Richard C. Cushing
Cuanto más ambicioso sea el objetivo que nos hemos fijado, mayor debe ser nuestra preparación para el camino que tenemos por delante.
Independientemente del tesoro que aspiremos a alcanzar, hay una serie de factores que debemos considerar previamente a nuestro viaje:
1. Las cosas siempre se ven más fáciles antes de que las llevemos a cabo.
2. Si se trata de una inversión, debemos estar seguros de la misma y tener en cuenta el siguiente principio: cualquier persona aceptará nuestro dinero a cambio de bienes, pero lograr el intercambio en el sentido inverso es extremadamente difícil.
3. Una vez que has dado el paso, ya no hay vuelta atrás.
Además de estas tres leyes, al concretar nuestro plan de navegación debemos prever una reserva suficiente de recursos, así como un plan B para todas aquellas cosas que pueden salir mal.
Los secretos del guerrero interior
Así como los que libran guerras externas se procuran provisiones y armas para la lucha, adquirir la disposición de un guerrero interior nos puede ayudar a no desalentarnos antes de llegar a la meta:
• Definir los objetivos. Es inútil ponernos en camino si antes no clarificamos adónde queremos llegar. Tal vez la principal misión de nuestra vida sea justamente descubrir cuál es esta misión y entregarnos a ella sin demora.
• Conocer nuestros puntos fuertes y débiles. Cada guerrero tiene virtudes diferentes y debe diseñar su camino a partir de ellas. Asimismo, conocer las propias debilidades nos ayuda a perfeccionar los aspectos de nuestra personalidad que frenan nuestro progreso.
• Actuar de dentro hacia fuera. El guerrero debe marcarse metas interiores, pero, al mismo tiempo, salir al mundo para experimentar y aprender de él. Todos tenemos en el día a día ocasiones de descubrir, corregir errores y superarnos.
• Unir acción y pensamiento. Para no disipar nuestras fuerzas, nuestros pensamientos deben orientarse a la acción inmediata y no divagar sobre lo que podría haberse hecho o lo que queda por hacer. El guerrero actúa aquí y ahora, aprovechando las oportunidades que se le presentan.
• Comprometerse en cada pequeña batalla. Para lograr una gran meta hay que entregarse previamente a muchos pequeños objetivos. Cada uno de ellos exigirá toda nuestra energía. Sin lo pequeño no se llega a lo grande.
• No temer la derrota. Todo camino de superación está sembrado de fracasos más o menos sonados. El guerrero interior debe decidir si da media vuelta o los acepta como regalos de un viaje de superación y mejora personal.
• Estar dispuesto a morir. Dentro de una misma vida, hay momentos en los que debemos tener el valor de cerrar una etapa para dar nacimiento a otra nueva, con otras prioridades y objetivos.
Fluir con las dificultades
Cuando se afronta una etapa difícil, si fluimos con los acontecimientos sin juzgarlos ni desesperar, las dificultades se irán diluyendo y las oportunidades se multiplicarán.
Hay dos clases de actitudes respecto al flujo:
1. La de las personas que culpan de sus calamidades a todo lo que les rodea, como si vivieran en un campo minado.
2. Las que sacan partido de ese mismo tejido con el que está hecha la realidad, que tanto sirve para hacer una escalera como una cuerda para ahorcarse.
Las primeras no saldrán del fracaso hasta que no se gradúen las gafas —las de detrás de los ojos, que son las que cuentan—, ya que en última instancia el éxito depende de cómo la mente interpreta las experiencias cotidianas.
Antes de lanzarse a fluir es aconsejable, como los nadadores antes de entrar en la piscina, tomar una buena ducha que haga caer todos los prejuicios, ideas preconcebidas y autolimitaciones que vamos cargando por el mundo. Sólo así, ligeros de equipaje, podremos navegar por los rápidos de la vida.
Del libro:
El mapa del tesoro
Álex Rovira/
Francesc Miralles
Fotografía tomada de internet
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