Ser flexible es un arte, una excelencia o una virtud compuesta de, al menos, tres principios: la excepción a la regla, el camino del medio y el pluralismo.
SEGUNDO PRINCIPIO: EL CAMINO DEL MEDIO.
Cuando estaba en bachillerato, el profesor de geometría descriptiva era el ogro del colegio. Cada examen era una tortura porque el 95 por ciento de los alumnos suspendían.
Un día, uno de mis compañeros de curso decidió hacerle frente y decirle que su evaluación no era fiable, ya que si fallaban tantos alumnos, podía estar pasando una de las siguientes cosas: que el nivel de exigencia era extremo o que las explicaciones que daba el profesor eran insuficientes. De hecho, creo que cualquier persona que haya ejercido la docencia con un criterio razonable sabe que, si nadie aprueba un examen, hay que revisar los procedimientos didácticos utilizados. Pero el profesor en cuestión tenía otra teoría: «Lo único que demuestran los malos resultados obtenidos es que éste es un curso de imbéciles.» El hombre vivía en el mundo de los autoritarios y jamás aceptó revisar su estilo pedagógico. En realidad, si alguien opinaba algo en contra de sus criterios de inmediato se sentía ofendido y comenzaba a sancionar indiscriminadamente a los disidentes. Nunca comprendí por qué el colegio dejaba ejercer a semejante personaje.
¿Cómo habría actuado una persona flexible en su lugar?