Un docto viajero fue a ver a un célebre fakir. El hombre, que se hallaba irritado por algún motivo, probablemente debido a las penurias del viaje, se desató airadamente los cordones de los zapatos y lanzándolos a un rincón, abrió la puerta con un fuerte golpe.
Un hombre enojado se quita los zapatos como si éstos fuesen enemigos. Incluso abre una puerta como si hubiese una sólida enemistad entre él y la puerta. El hombre abrió la puerta, entró y ofreció sus respetos al fakir.
El fakir le dijo: «No, no acepto tus respetos. Primero, ve y discúlpate con la puerta y con los zapatos».
«Qué ocurre? Disculparme con una puerta y unos zapatos? Son acaso seres vivos?».
El fakir replicó: «No pensaste en eso mientras te enfadabas con esos objetos inanimados. Arrojaste los zapatos como si tuvieran vida, como si tuvieran la culpa de algo. Abriste la puerta como si ésta fuera tu enemiga. No, puesto que reconoces su individualidad al enfadarte con ellos, deberás rogar su perdón. Por favor, ve y ofrece tus disculpas, de lo contrario, no estoy dispuesto a entrevistarme contigo».
El viajero pensó: «Si he venido de tan lejos a ver a este ilustre fakir, sería ridículo que nuestra entrevista finalizara debido a un asunto tan trivial», de modo que se acercó a los zapatos con las manos enlazadas y les dijo, « Amigos, perdonen mi insolencia». Le dijo a la puerta: «Lo siento, cometí un error al empujarte así, con esa rabia».
Qué momento para él!. El viajero escribió en sus memorias que se sintió muy ridículo al principio, pero al terminar de disculparse algo nuevo surgió en él. Se sintió tan calmado, tan sereno, tan sosegado... Se hallaba más allá de las posibilidades de su imaginación el concebir que un hombre pudiera sentirse tranquilo, sereno y alegre por haberle pedido disculpas a una puerta y unos zapatos.
Entró y se sentó al lado del fakir. Este comenzó a reírse y le dijo: «Ahora está bien. Estás a tono; podemos hablar. Puesto que has mostrado algo de amor, ahora te hallas desahogado. Ahora puede haber una comunicación entre nosotros».
FUENTE: OSHO: ‘Del Sexo a la Superconsciencia’, Tercera charla, Bombay, 1968, tomado de la dirección internet www.oshogulaab.com
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