Una mujer le estaba enseñando a su hijo: «Lo más importante de nuestra religión es servir a los demás». «Comprendo, sólo hay una cosa que no puedo entender: ¿entonces qué harán los demás?» —dijo el joven. «Servirán a otros, por supuesto» —dijo la madre.
«Esto es muy extraño —respondió el joven—. Si todo el mundo sirve a todo el mundo, ¿por qué no nos servimos a nosotros mismos? ¿Por qué toda esta complejidad, por qué convertirlo en una carga; por qué yo debería servir a los demás y esperar que los demás me sirvan a mí?»
FUENTE: OSHO: ‘Misterios de la Vida (I)’, tomado del Libro El Nuevo Amanecer
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