Deseamos el cambio, pero ¿estamos dispuestos a realizar esa travesía por el desierto incómoda y a veces desesperante que requiere un proceso de transformación personal que nos aporte mayor equilibrio y bienestar? Sí, deseamos el cambio, pero sin movernos del sofá, como si las inercias y las creencias que nos han llevado durante años hasta la encrucijada en la que nos encontramos pudieran mutar con tan solo un chasquido de nuestros dedos. Cambiar esas inercias requerirá de nuestra atención y de nuestra dedicación. Puede que el proceso que debamos atravesar sea largo y doloroso y ello, por tanto, requiere valentía, la valentía de conectar con nuestra vulnerabilidad y a pesar de ello continuar caminando, incluso cuando nuestro entramado de falsas verdades vaya derrumbándose.
Un proceso de desarrollo personal y espiritual implica necesariamente adentrarnos en esas zonas de nosotros mismos que más nos incomodan, que más nos aterran, significa cuestionar aquellas bases sobre las que hemos construido nuestra identidad y nuestra vida, supone en ocasiones quedar suspendidos en el vacío, significa perder por algún tiempo nuestras referencias para construirnos de nuevo con mayor autenticidad. Y eso es aterrador, perder las referencias, cuestionar la propia identidad, conectar con emociones dolorosas que están enquistadas a un nivel muy profundo, darse cuenta de que el propio yo es una mera construcción mental y que somos muchísimo más que una idea flotando en nuestra mente. Sin embargo, si somos capaces de transitar a corto plazo por esa incomodidad, por ese miedo, esa incertidumbre, esa oscuridad, a medio y largo plazo obtendremos unos frutos muy valiosos, se ampliará inevitablemente nuestra conciencia y, por ende, se ampliará la imagen de lo que somos, de lo que es el mundo y podremos arrojar luz sobre circunstancias que antes aparecían envueltas en sombras.
Los cambios no se dan por arte de magia, no hay fórmulas milagrosas, para que la semilla de la transformación crezca en nosotros es preciso desear el cambio, pero este debe ir acompañado de un compromiso férreo que se concrete a través de la acción. Sin una acción continuada y sin perseverancia esa semilla no da frutos.
Daniel Ramos Autó
Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet
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