sábado, 29 de diciembre de 2012
EL HIJO DE UN MENDIGO
Cuando el maestro Salim, de Isfahán, visitó en la India la ciudad de Haidarabad, muchos compitieron entre si por el privilegio de que los aceptara como discípulos.
Algunos eran ricos, otros poseían un perfecto conocimiento de las tradiciones, pero todos deseaban ocupar un sitio a los pies de Salim.
Pero cuando la visita hubo terminado, Salim no dejó a nadie tras de si para que guiase a la gente y sólo se llevó consigo al hijo de un mendigo.
Unos diez años después, su delegado Muzaffar llegó a Haidarabad y retomó allí la enseñanza. Cuando los adeptos comprendieron su gran valor, les reveló que él era el hijo del mendigo, aquel a quien Salim había elegido.
Este hecho fue muy comentado, como algo asombroso, y se lo consideró una lección. Pero de todo ello no se supo ver más que un aspecto.
Un día en que llevaba a cabo una reunión abierta, alguien dijo a Muzaffar:
-¡Qué poético y justo es que el más humilde se convierta en el jefe de todos! ¿Acaso no fue doloroso vivir en el ambiente del maestro como hijo de un mendigo y sobrellevar las pruebas a que se somete a quien aspire a transformarse en un jeque Sufí?
Muzaffar observó:
-Para mí fue algo penoso. Pero para uno de mis compañeros, a quien conocí allí, fue realmente doloroso, pues estaba experimentando un gran cambio.
Preguntáronle entonces:
-¿Cuáles eran sus orígenes? ¡Debe haber sido una especie de hereje!
Muzaffar contestó:
-Él era hijo de un rey.
Fuente
El Monasterio Mágico
Shah Idries
PRESENCIA DEL AMOR
Hay un proverbio chino que dice:
"Cuando el ojo no está bloqueado, el resultado es la visión. Cuando la mente no está bloqueada, el resultado es la sabiduría, y cuando el espíritu no está bloqueado, el resultado es el amor."
Todos cambiamos en presencia del amor, aun cuando el amor puede ser muy duro.
No olvidemos que la respuesta del amor es siempre la que el otro necesita, porque el amor verdadero es clarividente y comprensivo. Siempre está de parte del otro.
"Haced lo que os digo", dice Jesús. Pero no podremos hacerlo si antes no nos transformamos en el hombre nuevo, despierto, libre, que ya puede amar.
Del libro:
Lo Mejor de Anthony de Mello
ANTHONY DE MELLO
viernes, 28 de diciembre de 2012
Suscribirse a:
Entradas (Atom)