Podría decirse que en el Zen, la Verdad no es algo revelado a un hombre por uno o más seres divinos, terrenales, extraterrenales o sobrenaturales. La Verdad es sencillamente, la Realidad. De ella recomiendan los maestros que no sea buscada. Es lo que perciben los sentidos directamente. El Camino está bajo tus pies.
Podría decirse que un hombre bueno, no es el que hace buenas obras sino el que practicando la indiferencia, es él mismo y no su Ego.
Podría decirse que la Paz es la transparencia vacía de la mente sin objetivos.
Podría decirse que la Libertad no consiste en decir o hacer lo que se quiera sino en vivir la Realidad. Darse cuenta de que se vive en la Realidad no es asunto importante. Cuando estamos bien de salud, no notamos nada.
Podría decirse que el Sentido del Deber y del Honor consiste en hacer lo que hay que hacer en cada momento sin distraerse en elecciones, gustos, preferencias… prescindiendo por igual del amor y del odio.
Podría decirse que las oportunidades de realización aparecen cada día por miles y se refieren a seguir las Enseñanzas a cada momento.
Podría decirse que el conocimiento acumulativo no es del mismo orden que la sabiduría que emerge de vivir según el orden del Cosmos y respetarle, la Ética.
Podría decirse que la obediencia no es un signo de humildad porque prescindir del propio Ego, aún siendo meritorio, no es Práctica realización.
Por este camino de las palabras, no acabaríamos nunca porque es el de la forma, el de las preguntas y las respuestas lo cual no es vivir. Lo mejor, es seguir el Camino de Buda.
Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet
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