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viernes, 30 de septiembre de 2016

CHOEI-YUN, LA CORTESANA


Un moño alto, unas cocas en forma de ala de fénix que recogían su cabello de azabache, unas mejillas de porcelana, unos pies delicados. Choei-Yun tenía quince años, y el talle tan fino que al menor soplo uno temía que se fuera volando.

En el Pabellón Azul era la más solicitada de las cortesanas. 

Una hora en su deliciosa compañía costaba tres monedas de oro. Su madre cuidaba de ello celosamente.

Pero es cierto que cantaba como el ruiseñor, sus dedos os rozaban como el rocío, y la mirada de sus ojos negros ya era una caricia. La gente acudía de lejos a la pequeña ciudad de Yu-Hang para admirarla. Servía el té, tocaba la cítara, e incluso jugaba al ajedrez con aquellos cuya bolsa era modesta.

Sólo los ricos mercaderes y algún mandarín que estuviera de paso la seguían a sus habitaciones privadas.

Entre sus admiradores había un apuesto joven pobre, un artista, que la miraba de lejos con fervor. Un día consiguió reunir bastante dinero para poder ofrecer a Choei-Yun un modesto regalo. Se adelantó en medio de los pretendientes.

viernes, 23 de septiembre de 2016

LOS CUENTOS ZEN


FRAGMENTOS DE ZEN

En el bosque de estos cuentos chinos, japoneses e indios, con esas historias de asnos, grullas cenicientas, zorros, monos, medusas, campesinos, dragones, reyes, dioses, monjes, hermosas muchachas desgraciadas, serpientes, alondras, topos, tortugas, cuervos o nobles samuráis, he aquí un claro de silencio. Un alto para recobrar aliento, hacer escala, respirar la felicidad, si la felicidad es de la infancia.

¿Os acordáis de aquellos momentos estirados, que se creían perdidos, que se creían de aburrimiento?

El eco apagado de nuestra infancia y el segundo tema que se entrelaza, la llamada del Absoluto, la llamada del Infinito.

Porque más allá de toda forma, mejor que el poder y la riqueza, más asombroso que el cielo azul, las playas rubias de las islas afortunadas, más embriagador incluso que los amores humanos en su incandescencia, está el canto del silencio, el canto del vacío. «Ese vacío resplandeciente como el cielo de verano, que devora las cosas y junto al cual todo lo demás no es sino un desfile de sombras»12, escribe Marguerite Yourcenar. El vacío, el silencio donde se despierta la melodía de Dios, ese Absoluto al que nada pasa y nada sobrepasa, al que nos llevan y nos devuelven LOS CUENTOS ZEN.


Extraído de:
La Grulla Cenicienta
Los más bellos cuentos zen
Henry Brunel
Fotografía del internet

miércoles, 17 de agosto de 2016

UN MÉDICO, UN ZORRO Y UNA SERPIENTE


Hace muchísimos siglos, más allá incluso del recuerdo, vivía en el estado de Jambdivida un joven médico, dotado con todos los talentos, al que unas penas de amor obligaron al exilio. Vagó durante largo tiempo por los caminos de la India y al final llegó a una provincia desconocida, donde decidió instalarse. Este médico era un hombre bueno, practicaba los «cuatro inconmensurables"11 y su compasión por todos los seres vivos respetaba la regla de las diez virtudes. 

Una mañana de verano iba siguiendo un camino del campo cuando estalló una tormenta espantosa, seguida de un auténtico diluvio. Pronto los caminos, los campos y los bosques fueron invadidos por las aguas tumultuosas de un río salido de madre. El joven médico creyó que su última hora había llegado. En aquel momento una tabla, sin duda una puerta de templo arrancada de sus goznes, pasó junto a él; el joven se agarró a ella con energía, se subió encima y así se encontró provisionalmente a salvo. Mientras contemplaba el desastre, zarandeado sobre su trozo de puerta en medio de las aguas fangosas, vio un zorro, de pelaje rojizo oscuro, con la mirada apagada y la cola empapada y caída, que se ahogaba a unos metros de él. Se asomó lo más lejos que pudo fuera de su balsa improvisada y tendió la mano al zorro. El intento era peligroso, y el médico estuvo a punto de perder el equilibrio. Pero consiguió llevar el zorro sobre la tabla, a su lado. 

*

Un poco repuesto de sus emociones, el zorro se sacudió, se secó y comenzó a tomarle gusto a la vida de nuevo: 

-Señor -dijo-, soy un zorro importante y poseo una famosa madriguera en el bosque, que distinguís debajo de nosotros. Cuando las aguas se hayan retirado, os invitaré a mi casa. 

jueves, 11 de agosto de 2016

LA MUJER DE HIELO


Érase una vez ... un joven que estaba solo. Vivía en una pobre cabaña, sin amigos ni parentela. Una mañana de invierno observaba los carámbanos (pedazo de hielo en forma de cono) que se formaban en el borde del tejado, gotas de cristal que resplandecían en el sol.

Y exclamó:

-¡Me gustaría que el cielo me enviara una esposa que tuviera la blancura irisada y la maravillosa belleza del hielo!

Aquella noche, cuando se disponía a acostarse, llamaron a la puerta:

-¿ Quién está ahí?

-Soy la joven que has reclamado esta mañana al cielo.
Vengo a ofrecerme a ti como esposa.

El joven, intrigado, abrió inmediatamente. En el umbral había una muchacha muy bella. Sus manos eran opalinas y sus mejillas anacaradas brillaban bajo la luna.

-¡Entra! -dijo, seducido.

Cuando la muchacha se hubo instalado en la cocina, le preguntó:

jueves, 21 de julio de 2016

LA «PERLA DE VIENTO»


Esta historia es ahora cosa del pasado. Hace muchísimos siglos, el rey de un minúsculo estado tenía un solo hijo. Ha-Xin era un príncipe hermoso y bien plantado, valiente, servicial y de carácter amable, pero tenía un grave defecto. Era lento, indolente, indeciso. Siempre era el último en las carreras, las justas, los torneos y las fiestas de la corte. Cuando el gran chambelán, el padre de la muchacha a la que amaba, organizaba todos los años el baile de la cosecha, dejaba que sus rivales se le adelantaran. Y la deliciosa Lin- Fang, de cabello negro de azabache, nuca de leche y ojos llenos de estrellas, danzaba toda la noche con otros. 


Todo esto a la larga entristeció tanto a Ha-Xin que éste decidió ir a pedir ayuda al dios de la montaña. Partió a caballo y viajó largo tiempo. Pasó por mil peligros y atravesó noventa y ocho montañas. Finalmente llegó ante la montaña que hacía noventa y nueve. Sus laderas eran tan escarpadas que tuvo que bajar del caballo y trepar asiéndolo de la brida. Al llegar a la cumbre descubrió a una anciana que hilaba bajo un inmenso pino:

-¿Qué buscas, extranjero? -le preguntó la anciana.

-Vengo de muy lejos, honorable abuela -dijo con su cortesía habitual- para consultar al dios de la montaña y solicitar su ayuda.

martes, 5 de julio de 2016

EL PLUMAJE NEGRO DEL CUERVO


Existe la «chova de las torres»: plumaje negro, nuca gris, ojos gris perla, viva, pequeña, grazna sin respiro: «Tia ... cha- ca, chaca, cha, ca, cha ... ». El «grajo»: plumaje negro irisado, pico grisáceo, delgado y fino, con unos graciosos calzones en la rabadilla, y este canto en sordina: «Kaa ... , ah ... , ah». La «corneja negra»: completamente negra, e incluso su gran pico es negro; su graznido ronco y prolongado, «Kroá, kroá ... kra-aaa», simboliza a toda la gente corvatina. El «gran cuervo», finalmente, de sesenta y dos centímetros de promedio de la punta del pico hasta la punta de la cola, de plumaje iridiscente y un grito breve. «Cro ... rrrok». Sea cual sea su personalidad, su singularidad dentro de la especie, el cuervo no es amado. Se ha pretendido que traía mala suerte, que estaba maldito, que en otro tiempo había tenido tratos con los demonios. Su plumaje negro es la marca de su desgracia. ¡Y es injusto! Porque el color de su plumaje se debe a una circunstancia fortuita y desgraciada. Pero escuchad lo que dice a este respecto un cuento del viejo Japón ... 

***

Hace muchísimo tiempo, cuando las aves hablaban, el cuervo iba vestido de gris. Elegante, preocupado por su atavío, un día fue a ver al búho, que, como todo el mundo sabe, ejercía la profesión de tintorero: 

sábado, 2 de julio de 2016

EL DRAGÓN DE LA LLUVIA


En la China los dragones ejercen funciones muy importantes. El «dragón rojo», por ejemplo, al que también llaman «el dragón del fuego», si abre los ojos, aparece el alba, y si los cierra se hace de noche. ¡Qué responsabilidad! El «dragón del trueno y los relámpagos» vigila las tormentas. ¡Duro oficio! El «dragón de las nubes» las reúne como si fueran ovejas, es el pastor de los cumulonimbos. ¡ Y nada es más juguetón y malicioso que una nube! Se esconden, se metamorfosean en león, tiburón o jirafa, se deshilachan, se dispersan ... ¡Cuánto trabajo! Pero los dragones que tienen por misión echarse sobre el sol y la luna y morderles el trasero para impedir que vagabundeen son quizá los menos apreciados, y sin embargo realizan una tarea indispensable. 

¿Qué decir, por último, del «dragón de la lluvia»? Debe verter el agua de la jarra mágica sobre las montañas, los bosques y los arrozales, ni demasiada ni demasiado poca, labor abrumadora que exige una atención constante. ¡Ima- ginemos que riega por distracción el desierto de Gobi! 

***

Se comprende, por lo tanto, que los dragones necesiten de vez en cuando un poco de descanso y de fiesta. Una de las mejores ocasiones es el aniversario del emperador de los dragones. En el palacio celeste todo son banquetes gargantuescos, comilonas, risas y canciones. Aquel año la orgía duraba desde hacía tres días. En las salas y corredores no había más que cuerpos tirados por el suelo. El «Dragón de la lluvia» roncaba durmiendo la mona. Pero, como todo el mundo sabe, un día de los dragones equivale a un año entero de los seres humanos. Y en la tierra, en la gran llanura de la China, la situación resultaba dramática. ¡ Ni una gota de lluvia desde hacía tres años! Los habitantes enviaron una delegación para suplicar al pequeño «Dragón de oro», que es el mensajero entre los hombres y los dragones del cielo. 

-¡Señor dragón, salvadnos! ¡Ya no queda ni una gota de agua, los cadáveres de los animales cubren la llanura, y nos vamos a morir todos de hambre! 

miércoles, 29 de junio de 2016

YAMAMBA


El Zen hace que nos desprendamos de nuestras maneras de pensar habituales. Más allá de los conceptos y de las palabras, nos transmite una verdad que apunta directamente al corazón del hombre. 

Érase una vez ... dos monjes que iban de regreso hacia su convento, cerca de Edo". Se habían retrasado a causa de una pareja de campesinos que les habían pedido que bendijeran a su hijo recién nacido, y también su casa y su rebaño. Por cortesía, y por caridad, habían bebido uno o dos vasos de sake. Ahora se encontraban en el lindero del bosque y ya caía la noche. 

Uno de los dos monjes era ciego y su compañero lo guiaba: 

-No temas nada, Djiro --dijo el monje guía-, tenemos que atravesar el bosque, donde viven, según las leyendas, monstruos y brujas, pero yo abro bien los ojos y te protegeré contra todos los peligros. 

Y añadió, con una voz a la que daba firmeza:

viernes, 3 de junio de 2016

ÉRASE UNA VEZ TRES JINETES


Érase una vez tres jinetes. El primero, completamente vestido de oro, brillaba como un sol. El segundo, vestido de blanco y plata, resplandecía. El tercero, color de bronce, era gris de la cabeza a los pies. Los tres frecuentaban el espeso bosque próximo a Osaka. Las frías noches de invierno, los pobres leñadores les oían pasar. A veces vislumbraban las grandes espadas brillando bajo la luna. Y todos regresaban a sus casas aterrorizados. 

***

Una noche de año nuevo, el pobre Gohei temblaba de frío en su cabaña. Decidió arrancar algunas tablas para encender fuego. Apenas había levantado tres tablas cuando surgió ante él un viejecito, al que había hecho salir de su escondrijo. 

-¿Quién eres, y qué hacías bajo el suelo de mi casa? 
-preguntó Gohei. 
-Soy el dios de los pobres y me había refugiado en tu casa para pasar tranquilamente el invierno --dijo el intruso. 

Gohei, que tenía buen corazón, le invitó a calentarse y a compartir su modesta comida. Cuando el dios hubo vaciado su escudilla, se acarició el estómago con satisfacción y declaró: 

-¡Ahora me tomaría con gusto un vasito de sake! 
-No tengo sake-confesó Gohei. 
-¡Cómo! ¡Ni siquiera una gota de alcohol para celebrar el año nuevo! 
-Te he ofrecido todo lo que tenía -dijo Gohei-, y no lo lamento -añadió-, pues hemos conversado amigablemente y es la noche vieja más agradable que he vivido en muchos años. 
-Eres un buen chico --dijo el dios de los pobres-, pero eres decididamente demasiado pobre, incluso para mí, y por eso voy a marcharme de tu cabaña. Pero antes te confiaré un secreto que te permitirá, si quieres, hacerte rico. 

-¿Qué debo hacer? -preguntó Gohei con los ojos brillantes. 

lunes, 2 de mayo de 2016

EL DIOS DEL MAR


En el viejo Japón, el monje peregrino divulgaba de provincia en provincia, de aldea en aldea, los cuentos edificantes, venidos de la India fabulosa o de la lejana China. El santo varón se instalaba en la oscura sala. Unas brasas despedían su fulgor rojizo en el hogar; a su alrededor los campesinos formaban un círculo, y él comenzaba con el ritual familiar:

ESTO ES LO QUE OÍ: 

Un hombre, que tenía mujer e hijos, se iba a trabajar al campo. Llevaba en el hombro un binador (cavador) y su ropa era la de un campesino. Por el camino una mujer joven y muy gentil le detuvo: 

-Cásate conmigo -le dijo-. Lo quiero, y nadie podrá impedírmelo. 

Después de vacilar un poco, el hombre, subyugado por su gran belleza, aceptó. La hermosa mujer le dijo: 

-Quiero mostrarte mi casa y presentarte a mi padre. 

El hombre la siguió. Ella lo llevó a la playa. 

sábado, 30 de abril de 2016

SIMPLEMENTE


Sin pensar en nada, estaba apaciblemente sentado en mi despacho de funcionario.
Mi mente fluía, imperturbada, como una fuente límpida.

Bruscamente el trueno y los relámpagos: las puertas de mi mente se abrieron de par en par. Y he aquí al anciano sentado, allí. .. en su lugar habitual.
Simplemente.

martes, 19 de abril de 2016

LA EXPRESIÓN RITUAL


Lo que los maestros zen denominan, según la expresión ritual, los «medios hábiles»: el tiro con arco, la pintura, el arte del té, la composición floral, los jardines de piedra, los haikus, los cuentos ... son procedimientos que permiten alcanzar el Despertar. Pierden su valor cuando se toman como fines en sí mismos.

sábado, 9 de abril de 2016

LA GRULLA CENICIENTA


Esta historia pertenece ahora al pasado. Una pareja de campesinos tenía un hijo único llamado Korato. Era un muchacho honrado y bueno, que cultivaba el campo familiar y cortaba leña para ir a venderla a la ciudad. Ahorrador y trabajador, era el sostén de sus ancianos padres. Korato era un hombre justo, y los dioses velaban por él.

Una mañana estaba trabajando en el bosque cuando oyó un débil ruido que parecía provenir de la copa de un pino: «Kru, u, uu ... » 

Prestó atención ... silencio. Pero cuando suspendió un instante el hacha creyó percibir de nuevo aquella llamada: 

«Kru, u, uuu ... » 

-¿Hay alguien ahí? -preguntó levantando los ojos hacia las ramas más altas. 

-Señor, ayudadme, por favor, estoy herida -dijo una voz melodiosa. 

Korato se puso enseguida a trepar al árbol; se subió hasta las ramas más altas. Cuando llegó arriba de todo descubrió, medio oculta entre las hojas, una grulla cenicienta que tenía un ala colgando tristemente sobre el costado. Era una criatura de ensueño. Era grande, con un porte lleno de nobleza a pesar de su herida, de largas patas finas; un penacho delicioso sobre la rabadilla la hacía aún más graciosa. Tenía un cuello fino y sobre la nuca se distinguía la adorable mancha roja carmín que es la marca de la especie ... y ese color ceniciento, en todos los tonos de pizarra, esos acordes de gris, con matices plateados en el joven sol del alba. Korato quedó fascinado. Se puso a socorrerla. Como no podía moverla, se fue a buscar agua y comida. Así, durante varias semanas, la cuidó. 

Hablaban. Ella le contó su historia:

martes, 29 de marzo de 2016

HISTORIA DE RYONEN


Ryonen, cuyo nombre significa «clara comprensión», era una muchacha adornada con todas las gracias. Con su blanca tez anacarada, su espesa cabellera dispuesta en un pesado moño en la frágil nuca y sus ojos profundos como un lago, era elegante y fina, y su compostura era perfecta. Ryonen pertenecía a una noble familia de guerreros samuráis, poseía un gran talento como música y también estaba dotada para la pintura y la poesía. La emperatriz se fijó en ella entre todas las damas de palacio y la hizo entrar en su círculo íntimo. Ryonen tenía entonces diecisiete años, y esta historia tenía lugar hacia el año 1700, en el período Edo, durante el shogunato de Togugawa Toshimune, cuyo sabio gobierno proporcionó al Japón un largo ciclo de paz y prosperidad. 

Ryonen no se contentaba con ser maravillosamente bella, sino que unía a las cualidades del espíritu las del corazón, y todo el mundo, desde la más noble dama hasta la menor sirvienta, la amaba. Por eso la sorpresa y la consternación fueron unánimes cuando anunció que deseaba retirarse a un monasterio para estudiar el Zen. Su familia, alertada, se negó rotundamente. Ryonen insistió. Se llegó a un compromiso. Primero Ryonen tenía que casarse y tener tres hijos, entre ellos un varón para asegurar la continuidad del linaje. Después, si todavía lo deseaba, tendría libertad para afeitarse la cabeza e ir a mendigar su alimento por los caminos con una escudilla de arroz en la mano, o para ir a esconder su belleza en un templo zen. Ryonen respetaba a su familia y a sus antepasados, y se inclinó. Y la vida siguió su curso apacible. Su familia, tranquilizada, pensaba que habría olvidado completamente su capricho. A la edad de diecinueve años, Ryonen se casó con un gran señor en medio de fastos extraordinarios. Le dio dos hijas, que prometían ser tan gentiles como su madre, y un niño sólido y tranquilo, el pequeño Oshiba. 

domingo, 20 de marzo de 2016

EL LEÓN Y EL CONEJITO BLANCO


Esta historia es ahora cosa del pasado. En aquella época vivía en la provincia de Heian-Lung Chian, en el noreste de la China, un conejito blanco, cuya madriguera estaba al lado del antro de un león. Ping-Pang era un conejillo encantador que adoraba retozar entre la hierba y el rocío; siempre estaba dispuesto a reír y a divertirse. Tenía esposa y siete hijos. Su vecino, Chong-Chang era todo lo contrario: un viejo león gruñón, arrogante y solitario. 

¡Siete hijos -exclamaba precisamente aquella mañana el viejo león-, y es la tercera camada del año! ¡Decididamente, mi pobre Ping-Pang, eres un irresponsable! 

-Pero, Señor -se defendía el conejito blanco-, nunca nos metemos en su territorio, y he advertido seriamente a mis hijos al respecto. 

-Sin duda, pero vuestra misma existencia ya es una molestia, un absudo. 

-Sin embargo ... 

-Yo soy bello y noble, una orgullosa melena corona mi testa, mi piel brilla al sol; mi mirada imperiosa y mis rugidos inspiran respeto ... , mientras que tú eres un animal ridículo e inútil. 

sábado, 5 de marzo de 2016

LA TORTUGA Y LAS DOS GARZAS


En aquel tiempo, en la provincia de Hu-Nan, en el sureste de la China, a la orilla de un lago tranquilo, tres amigas vivían en paz. Eran dos grandes aves vestidas de blanco y gris, de pico sólido, alas inmensas como velas y cuello largo y flexible, dos garzas cenicientas (Area cinera), llamadas Ching y Chang, y una señora tortuga de edad avanzada, Pi-Huan. La tortuga tenía un carácter difícil: era rencorosa, susceptible y gruñona, pero guardaba la casa cuando las nobles aves se iban a pescar lejos. A su regreso la encontraban allí, fiel. Y a pesar de su cabeza un poco maciza, su lomo estriado, su manera de retirarse refunfuñando bajo su caparazón, la querían... como se ama un paisaje familiar, un punto de anclaje en las aguas móviles, en los cielos cambiantes. 

Un día, al atardecer, mientras la señora Pi-Huan, con la cabeza hundida en el cuello, como solía, estaba atareada preparando la cena, Ching, que estaba posada en la rama de un árbol y se alisaba las plumas, observó: 

-Tengo la impresión de que las aguas de nuestro «lago de la Tranquilidad» descienden de forma alarmante. 

-Todos los veranos descienden -masculló Pi- Huan. 

-Cuanta menos agua hay, más fácil es la pesca -dijo Chang, y se rió con despreocupación: «Kreeee ... ik, kreeee... ik.». 

-Hum -dijo Ching-, la verdad es que estoy preocupada ... 

La señora tortuga encogió sus hombros macizos y Chang siguió rascándose con delicia el hueco de las alas con su pico todavía rosado. 

Y la noche, en el cielo anaranjado de China, cayó bruscamente. Las tres amigas se durmieron en un último resplandor. 

El verano transcurría y no caía ni una gota de agua. La sequía era terrible. El nivel de los ríos bajaba, los campos de algodón y de arroz ya no se regaban. El pequeño lago apacible dejaba al descubierto su fondo fangoso. Se anunciaba un período de hambre. Una noche las tres amigas celebraron consejo: 

-Debemos partir hacia el norte -declaró Ching-, toda la región hasta Cantón es víctima de la sequía, debemos marcharnos de aquí mañana mismo. 

sábado, 27 de febrero de 2016

UN ASNO EN CHINA


Érase una vez un apacible jumento de Poitou (antigua provincia de Francia)  al que unas circunstancias fortuitas llevaron allende los mares. El barco en el que había embarcado en compañía de treinta de sus congéneres, ochenta vacas y terneros y muchos corderos, gallos y gallinas, naufragó en el océano Pacífico. El azar de las corrientes lo arrojó medio muerto a la costa de China. Allí tuvo que sobrevivir según la hierba y los meandros de los ríos. Así es como un año después de la catástrofe pacía tranquilamente en el corazón del bosque de Tian. 

Los habitantes corrientes del bosque, el mono, el zorro y Su Señoría el tigre, nunca habían visto un animal semejante. El mono fue el primero que lo observó desde lo alto de un árbol: 

-Se parece al caballo-dijo a sus compañeros-, pero es más pequeño, más peludo. Sus orejas son grandes y la cola, delgada como un látigo, termina en un mechón de pelo. 

-Y ¿qué hace? 

-Pace (comer hierba), pace infatigablemente. 

-¿Tiene intenciones belicosas? -preguntó el zorro, siempre prudente. 

-Por lo que a mí respecta, no les temo mucho a los comedores de hierba -declaró Su Señoría el tigre-, y, encogiéndose dcsdeñosamente de hombros, volvió a acostarse.

martes, 23 de febrero de 2016

EL DIAMANTE DEL EMPERADOR


Esta historia es ahora del pasado. Había una vez un emperador tan rico y tan poderoso que reinaba sobre ochenta y cuatro mil reyes vasallos. Tenía en su harén tres mil esposas, que le habían dado cuatrocientos hijos y una multitud de hijas, y no se podían contar sus caballos, sus elefantes y sus palacios. En su juventud, este gran emperador había tenido por compañero de juegos al pintor de la corte encargado de decorar los tabiques y los biombos del «Pabellón de la pureza y el frescor». El recuerdo de ese amigo se conservaba con dulzura en su corazón. 

Resulta que al gran emperador le gustaba ir a pasear, disfrazado, por las calles de su capital, Heian-K yo, que hoy se llama Kyoto. Una mañana, mientras deambulaba por la plaza del mercado entre los puestos de pescaderos, tropezó con el cuerpo de un hombre medio enterrado bajo los desperdicios. Se inclinó y reconoció a su amigo de juventud, el pintor Toshibu. Éste llevaba el vestido roto, lleno de suciedad, y se encontraba manifiestamente en un estado avanzado de embriaguez. Compasivo, el gran emperador le metió en el bolsillo un diamante muy grande que adornaba habitualmente su oreja izquierda. Así -pensó-, cuando mi desdichado amigo vuelva en sí, encontrará el diamante, lo venderá y podrá llevar en lo sucesivo una vida honorable. Y se marchó, muy contento de haber satisfecho a los dioses con su buena acción y por haber salvado de la miseria al amigo de su juventud. 

lunes, 8 de febrero de 2016

EL LADRÓN Y EL MONJE


Érase una vez un ladrón singularmente malo y cruel. Los textos antiguos no nos revelan su nombre. Se sabe que vivió en el período Heian (794-1185 ), durante el reinado del sabio emperador Go-Sanjo Tenno, poco después del año mil. Su historia recuerda la de Jean Valjean, el héroe de la novela de Víctor Hugo Los Miserables. 

El lector recordará el episodio en el que Jean Valjean, evadido de presidio, es acogido bondadosamente por Monseñor Myriel, obispo de Digne. Por la mañana, Jean Valjean huye llevándose una fuente de plata y dos candelabros. 

Detenido por los gendarmes, es llevado a rastras ante el obispo, y el ladrón con estupefacción le oye declarar: 

«Este hombre no ha robado, yo le he ofrecido esta fuente de plata y estos dos candelabros, dejadle ir en paz». Entonces ... una lucecita se enciende en el alma endurecida del presidiario, una lucecita que transformará su vida. 

En el cuento zen, el ladrón es un salteador de caminos que no teme rey ni roque y que, a diferencia de Jean Val- jean, ha robado algo más que un pan. Pero ambas historias son gemelas. 

En aquella época vivía en los alrededores de Heian- Kyo*, en un templo perdido en el bosque, un monje conocido por su gran sabiduría, llamado Shichiri Kojun. Aquella noche, el santo varón estaba solo. Recitaba sutras a los pies de una estatua de Buddha. De pronto, la puerta del templo se abre de golpe. Un hombre de aspecto terrorífico, toscamente vestido, irrumpe en la sala de oraciones. Pone en el cuello de Shichiri su larga y afilada espada: 

«¡Monje! -vocifera- ¡dame el dinero de las ofrendas o te corto la cabeza y la hago rodar al pie de los altares!» Shichiri estaba instalado en Siddhasana (la postura perfecta), con la espalda recta y las rodillas dobladas. Mantuvo su postura y no se estremeció ni un músculo de su rostro: 

«Toma el dinero que hay en el vaso de las ofrendas -dijo-, y no me molestes en mis oraciones». 

lunes, 1 de febrero de 2016

EL NOBLE SAMURAI


Un hermoso día de verano, un noble samurai, reconocible por su moño de guerrero, sus manguitos metálicos, su coraza de cuatro faldones y los dos sables tradicionales, penetra con paso firme y tranquilo en una modesta venta. Estamos en el siglo XIV, en un pueblo de la gran isla de Honshu*. Una nube de insectos zumba en el aire caliente. 

El noble samurai se sienta, pide un plato de arroz. Deshace la parte alta de su coraza y se descarga con precaución y respeto de sus dos sables. Es el único viajero. Come con gesto armonioso y preciso, llevándose los palillos a la boca. En ese momento se oye un ruidoso griterío. Tres ronins, guerreros vagabundos, sin señor (Daymio)**, más parecidos, a decir verdad, a salteadores de caminos que a auténticos samuráis, irrumpen en la sala.
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