La egolatría suprime el espacio afectivo. Ella le recrimina, con razón: ¿Cómo amarte si me eres infiel contigo mismo? Al individualista irresponsable le importan un rábano el mundo y los demás. Está concentrado en sí mismo y solamente desea promover sus intereses, así sea a expensas del prójimo. Su regla es: "Sálvese quien pueda".
El único compromiso que conoce es el de la propia supervivencia a cualquier costo. Un toque de avaricia y bastante narcisismo definen su personalidad básica. ¿Qué lo motiva? El éxito personal, ser único y especial, sacar la mejor tajada. Es la estructura del narcisista o el sociópata, la ley de la selva tomada en serio y puesta en práctica de manera sistemática. El egoísmo vulgar o el individualismo posesivo se opone al cuidado del otro ciento por ciento: "No me importa lo que te pase". O si a veces aparece alguna pizca de beneficencia, es tan superficial y banal que molesta.
La tendencia a la autonomía desenfrenada es clara y destructiva: explotación y utilización del prójimo. Es el típico "idiota moral": al estar concentrado en sí mismo, niega la solidaridad, la reciprocidad, el respeto y la compasión/empatia.
Obviamente, tratar de construir una pareja saludable con una persona con estas características es imposible. De hecho, estos individuos violan sistemáticamente los derechos humanos de su pareja, de manera abierta o sutil.
• Cuando él está enfermo, ella lo cuida. Cuando ella está enferma, él se indigna y arremete contra ella.
• Él siempre se sienta a escucharla pacientemente cuando ella tiene problemas en el trabajo. Un día, el hombre llega abrumado porque tuvo una molesta discusión con el gerente y su esposa le "aconseja" en un tono conmiserativo: "Debes aprender a manejar tus problemas solo".
• Ella siempre le lleva el café por la mañana. Un día la mujer le pide un vaso de agua y él responde: "¿Acaso soy tu sirviente?" Una mujer le reprochaba a su marido: "No sé por qué te molesta que yo use el automóvil y que tú tengas que irte en autobús. ¿Dónde está el amor que sientes por mi? Además, yo soy mujer...". Obviamente los argumentos no tenían más justificación que la propia comodidad. Las estrategias utilizadas para lograr su cometido eran dos: chantaje emocional ("No me amas de verdad") y hacerlo sentir irresponsable ("No reconoces mi debilidad de género"). Ella se había apoderado del único automóvil de la casa hacía meses y no quería compartirlo, ya que el viaje en autobús era bastante dispendioso.
El individualista irresponsable diría: "¡Vete en autobús o a pie, te hace falta ejercicio!" El sumiso sacrificado diría: "Usa tú el automóvil siempre que quieras, no me importa irme en autobús".
El individualista responsable diría: "No te gusta ir en autobús y a mí tampoco, busquemos la forma de turnarnos el automóvil o compremos otro".
Extracto del libro:
Los límites del amor
Walter Riso
Fotografías tomadas de Internet
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