En ocasiones, las mentes enamoradas necesitan sobredimensionar el objeto de
su amor para obtener una ganancia adicional y engordar el ego: «Si mi pareja es genial
y es feliz de estar conmigo, algo especial debo de tener». Idealizas al otro, para sentirte
mejor contigo mismo. La premisa es claramente narcisista: Dios nos cría y nosotros nos
juntamos. He conocido personas que en el momento de presentar a su pareja, sacan a
relucir el currículum vítae de ella como si fueran una mercancía con la que comerciar.
Pavonearse de la persona amada es convertirla en un objeto del deseo, un logro «personal
» o un triunfo. Algunos las cuelgan como medallas, junto a otras cosas de valor.









