELICIDAD


martes, 26 de septiembre de 2017

PENSAMIENTO DIVERGENTE Y CREATIVIDAD


Para salirse del molde y romper esquemas, el creativo también necesita un pensamiento divergente98 además de sentirse profundamente implicado en la tarea (lo que se denomina «experiencia óptima» o «fluir»99) y, quizá, tener una «chispa» de locura genial. 

Mientras el pensamiento convergente busca establecer acuerdos basados en la razón, el pensamiento divergente lo que busca es jugar con las ideas y crear nuevos esquemas. Supone la capacidad de cambiar de perspectiva sin caer en el pánico y generar una buena cantidad de ideas e impresiones, siendo original y práctico a la hora de elegirlas y conectarlas. El pensamiento divergente funciona saltando de un extremo al otro, tratando de comprender los opuestos.

Uno de mis pacientes era exageradamente perfeccionista y ordenado en su vida diaria. Cualquier cosa que no estaba en su sitio le producía malestar e irritabilidad. Debido al estrés que le generaba el desorden, le sugerí que viviera como una persona desordenada deliberadamente para que sintiera la ansiedad y que, además, tratara de descubrir, a partir de esa experiencia extrema, posibles soluciones para la vida diaria (son las técnicas que se conocen con el nombre de la intención paradójica y el rol fijo). La idea era que esa vivencia le permitiera observar las ventajas y desventajas del estilo obsesivo. Aunque al principio le fue muy difícil, al cabo de la primera semana la «alteración del hábitat» se hizo más soportable. En términos más concretos, le sugerí lo siguiente: «A partir de esta experiencia, trate de buscar alternativas creativas que sean beneficiosas para usted y su familia. Intente elaborar acuerdos sobre el “orden” que no sean nocivos para nadie.» Después de estar hundido casi un mes en el desorden, el hombre propuso, en una extensa y polémica asamblea hogareña en la que intervinieron hijos, esposa, empleada doméstica y psicólogo, una serie de soluciones, muchas de las cuales fueron aceptadas por el grupo. Por ejemplo: que en determinados lugares «muy personales» solamente él se haría cargo de la limpieza; que algunos objetos decorativos de la casa sí podrían moverse de sitio o de posición (un sistema «decorativo rotatorio»); que cuando algún tipo de desorden le molestara, en vez de ir con la típica regañina, dejaría plasmada su queja por escrito en una pizarra ubicada en la biblioteca, y en la que se podía leer: «Quejas justas de un hombre obsesivo»; que su hija revisara una vez por semana la limpieza general de la casa de acuerdo al criterio de ella (antes, él pasaba revista cuatro o cinco veces al día) y, por último, que el hijo fuera el encargado de controlar la gasolina del automóvil. 

EMOCIONES DEL PASADO





lunes, 25 de septiembre de 2017

IMAGINAR SOLUCIONES


En una tarde nublada y fría, dos niños patinaban sin preocupación sobre una laguna congelada. De repente el hielo se rompió, y uno de ellos cayó al agua. El otro cogió una piedra y comenzó a golpear el hielo con todas sus fuerzas, hasta que logró quebrarlo y así salvar a su amigo.

Cuando llegaron los bomberos y vieron lo que había sucedido, se preguntaron: "¿Cómo lo hizo? El hielo está muy grueso, es imposible que haya podido quebrarlo con esa piedra y sus manos tan pequeñas..."

En ese instante apareció un abuelo y, con una sonrisa, dijo:
-Yo sé cómo lo hizo.
-¿Cómo? -le preguntaron.
-No había nadie a su alrededor para decirle que no podía hacerlo.

Einstein dijo: Si lo puedes imaginar, lo puedes lograr.

CONJUNTO DE CONCEPTOS MENTALES


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