viernes, 7 de abril de 2017
jueves, 6 de abril de 2017
EL MONJE Y EL PINO PIÑONERO
En el Oriente cristiano de los primeros siglos, los estilitas fueron esos anacoretas que establecieron sus celdas en lo alto de pórticos o de columnas en ruina. San Simeón el Antiguo (hacia 390-459) es el más célebre. La leyenda refiere que un monje zen imitó este modelo. Pero a falta de pórticos y columnas, o por gusto por la simplicidad, se instaló en la copa de un pino piñonero. Este árbol, que se encuentra habitualmente en las laderas rocosas y montañosas de la gran isla de Honshu18, es elegante, en forma de espiral, y su follaje de un hermoso verde oscuro toma en la cima una forma redondeada en forma de parasol. Esta singularidad permite en rigor una instalación precaria, si no agradable, que no está exenta de peligros.
Los habitantes del lugar daban al monje llamado Dori el sobrenombre de «Maestro nido de pájaro». Un célebre poeta decidió hacerle una visita. Cuando llegó al pie del árbol, el monje estaba practicando Zazen, la «postura del despertar»: las piernas dobladas en forma de loto, la espalda derecha, los ojos medio cerrados, la mirada posada a unos dos metros delante de él, las manos en el regazo, con las palmas hacia arriba, la mano izquierda sobre la mano derecha19, con los pulgares formando una cúpula y tocándose ligeramente. La respiración igual, regular, apacible, los labios juntos sin estar apretados, la lengua apoyada en la bóveda del paladar, la atención fija en hara, ese punto situado unos cuatro centímetros por encima del ombligo. La mente, por último, penetrada de silencio. El silencio zen, que no es simple ausencia de ruido, sino que permite aprehender lo esencial, hace próximas y familiares la vida y la muerte, mezcla nuestra pequeña existencia con la Vida universal abre en nosotros la puerta secreta y el camino al Abs... (texto incompleto y no legible del libro donde se tomo).
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El poeta sumergido en el mundo, lleno de esperanzas, de deseos, de miedos, de ruido, de fiebre y de vanagloria, interpeló al maestro zen:
miércoles, 5 de abril de 2017
VALOR PERMANENTE
Pasando a otra idea, hablemos de problema de la valía personal. La valía personal no significa el valor de uno mismo. ¿De dónde procede el valor de uno mismo? ¿Se obtiene del éxito en el trabajo? ¿Se obtiene de tener mucho dinero? ¿Se obtiene de atraer a muchos hombres (si usted es mujer) o a muchas mujeres (si usted es hombre)? Cuán frágil es eso, cuán transitorio. Cuando hablamos del valor de uno mismo, ¿no estamos hablando realmente de cómo nos reflejamos en el espejo de la mente de los demás? Pero ¿tenemos que depender de eso? Uno comprende su propia valía personal cuando ya no se identifica o se define en función de esas cosas pasajeras. No me vuelvo bello por el hecho que todos digan que soy bello. Realmente no soy ni bello ni feo. Estas cosas van y vienen. Mañana podría transformaren en una criatura muy fea, pero todavía sería "yo". Entonces, digamos que me hago cirugía plástica y otra vez vuelvo a ser hermoso. ¿El "yo" realmente se vuelve hermoso? Es necesario dedicar mucho tiempo a reflexionar sobe estas cosas. Se las he dicho rápidamente, pero si dedican tiempo a comprender lo que he dicho, para profundizar en ello, tendrán una mina de oro. Lo sé, porque cuando lo descubrí la primera vez descubrí un verdadero tesoro.
martes, 4 de abril de 2017
EL ARTE DE ESCUCHAR
Cuando escuche a otra persona, no escuche sólo con la mente, escuche con todo su cuerpo. Sienta el campo de energía de su cuerpo interior según escucha. Esto aparta la atención del pensamiento y crea un espacio de calma que le permite escuchar verdaderamente sin la interferencia de la mente. Usted está dando espacio a la otra persona, espacio para ser. Es el don más precioso que puede dar. La mayoría de las personas no saben escuchar porque la mayor parte de su atención está ocupada en pensar. Prestan más atención a eso que a lo que la otra persona está diciendo, y ninguna a lo que realmente importa: el Ser de la otra persona bajo las palabras y la mente. Por supuesto, usted no puede sentir el Ser de otra persona sino a través del suyo. Ese es el comienzo de la realización de la unidad, que es amor. En el nivel más profundo del Ser, usted es uno con todo lo que es.
lunes, 3 de abril de 2017
ALGUNOS «ISMOS» TRISTEMENTE CÉLEBRES
1. Racismo (prejuicio racial): cualquier teoría que defienda la superioridad biológica o intelectual de unas razas sobre otras. Además de los cuestionamientos éticos y políticos, desde el punto de vista científico se plantean dos cuestiones básicas contra el racismo: según la óptica biológica evolucionista no existen razas puras (aunque resulte molesto para algunos, tenemos el mismo origen genético); y todos los datos disponibles muestran que no existen diferencias significativas entre los cocientes de inteligencia de distintos grupos étnicos. Basta viajar por los diversos países y regiones del mundo moderno para darse cuenta de la variedad multiétnica que ha creado la globalización cultural y el intercambio racial. Como dice el psicólogo social Myers sobre el famoso golfista Tiger Woods: «Somos nosotros, no la naturaleza, los que denominamos a Tiger Woods “afroamericano” (su padre es 25 por ciento africano) o “asiático-americano” (también es 25 por ciento tailandés y 25 por ciento chino) o incluso “nativo-americano” u “holandés” (-tiene una octava parte de cada uno).» ¿Hasta dónde nos influye todavía la pigmentación de la piel? ¿En qué medida somos conscientes de ello? ¿El prejuicio racial podría llegar a influir en algunas de nuestras decisiones laborales, afectivas o sociales?
2. Sexismo (prejuicio de género): cualquier teoría o discurso que defienda la superioridad (por ejemplo, biológica, intelectual o social) de un sexo sobre otro. El feminismo ha mostrado hasta la saciedad que la discriminación femenina estaba fundamentada en prejuicios pseudocientíficos y políticos. En el Diccionario de la tolerancia,76 Collo y Sessi citan a un científico del siglo XIX, Paul Julius Moebius, quien escribió un tratado de psiquiatría en el que sostenía, sin dudar, la teoría de la inferioridad mental de la mujer. La consideraba como: «... biológicamente deficiente; la naturaleza la quiere subordinada, sometida, esclava.» Esto no fue en la Edad Media, sino hace apenas cien años, hacia la misma época de Freud, quien tampoco era muy amigo de las mujeres (recordemos, entre otras muchas cosas, el complejo de castración). ¿Hasta dónde nos afecta todavía el género de las personas? ¿En qué medida somos conscientes de ello? ¿El prejuicio sexista podría llegar a influir en algunas de nuestras decisiones laborales, afectivas o sociales?
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