Yo no puedo decidir si Fulana o Fulano me atrae o no me atrae, si lo quiero o no lo quiero, no es tema de mi decisión. Pero lo que hago con estas emociones si forma parte de mi decisión.
Yo no puedo evitar sentirme atraído por tal señorita que vive a la vuelta de mi casa, pero otra cosa es que yo no pueda evitar acostarme con ella. Por supuesto que puedo evitarlo, depende de mi. Eso es ejercer la libertad, y no ejercerla es decir quisiera pero no puedo.
La verdad que yo me acuesto con quien quiero y que mi esposa se acuesta con quien ella quiere, por eso es tan valioso que ella se acueste conmigo.
Si en lugar de esto mi esposa pensara que yo me acuesto con ella porque estoy obligado por el casamiento y porque no tengo ninguna posibilidad, ¿qué valor tendría que nos acostarnos juntos?.
Sin la libertad de elegir no puede haber un vínculo amoroso.
Decir que es amoroso aquel vínculo donde los dos andan como perro y gato celándose, es una estupidez. Decir que yo no confío en vos porque te quiero mucho, es una taradez.
Decir que en realidad te controlo, te celo y te persigo porque tengo mucho miedo a perderte, es una pavada.
Los celos tienen como motor las propias inseguridades.
Confío en lo que yo te quiero y me siento querido por vos, no ando teniendo miedo de que vos tengas una historia por ahí.
Con la fidelidad pasan cosas muy interesantes. A veces la gente cree que los celos son una expresión del amor, que si alguien no te cela debe ser que mucho no te ama, y que si alguien te ama te tiene que celar. Para mi son asociaciones absurdas.
Ambrose Bierce define los celos como un miedo que uno tiene de perder al otro, aunque agrega: si lo perdiera por lo que tiene miedo de perderlo no valdría la pena haberlo conservado.