jueves, 24 de noviembre de 2016
miércoles, 23 de noviembre de 2016
VIVE CADA MOMENTO A LA PERFECCIÓN
Hace unos cincuenta años, mientras yo estaba en Estados Unidos, vino a verme una especialista en budismo y me dijo: «Querido maestro, usted escribe unos poemas maravillosos, pero pasa demasiado tiempo cultivando lechugas y haciendo tareas similares. ¿Por qué no emplea su tiempo en escribir más poesía?». Ella había leído en alguna parte que a mí me encantaba cultivar verduras y cuidar los pepinos y las lechugas. Estaba pensando de manera pragmática y me sugirió que el tiempo que dedicaba al huerto debía aprovecharlo para escribir poemas.
Le contesté: «Querida amiga, si no cultivara lechugas, no podría escribir los poemas que compongo». Es la pura verdad. Si no vives concentrado, siendo consciente, si no vives con profundidad cada momento de tu vida cotidiana, no puedes escribir. No puedes producir nada valioso para ofrecer a los demás.
Un poema es una flor que ofreces a la gente. Una mirada compasiva, una sonrisa, un acto lleno de amor compasivo es también una flor que florece en el árbol de la plena consciencia y la concentración. Aunque no pienses en el poema mientras preparas el almuerzo para tu familia, el poema se estará escribiendo. Cuando escribo una historia corta, una novela o una obra de teatro, puedo tardar una o varias semanas en terminarla, pero la historia o la novela siempre están ahí. De igual modo, aunque no estés pensando en la carta que escribirás a tu ser amado, se está escribiendo en el fondo de tu conciencia.
martes, 22 de noviembre de 2016
lunes, 21 de noviembre de 2016
LA CASA IMPERFECTA*
Un maestro de construcción ya entrado en años estaba listo para retirarse a disfrutar su pensión de jubilación. Le contó a su jefe acerca de sus planes de dejar el trabajo para llevar una vida más placentera con su esposa y su familia. Iba a extrañar su salario mensual, pero necesitaba retirarse; ya se las arreglarían de alguna manera.
El jefe se dio cuenta de que era inevitable que su buen empleado dejara la compañía y le pidió, como favor personal, que hiciera el último esfuerzo: construir una casa más. El hombre accedió y comenzó su trabajo, pero se veía a las claras que no estaba poniendo el corazón en lo que hacía. Utilizaba materiales de inferior calidad, y su trabajo, lo mismo que el de sus ayudantes, era deficiente. Era una infortunada manera de poner punto final a su carrera.
Cuando el albañil terminó el trabajo, el jefe fue a inspeccionar la casa y le extendió las llaves de la puerta principal. “Esta es tu casa, querido amigo —dijo—. Es un regalo para ti”.
domingo, 20 de noviembre de 2016
TU VERDADERO CENTRO
Existencia
Propio ser
Atman
Orden
Flor de loto
Mas allá del cerco existes, como existes dentro del cerco; y tu mente consciente es sólo una parte, una décima parte de todo tu ser; los nueve décimos restantes te esperan en la oscuridad. Y, en algún lugar de esos nueve décimos, se esconde tu verdadero centro.
Uno debe ser audaz, valiente. Uno tiene que dar un paso hacia lo desconocido. Durante un tiempo, todos los límites se pierden. Durante un tiempo, te sentirás confundido. Durante un tiempo, te sentirás muy asustado y conmovido, como si hubiera habido un terremoto. Pero, si tienes coraje y no te echas atrás, si no vuelves al yo y sigues hacia adelante, hay un centro oculto dentro de ti que has estado cargando durante varias vidas. Es tu alma, el atman, el propio ser. Una vez que te acercas, todo cambia, todo se vuelve a acomodar. Pero este acomodamiento ya no lo lleva a cabo la sociedad. Ahora, todo se transforma en un cosmos, no en un caos; surge un nuevo orden. Pero ya no es el orden de la sociedad; es el orden de la existencia misma.
Es lo que Buda llama dhamma, Lao Tse llama tao y Heráclito llama logos. No es algo creado por el hombre; es el orden propio de la existencia misma. Entonces, de repente, todo vuelve a ser hermoso; y, por primera vez, verdaderamente hermoso, porque las cosas creadas por el hombre no pueden ser hermosas. Cuando mucho, puedes ocultar su fealdad; nada más. Puedes decorarlas, pero nunca pueden ser hermosas.
sábado, 19 de noviembre de 2016
LA ALONDRA Y EL SOL
Un grito líquido y claro: «Trrui-i-i, tri-i ... », es la alondra, flecha lanzada al sol, ebria de luz, con las alas afiladas, el dorso con rayas negras, el vientre rojizo y suave, y blanco, la alondra de los campos.
«Extrema brasa del cielo, y primer ardor del día», escribe René Char.
«Trru-i-i-i, tri-ri ... », este grito agudo, repetido, obstinado, surgido con la aurora, fascina. Hace mucho tiempo, explica una leyenda japonesa, la alondra cometió la imprudencia de prestar dinero al sol, y éste se niega a devolvérselo. Desde entonces, todos los días al alba, la alondra canta:
-¡Sol, devuélveme mi peculio, mi viático, mi dinero! Y a veces se indigna:
-¡Trrr-ui-iiiii, Trri, rri! ¿Es que no vas a devolvérmelo, ladrón, avaro, agarrado, tacaño?
Y a veces se queja:
-¡Trrui-ui ... Pi-i-i-e-e, pi-i-eee, Sol, devuélveme mi cañamón, mi trigo de luna, mi bello dinero!
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