lunes, 27 de mayo de 2013

T.V., T.V., T.V.


EL SECRETO DE LA VIDA


LA BELLEZA DE NUESTRO PROPIO PATIO TRASERO

En todo el mundo la gente está tan ocupada corriendo de aquí para allá que olvidan disfrutar de la belleza que les rodea. Estamos tan acostumbrados a huir ciegamente hacia adelante que nos robamos los momentos de alegría.

Una vez soñé que estaba preparando una estancia para Khandro Rinpoche y que me apresuraba a limpiar y cocinar. De repente llegó el coche y allí estaba ella con sus asistentes. Cuando corrí a saludarles, Rinpoche sonrió y me preguntó: «¿Has visto salir el sol esta mañana?» Yo le respondí: «No, Rinpoche, no lo he visto. Estaba demasiado ocupada para ver el sol.» Ella se rió y me dijo: «¡Demasiado ocupada para vivir la vida!»

A veces parece que preferimos la oscuridad y la prisa. Podemos protestar, quejarnos y estar enfadados durante mil años, pero aun en medio de la amargura y el resentimiento podemos vislumbrar la posibilidad de maitri (el amor a uno mismo). Oímos llorar a un niño u olemos el pan que alguien está haciendo; sentimos la frescura del aire o vemos el primer azafrán de primavera, y a pesar nuestro nos sentimos transportados por la belleza de nuestro propio patio trasero.

Del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron

EL PRINCIPIO DEL SENTIDO DE VIDA


Cada vez que toco este tema de la espiritualidad, algunos de mis colegas ultra científicos se miran de reojo con desconfianza, levantan la ceja y se ajustan el cuello de la camisa. Este asunto del sentido de la vida produce escozor a más de un académico. No lo pueden aceptar fácilmente, porque se aleja de los patrones tradicionales de investigación. Tampoco lo pueden rechazar del todo, porque los que logran tener ese sentido especial de trascendencia muestran una serie de ventajas para la supervivencia que otras personas no tienen: viven más tiempo, mejoran sustancialmente su calidad de vida, se enferman menos, afrontan las enfermedades terminales con más entereza, crean inmunidad a muchas enfermedades mentales, pierden el miedo a la muerte y, lo que es más importante, son supremamente resistentes a crear apegos de todo tipo.

Las personas que han encontrado el camino de su autorrealización o que poseen fortaleza espiritual, son duras de matar. Se mueven más fluidamente y no suelen quedarse estancadas en idioteces. No andan buscando algo a que aferrarse para sentirse protegidas. Han incorporado la seguridad a su disco duro. Amar a una persona así es maravillosos, pero asustador, porque puede dar la impresión de ser “demasiado” independiente. Una pareja sin temores asusta a los inseguros. “te amo, pero puedo prescindir de ti”, puede provocar infarto instantáneo a más de un enamorado. Los condicionamientos sociales han instituido una falsa premisa: amor sin miedo no es amor. Cuando un individuo ha encontrado su autorrealización vocacional o trascendental, ama con una paz especial. No es perfección, sino tranquilidad interior. Y aunque puede parecer sospechoso de desamor, no es así. Simplemente ha dejado que los apegos se caigan por su peso: hay deseo, pero no adicción.

Walter Riso divide el motivo de vida en dos dimensiones básicas: autorrealización y trascendencia, ambas serán analizadas en siguientes posts.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

domingo, 26 de mayo de 2013

4 LEYES DE LA ESPIRITUALIDAD (INDIA)

Primera Ley:

"La persona que llega a tu vida es la persona correcta".

Es decir que nadie llega a nuestras vidas por casualidad, todas las personas que nos rodean, que interactúan con nosotros, están ahí por algo, para hacernos aprender y avanzar en cada situación.

Segunda Ley:

"Lo que sucede es la única cosa que podía haber sucedido". 

DEMONIOS PERSONALES Y SUS DISFRACES


Nuestros demonios personales tienen diversos disfraces. Los experimentamos como vergüenza, como celos, como abandono, como ira. Son cualquier cosa que nos haga sentirnos tan incómodos que tenemos que huir
constantemente.

Nos escapamos a lo grande: expresamos nuestras 
emociones reprimidas, gritamos, damos un portazo, 
pegamos a alguien o tiramos un tiesto para no tener que 
enfrentar lo que está ocurriendo en nuestro corazón. U 
ocultamos los sentimientos amortiguando de alguna 
manera el dolor. Podemos pasar toda la vida huyendo de 
los monstruos que viven en nuestra cabeza.

Del libro:
Cuando Todo Se Derrumba
Pema Chödron

INTENTAR VENCER EL MIEDO



Intentar vencer el miedo. Con seguridad, y aunque no puedas creerlo, eres mucho más valiente de lo que piensas. En situaciones límite es cuando más nos conocemos. Muchas personas que se han pasado la vida muertas del miedo, sacan a relucir una fortaleza asombrosa ante la adversidad. No estoy diciendo que tengas que ser una versión de Mel Gibson en Corazón valiente, sino que de tus limitaciones puedes sacar el lado audaz que has ocultado. No hablo de ganar y vencer, sino de intentarlo. Cuando de verdad lo intentamos, nuestro “yo” se fortalece. Ese día dormimos mejor. No habrá remordimientos ni autorreclamaciones. En paz: “Al menos lo intenté”.

Elige un miedo cualquiera que sea irracional y que no sea objetivamente dañino (es decir, una fobia) y enfréntalo. Puedes hacerlo por aproximaciones sucesivas, o de una sola vez, sin anestesia. Si son cucarachas, sal a buscarlas. No escapes al asco o a las sensaciones. Siente el temor a fondo. No lo evites, siéntelo. Métete en el miedo. Aplástalas. Salta sobre ellas. Puedes gritar, insultar y sacudir tu cuerpo al compás de la adrenalina. Pero no dejes que un mísero y asqueroso insecto proclame victoria. Si lo intentas una vez, la próxima será más fácil. Si la vida de un ser querido dependiera de tu miedo a las cucarachas, ya lo hubieras vencido. Lo mismo puedes intentar con otras aprensiones. A hablar en público, al rechazo, a las alturas, al agua, a la oscuridad, en fin, cualquiera que sea la fuente de tu miedo, no hay más opción. Hay que enfrentarlo.

Ponte a prueba. Haz exactamente lo que temes. No esperes que la situación llegue, provócala. Llama al miedo. Rétalo. A la hora de la verdad, no es más que química corriendo por tus venas. Es incómodo, pero no duele. Trata de estar atento a las oportunidades. Cuando algún evento te produzca temor, míralo como una ocasión para fortalecer tu coraje. Ésa es la clave.

El principio de autonomía te enseña a ser independiente. A ver por ti mismo sin convertirte en antisocial. Te muestra el camino de la emancipación psicológica y afectiva. Cuando una persona decide tomar las riendas de su vida, los apegos no prosperan tan fácilmente. Se caen, se apagan. Si ejerces el derecho a ser libre, serás capaz de enfrentar las situaciones difíciles (problemas afectivos incluidos), la soledad será una oportunidad para crecer (no estarás tan pendiente de que te amen), confiarás más en tus capacidades (no esperarás que la pareja te proteja), fortalecerás tu vulnerabilidad al daño y no temerás tanto el abandono. En conclusión, serás más valiente. En palabras de Tagore: “No deseo que me libres de todos los peligros, sino valentía para enfrentarme a ellos. No pido que se apague mi dolor, sino coraje para dominarlo. No busco aliados en el campo de batalla de la vida, sino fuerzas en mí mismo. No imploro con temor ansioso ser salvado, sino esperanza para ir logrando, paciente, mi propia libertad”.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

sábado, 25 de mayo de 2013

DISFRUTAR LA SOLEDAD


Disfrutar la soledad. Haz las paces con la soledad. Ya no le tengas tanto miedo. Ella no muerde, acaricia. Incluso puede hacerte cosquillas. Es verdad que a veces nos sobresalta, pero nos enseña. Quédate con ella unos días. Pruébala, a ver a qué sabe. Puedes empezar por salir solo. Sin compañías de ningún tipo, ni parientes ni amigos. Ve un día al cine, a la hora pico, cuando todo el mundo va acompañado, y haz la fila con cara de ermitaño despechado. Muéstrate solitario. Deja que algunos te miren con pesar (“Pobre, no tiene con quién venir”) ¡Y qué importa! ¿Acaso necesitas tener un bulto al lado para ver la película? Un sábado por la noche, reserva lugar en el restaurante de moda de la ciudad. Ponte tu mejor gala y llega sin compañía. Acércate a la mesa sin más séquito que el camarero, y cuando te pregunten si esperas a alguien más, contesta con un lacónico “no” (como diciendo “hoy no necesito a nadie”). Pide un buen vino y degusta la comida como si fuera la mayor exquisitez. Compórtate como un epicúreo. Ignora las miradas. Descubrirás que, afortunadamente, no eres tan importante. A los cinco minutos nadie se fijará en ti. Pasarás totalmente desapercibido hasta para los más chismosos. Saca a pasear tu soledad con garbo y decoro. Airéala. No la escondas como si fuera un acto de mal gusto. No te avergüences de andar con ella. Muéstrate como un ser independiente. A la hora de la verdad, no eres más que un ser humano al que a veces le gusta estar a solas.

Busca el silencio. Contémplalo. Acércate a él sin mucho ruido. Saboréalo. Cuando llegues a tu casa, no corras a conectarte al televisor, la radio, la computadora o el equipo de música. Primero relájate. Quédate un rato incomunicado con el mundo. ¿No te has dado cuenta de que tu cerebro está sobreestimulado? Desagótalo. Intérnate unas horas en el sosiego de la falta de noticias. Elimina toda nueva información por un tiempo. No hables con nadie. Enciérrate por dos o tres días. Descuelga el teléfono. Aíslate. Practica la mudez.

También puedes quedarte unas horas sin estímulos visuales. Tápate los ojos y juega a ser no vidente. Desplázate por tu casa y trata de hacer algunas actividades sin mirar. Utiliza los sentidos silenciosos como el tacto, el olor y el movimiento.

Busca un lugar apartado, donde la naturaleza esté presente. Escápate por unos días. Aléjate del bullicio artificial y busca el sonido natural. Deja que tu atiborrada mente se oiga a sí misma sin tanta interferencia. Medita y mírate por dentro en la calma de una quebrada, o en el concierto de los animales nocturnos (no discutas con los grillos). Disfruta del “tic tac” de la lluvia. Reposa bajo un árbol y deja que la brisa se insinúe. Esto no es sensiblería de segunda, sino ganas de vivir intensamente los sonidos del silencio.

Si eres una persona que no tiene pareja y se siente sola, no te apresures a buscar a alguien con la desesperación del adicto. No te pegues de la primera opción. La experiencia me ha enseñado que cuando menos se busque el amor, más se encuentra. El deseo descontrolado asusta a los candidatos de cualquier sexo. Si la ansiedad se nota y las ganas te salen por las orejas, espantarás a cuanto ser humano se te acerque. Borra el cartel de tu frente: “Busco pareja”, y cambia su contenido por uno más decente: “Estoy bien así”. Declárate en estado de soledad por un año. Pero no porque eres de malas, sino porque tú lo decidiste: “No voy a tener a nadie durante un tiempo” (claro que si aparece el amor de tu vida la cosa cambia). Cuando hagas las paces con la soledad, los apegos dejarán de molestar.

Del libro:
AMAR O DEPENDER
Walter Riso

EL SUFRIMIENTO ES FAMILIAR


LA IRA UN CARBÓN CALIENTE


Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...