¿Qué podemos decir de aquellas relaciones de pareja en las que los enamorados son casi unos niños y se han ido a vivir juntos? Me refiero a los matrimonios imberbes, patrocinados o no por los padres. Hemos dicho que el amor no tiene edad, pero a veces hay que ponerle pañales. Si apenas puedo con mi vida, ¿cómo voy a congeniar con otra? He atendido a muchos jóvenes, casi adolescentes, que intentaban llevar una vida de pareja adulta imposible. Mi conclusión no es optimista: la mayoría de estas relaciones no funcionan o requieren de mucha ayuda profesional para salir adelante.
Hay un tiempo cronológico y mental para sentar cabeza y otro para volar sin freno, y por eso crear «madurez» o «juventud» en el consultorio es imposible.