Estas palabras han sido divulgadas en memoria de Rosa, una alumna universitaria. Es una historia real que sucedió en la Universidad de Antioquia, en Medellín, Colombia.
El primer día de clases en la Universidad, nuestro profesor se presentó a los alumnos y luego nos pidió que nos presentáramos a alguien a quien no conociéramos todavía. Me quedé de pie para mirar alrededor, cuando una mano suave tocó mi hombro. Miré para atrás y vi uní pequeña señora, viejita y arrugada, sonriéndome radiante, con un gesto que iluminaba todo su ser. Dijo:
—Hey, muchacho... Mi nombre es Rosa. Tengo ochenta y siete años de edad. ¿Puedo darte un abrazo?
Me reí y contesté: —¡Claro que puede! —Y ella me dio un gran apretón.
—¿Por qué está usted en esta Facultad a tan tierna e inocente edad? —pregunté. Ella respondió juguetona y sonriente:
—Estoy aquí para encontrar un marido rico, casarme, tener un montón de hijos y entonces jubilarme y viajar.








