Ahora me ocuparé de las relaciones humanas. Hablemos de esto. ¿Tienes problemas con la gente? ¿Alguien te resulta egoísta, malhumorado, poco confiable, repulsivo, necio, intolerable, irresponsable, o como lo quieras llamar? Piensa en los problemas que tienes en materia de relaciones humanas. ¿Conoces la raíz de todos esos problemas? ¡Tú eres la causa! ¡Te sientes afectado, pero tú eres la causa! Si acudieras a mí como consejero espiritual para consultarme por problemas con tu esposa, sería como si tuvieras retortijones y fueras a consultar al médico.
- Doctor, son terribles estos retortijones, son realmente terribles...
- Te recetaré algo para tu esposa, ¿está bien?
-¡Dios!, eso ya me hace sentir mejor, doctor, gracias, gracias.
¿No es esto una locura? ¿Tú tienes problemas con tu esposa y quieres que yo la haga cambiar? ¿Quién tiene el problema? Tú, ¿no es así? Vamos a eliminar el problema, la causa del problema: tú. Pero tú no lo entiendes. Has sido educado para pensar que los demás tiene que cambiar, que el mundo entero tiene que cambiar, para ser tú feliz; pero no te das cuenta. Si estás perturbado, algo te pasa. Aclaremos primero eso.
-¿Pero usted quiere decir que ella no está equivocada?
- Sí, lo está.
-¿Usted quiere decir que ella no debería cambiar?
- Por supuesto que debería, pero tú no eres quien la hará cambiar, ¿sabes?, porque tú necesitas cambiar primero. ¿Qué tal si sacamos la viga de tu ojo, para que puedas sacar la paja del de ella, eh?
¿Qué tal si sacamos la viga de tu ojo, para que puedas sacar la paja del ojo de la comunidad, del ojo de tu familia o de lo que fuere? Estás perturbado, ¡algo te pasa! No comprendes a tu esposa, ni siquiera la ves.
¿Sabes por qué? Porque, cuando estás perturbado, tu telescopio está fuera de foco; cuando estás perturbado, tu ventana está empañada, y, necio como eres, limpiarás todos los edificios porque, desde tu ventana empañada por la lluvia, los verás sucios a todos.
-¡Tienes que limpiar todos los edificios!
-¿Podríamos dedicarnos a limpiar tu ventana primero?
-¡Tenemos que limpiar todos los edificios!
-¿Podríamos limpiar tu ventana?
Eso es lo que, como consultor espiritual, trato de hacer para ti: limpiar tu ventana.
Una vez logrado esto, sabremos qué es necesario hacer y qué no es necesario hacer.
Ahora vemos a las personas no como son, sino como somos nosotros. Y es asombroso, ¿sabes?, cómo al principio veíamos personas groseras y luego, una vez que cambiamos, vimos personas atemorizadas; ¡están tan asustadas, pobrecitas!; fueron llevadas a un estado de hostilidad. ¡Pero tú eres ahora tan comprensivo, tan compasivo! En cambio, antes reaccionabas con ira, con odio.
-¡Eh, espere un minuto! ¿Por qué ha sido usted tan desatento?
- Estás demasiado perturbado para comprender, para tomar conciencia. ¿Podríamos limpiarte?
-¡Oh, no, no!
- Has acudido a mí, de modo que puedo recetar medicinas para todo lo demás.
Extracto del libro:
Redescubrir la vida
Anthony de Mello
Fotografías tomadas de Internet
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