En marzo de 2007 impartí en Tokio un satsang en el que debatí la verdadera identidad de Dios. Al principio del programa había descrito a Dios de la manera siguiente:
«Dios no es un Ser Superior que está en el Cielo y que tiene las mismas tendencias y necesidades emocionales que los seres humanos, entre ellas la necesidad de amor y de venganza. Dios es la Energía Esencial de la vida.
Podríamos llamar a esta energía Inteligencia Pura.
»A la Inteligencia le da igual que tú creas en Ella o no. Le da igual que la utilices a propósito o no. Si la utilizas a propósito, también le da igual el cómo.
No hace juicios de valor respecto de nada de esto. De hecho, no hace juicios de valor respecto de nada en absoluto.
»La Inteligencia Pura no desea nada, no necesita nada, no busca nada.
Simplemente, Es. Existe de una manera tal que se permite a sí misma ser usada.
Hace esto, permite esto, hace posible esto, a base de ponerse a sí misma dentro de Todo.
»Mires donde mires, encontrarás Inteligencia Pura. Se encuentra en la base de todas las cosas que existen. En los copos de nieve se refleja la Inteligencia Pura. En los átomos más minúsculos se refleja la Inteligencia Pura. En las amplias regiones del firmamento se refleja la Inteligencia Pura. La Inteligencia Pura se refleja en el proceso mismo de la vida, a cualquier nivel que lo examinemos.
»La energía que llamo aquí Inteligencia Pura la puede utilizar, la está utilizando, la Vida Misma a todos los niveles de la vida. Tú estás utilizando esta energía, tú estás enfocando esta energía, en cada segundo de cada minuto de cada hora de cada día... normalmente, sin saberlo.
»La existencia de esta energía, y el modo de enfocarla para utilizarla en beneficio propio, es lo que han llamado «el secreto». El año pasado se estrenó una película de este mismo título que ahora se está viendo en todo el mundo.
»La energía a la que llamo Inteligencia Pura, y que os digo que es otra manera de llamar a Dios, no alberga opiniones acerca de nada. Esto es así porque no necesita nada. Carece notablemente de necesidades, por el sencillo motivo de que es todo lo que existe bajo cualquier forma. En esto no sólo se incluyen las cosas físicas sino también las metafísicas. Se incluyen todas las cosas espirituales y cualquier otra cosa, de cualquier forma, que simplemente ES... incluso los pensamientos, las emociones, los sentimientos, las ideas y, sí, los agujeros negros del espacio.
»Pensadlo. Si Dios es, verdaderamente, todo lo que existe bajo cualquier forma, ¿qué podría Dios querer, necesitar o requerir? ¿Por qué nos iba a castigar Dios por no darle lo que imaginamos que quiere, que necesita o que requiere?
»La respuesta a estas preguntas es evidente. No hará falta debatirla con gran detalle, pues la lógica más sencilla nos desvela claramente cómo hemos caído en poder de las mitologías de nuestra propia cultura y de su pasado.
»La oportunidad que tenemos delante, y que tienen delante todos los seres sensibles, es aprovechar la Energía Esencial de la Inteligencia Pura dándole el empleo para el que fue diseñada.
No todas las cosas que existen en el universo pueden utilizar conscientemente esta Energía Esencial. Es decir, no la pueden utilizar con conciencia e intención plenas. Sólo pueden utilizarla los elementos de la Vida Misma que son autoconscientes, es decir, conscientes de sí mismos.
»Debo enmendar esto último. Ni siquiera todos los elementos de la vida que son autoconscientes pueden utilizar conscientemente la Energía Esencial. No es sólo una cuestión de ser conscientes; también es una cuestión del nivel de consciencia que ha alcanzado un ser o una especie. Por ejemplo, aunque un perro es un ser muy inteligente, no tiene (que nosotros sepamos) la autoconsciencia suficiente para poder utilizar la Energía Esencial de manera intencionada.
»Los seres humanos no sólo son conscientes de sí mismos, sino que son conscientes de que son conscientes; por ello, han ascendido al menos al segundo nivel de la consciencia. Este nivel de la consciencia permite a los seres sensibles advertirse a sí mismos, e incluso advertir que se advierten a sí mismos. Es decir, podemos situarnos «fuera de nosotros mismos» y observarnos hacer lo que hacemos y pensar lo que pensamos y decir lo que decimos.
»Hasta podemos observar cómo nos observamos. Podemos salir al pasillo de la consciencia y asomarnos a las puertas que tenemos por delante y por detrás; y, según dicen algunos, llegar a ver y a vivir nuestro Yo Divino y Sagrado.»
Cuando terminé de hacer estos comentarios, me pareció que había hecho una definición de Dios bastante «prudente» (dejé para más adelante el tema de que Dios y nosotros somos Uno); por eso me sorprendió que mi descripción sumiera en la desesperación a un miembro del público; pero ahora me doy cuenta de que debería habérmelo esperado.
Del libro:
Dios es felicidad
Convierte tu vida en una experiencia extraordinaria
Neale Donald Walsh
Foto tomada de internet
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