martes, 6 de noviembre de 2012

ENJUAGUE BUCAL MENTA Y BICARBONATO


Este enjuague bucal natural se prepara muy rápidamente, por lo que podrás hacerlo todos los días luego de lavarte los dientes, o reservar pequeñas cantidades para toda la semana.
 
Ingredientes: 
  • 50 mililitros de agua 
  • ¼ cucharadita de bicarbonato de sodio 
  • 2 gotas de aceite esencial de menta sin diluir 
  • 1 gota de aceite esencial de té 
Preparación: 
Calienta el agua hasta que adquiera una temperatura templada, y añádele el bicarbonato de sodio, mezclando muy bien. 
Cuando tengas la solución lista, agrega las gotas de los aceites esenciales y continúa removiendo un poco más. 

Cuando esté listo reservarlo en el refrigerador.

Cómo utilizar el enjuague bucal de menta y bicarbonato 

Una vez que hayas terminado de cepillarte los dientes, enjuagate la boca con agua natural para luego proceder a hacerlo con tu enjuague natural. 

Si lo utilizas de forma tibia, tendrá un mayor efecto removedor de bacterias y manchas, pero si lo utilizas luego de haberlo refrigerado un poco te brindará un aliento a menta mucho más fresco. 

Un par de enjuagues bucales al día, realizados durante algunos segundos, serán suficientes para complementar un cepillado de dientes normal. Solo vigila de no excederte con el bicarbonato, ya que utilizado en exceso podría provocar una acción de desgaste en los dientes.

Tomado de Otra Medicina (página web)

DATOS SOBRE EL BICARBONATO



Exfoliante. El bicarbonato tiene la capacidad de neutralizar los ácidos que oxidan y envejecen la piel prematuramente. En media taza de avena, mezcla dos cucharaditas de bicarbonato y una de agua. Úsalo como exfoliante para remover las células muertas y darle a tu piel un respiro. 

Purifica tu cabello. Los tratamientos para el pelo suelen dejar una capa de químicos conocida como build-up. Con el tiempo, esta capa va quitando brillo y movimiento a tu cabellera. En una botella de medio litro de agua añade tres cucharaditas de bicarbonato. Una vez por semana, después del shampoo, vierte la solución de bicarbonato en tu pelo, haz un masaje desde la raíz hacia la punta y enjuágalo. El bicarbonato removerá los residuos químicos, ...

Desodorante. Cuando la industria cosmética y de limpiadores no era el monstruo tóxico que es ahora, nuestras abuelas utilizaban bicarbonato para eliminar los malos olores. El bicarbonato no tapa el olor con perfumes fuertes, sino que realmente elimina el olor; al equilibrar los niveles de acidez y alcalinidad que permiten la proliferación de hongos o bacterias, se reducen considerablemente las causas fundamentales del mal olor.
 Pruébalo como desodorante personal: mezcla cuatro cucharaditas de bicarbonato con diez gotas de tu aceite esencial favorito y aplica un poco en tus axilas. Ve midiendo la cantidad y la frecuencia de aplicación de acuerdo a tus necesidades. 

Como sales de baño. Lo ideal es darse un baño de tina, pero si no te es posible, mezcla media taza de bicarbonato en un litro de agua. Después del jabón, usa la solución para darte un masaje vigoroso en todo el cuerpo. Cuando el bicarbonato se combina con el agua calma la irritación de la piel, regula el pH y actúa como suavizante.
Repara tu manicure. Moja la punta de tus dedos y con un poco de bicarbonato masajea la cutícula y las uñas. Añade unas gotas de miel y agua para extender el tratamiento hasta la muñeca. El bicarbonato no sólo es un buen exfoliante, también retrasa el crecimiento de la cutícula y la formación de callosidades, y ayuda mantener sanas tus uñas.

Sonrisa blanca y limpia. Una o dos veces por semana, lávate los dientes con bicarbonato y una segunda vez con pasta de dientes. El bicarbonato actúa como blanqueador y agente preventivo. Al equilibrar el pH de las mucosas, también ayuda a evitar el mal aliento.

Para el acné. La leyenda urbana de la pasta de dientes para secar granitos se debe, en buena medida, a que contiene bicarbonato de sodio. Evita la irritación de la pasta y quédate sólo con el bicarbonato: mézclalo con unas gotas de agua en la palma de tu mano hasta formar una pasta y ponlo sobre el granito. Evitarás que hongos y bacterias proliferen y será más rápido el proceso de cicatrización.

Yahoo México

lunes, 5 de noviembre de 2012

SISTEMA ESCOLAR

Leído en Plano Creativo.

SOBRE LA MENTE


Debes conocer la esencia de la mente. Su intrínseca esencia es la pura claridad.

Esencialmente es la misma que un buda. Debes conocer las funciones de la mente. Sus funciones producen el tesoro de las enseñanzas. Cuando su actividad es siempre silenciosa, las miríadas de ilusiones se convierten en vacuidad.

Constantemente sé consciente, sin cesar. Cuando la mente es consciente, percibe la vacuidad de las cosas. Constantemente considera tu cuerpo como vacío y sereno, tanto en el interior como en el exterior. Sumerge el cuerpo en el reino de la realidad, allí donde nunca ha existido obstrucción alguna.

Mantén la unidad, sin alterarla. Si el estudiante permanece en este estado, en la actividad o en la quietud, será capaz de percibir la naturaleza búdica con toda claridad.

Tao-hsin (580-651)

LA VEJEZ




domingo, 4 de noviembre de 2012

INSOMNIO

Alrededor de un 10% de la población sufre de insomnio, tiene problemas para conciliar el sueño, se despierta con frecuencia por la noche y todavía se siente cansado cuando llega la mañana.

“Cuando te sientes cansado y enfermo, tu rendimiento en el trabajo se ve afectado“, dice Børge Sivertsen, profesor de la UIB del Departamento de Psicología Clínica e investigador senior en el Instituto Noruego de Salud Pública.

LA CASA DEL POBRE


En un remoto lugar existió una vez un hombre tan pobre que no tenía otro bien más que el tiempo que se le había concedido para vivir.

Entonces decidió construir una casa que pudiera darle un cobijo y que cuando él muriera pudiera servir para que otra persona tan pobre como él también encontrará cobijo.

Pero como no tenia nada, comenzó a recoger todo lo que se iba encontrando abandonado para, con esos materiales pobres, construir su obra: piedras, maderas, latas, cristales ... cosas a las que nadie le encontraba ninguna utilidad. Y así, sin prisa pero sin pausa, se puso a construir la obra, su obra, la que daría sentido a su existencia.

Después de muchos años de duro trabajo, un buen día, por fin, consiguió rematar su obra. Pero cuando coloco la última pieza, cayó desvanecido ... y murió.

Muchos años más tarde, otra persona acertó a por pasar por una zona del bosque donde se alzaba todavía la casa que aquel hombre construyó con sus manos y con piezas de muy diversos materiales que había recopilado a lo largo de toda su vida. Y al contemplar su extraño aspecto, se quedó mirándola fijamente, cautivado por las extrañas sensaciones que aquella construcción parecía emitir.

Aquel lugar era la imagen de una vida construida pieza a pieza, paso a paso, golpe a golpe, un lugar que acumulaba la experiencia de toda una existencia, pero no de una vida malgastada y perdida, sino de un tiempo aprovechado para hacer algo útil .

Sentado ante aquella extraña construcción, el viajero pensó que la vida de cada uno de nosotros es como aquella casa, algo que cada uno construye con pedazos de todo lo vivido. Porque no hay otra razón para existir que construir algo útil con todo lo que nos vamos encontrando y lo que nos va sucediendo a la largo de nuestro caminar por la vida, algo que nos sirva para saber en qué hemos gastado el tiempo que se nos regaló para vivir.

Tomando del blog de Joan (El Bloc de Joan).

EL MONARCA DE LA MENTE



Observa al vacío monarca de la mente; misterioso, sutil, insondable, carente de forma y de sustancia y, sin embargo, con gran poder espiritual, capaz de extinguir mil problemas y de perfeccionar diez mil virtudes. Aunque vacío en esencia, puede ser un guía. Si lo observas no tiene forma; si lo llamas, tiene una voz. Actúa como un gran líder espiritual; como una disciplina mental que transmite las escrituras.

De manera parecida a la sal en el agua, como la sustancia adhesiva del color, no cabe duda de que está allí, aunque no puedas ver su forma; así es el monarca de la mente; morando en el interior del cuerpo y saliendo y entrando a través de los sentidos responde libremente a los seres según sus diferentes estados, sin nada que se lo impida, triunfando en todo cuanto lleva a cabo.

Cuando comprendes lo fundamental, percibes la mente; cuando percibes la mente, ves a Buda. La mente es Buda y Buda es la mente. Al ser consciente de la mente búdica, la mente búdica es consciente de Buda. Si quieres realizarte pronto, disciplina tu mente, regúlate a ti mismo. Una vez purificados los hábitos y la mente, la mente misma es Buda; no existe otro Buda que el monarca de la mente.

Si quieres alcanzar la Budeidad, no permitas que nada te oscurezca. Aunque la esencia de la mente sea el vacío, la sustancia de la codicia y de la ira tiene solidez. Para entrar por la puerta que conduce a la fuente, siéntate con el cuerpo erguido y sé Buda. Una vez alcanzada la otra orilla, obtendrás las perfecciones.

Si buscas el camino, observa tu propia mente. Al hacerlo descubrirás que Buda está dentro de ti, y dejarás de buscarlo fuera, la mente es Buda, y Buda es la mente. Si tu mente es clara, percibes a Buda y comprendes la mente que percibe. La mente no está separada de Buda y Buda no está separado de la mente. A no ser por Buda, todo sería insondable; nada se podría comprender.

Si te apegas a la vacuidad, y permaneces en la quietud, fluctuarás hasta llegar a hundirte: la mente de los budas y bodisatvas no permanece en este estado. Las personas elevadas que han conseguido aclarar su mente comprenden este místico mensaje; al sublimar el cuerpo y la mente de modo natural, sus acciones se vuelven inmutables. De ahí que el sabio libere su mente para que sea libre e independiente.

No digas que el monarca de la mente carece de naturaleza esencial; de hecho, puede hacer que el cuerpo físico lleve a cabo acciones incorrectas o correctas. No es ni el ser ni el no-ser, se oculta y manifiesta con absoluta libertad. Aunque la mente en esencia sea vacía, puede ser vulgar o santa: por lo tanto te animo a que la cuides con gran esmero, un momento de extravío y puedes volver a fluctuar y hundirte.

El conocimiento de la pura y clara mente es equiparable al valor del amarillo oro para el mundo; todo el tesoro espiritual de sabiduría está en el cuerpo y en la mente. El tesoro espiritual no-creado no es ni superficial ni profundo. Los budas y bodisatvas comprendieron esta mente primordial; para los que tienen la suerte de encontrarla, no pertenece al pasado, ni al futuro, ni al presente.

Fu Shan-hui (487-569)
Enseñanzas del Zen

EL MIEDO ABSURDO


Había una vez un hombre que padecía de un miedo absurdo, temía perderse entre los demás. Todo empezó una noche, en una fiesta de disfraces, cuando él era muy joven. Alguien había sacado una foto en la que aparecían en hilera todos los invitados. Pero al verla, él no se había podido reconocer. El hombre había elegido un disfraz de pirata, con un parche en el ojo y un pañuelo en la cabeza, pero muchos habían ido disfrazados de un modo similar. Su maquillaje consistía en un fuerte rubor en las mejillas y un poco de tizne simulando un bigote, pero disfraces que incluyeran bigotes y mofletes pintados había unos cuantos. Él se había divertido mucho en la fiesta, pero en la foto todos parecían estar muy divertidos. Finalmente recordó que al momento de la foto él estaba del brazo de una rubia, entonces intentó ubicarla por esa referencia; pero fue inútil: más de la mitad de las mujeres eran rubias y no pocas se mostraban en la foto del brazo de piratas.

El hombre quedó muy impactado por esta vivencia y, a causa de ello, durante años no asistió a ninguna reunión por temor a perderse de nuevo.

Pero un día se le ocurrió una solución: cualquiera fuera el evento, a partir de entonces, él se vestiría siempre de marrón. Camisa marrón, pantalón marrón, saco marrón, medias y zapatos marrones. “Si alguien saca una foto, siempre podré saber que el de marrón soy yo”, se dijo.

Con el paso del tiempo, nuestro héroe tuvo cientos de oportunidades para confirmar su astucia: al toparse con los espejos de las grandes tiendas, viéndose reflejado junto a otros que caminaban por allí, se repetía tranquilizador: “Yo soy el hombre de marrón”.

Durante el invierno que siguió, unos amigos le regalaron un pase para disfrutar de una tarde en una sala de baños de vapor. El hombre aceptó gustoso; nunca había estado en un sitio como ése y había escuchado de boca de sus amigos las ventajas de la ducha escocesa, del baño finlandés y del sauna aromático.

Llegó al lugar, le dieron dos toallones y lo invitaron a entrar en un pequeño box para desvestirse. El hombre se quitó el saco, el pantalón, el pullover, la camisa, los zapatos, las medias... y cuando estaba a punto de quitarse los calzoncillos, se miró al espejo y se paralizó. “Si me quito la última prenda, quedaré desnudo como los demás”, pensó. “¿Y si me pierdo? ¿Cómo podré identificarme si no cuento con esta referencia que tanto me ha servido?”

Durante más de un cuarto de hora se quedó en el box con su ropa interior puesta, dudando y pensando si debía irse... Y entonces se dio cuenta que, si bien no podía permanecer vestido, probablemente pudiera mantener alguna señal de identificación. Con mucho cuidado quitó una hebra del pulóver que traía y se la ató al dedo mayor de su pie derecho. “Debo recordar esto por si me pierdo: el que tiene la hebra marrón en el dedo soy yo”, se dijo.

Sereno ahora, con su credencial, se dedicó a disfrutar del vapor, los baños y un poco de natación, sin notar que entre idas y zambullidas la lana resbaló de su dedo y quedó flotando en el agua de la piscina. Otro hombre que nadaba cerca, al ver la hebra en el agua le comentó a su amigo: “Qué casualidad, éste es el color que siempre quiero describirle a mi esposa para que me teja una bufanda; me voy a llevar la hebra para que busque la lana del mismo color”. Y tomando la hebra que flotaba en el agua, viendo que no tenía dónde guardarla, se le ocurrió atársela en el dedo mayor del pie derecho.

Mientras tanto, el protagonista de esta historia había terminado de probar todas las opciones y llegaba a su box para vestirse. Entró confiado, pero al terminar de secarse, cuando se miró en el espejo, con horror advirtió que estaba totalmente desnudo y que no tenía la hebra en el pie. “Me perdí”, se dijo temblando, y salió a recorrer el lugar en busca de la hebra marrón que lo identificaba. Pocos minutos después, observando detenidamente en el piso, se encontró con el pie del otro hombre que llevaba el trozo de lana marrón en su dedo. Tímidamente se acercó a él y le dijo: “Disculpe señor. Yo sé quién es usted, ¿me podría decir quién soy yo?”

JORGE BUCAY
El Camino de la Autodependencia
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