jueves, 30 de septiembre de 2021

CODICIA


Cavando para montar un cerco que separara mi terreno de el de mis vecinos, 
me encontré enterrado en el jardín, un viejo cofre lleno de monedas de oro.

A mi no me interesó por la riqueza, sino por lo extraño del hallazgo.

Nunca he sido ambicioso y no me importan demasiado los bienes materiales...

Después de desenterrar el cofre, saqué las monedas y las lustré.
(¡Estaban tan sucias y herrumbradas las pobres!).

Mientras las apilaba sobre mi mesa prolijamente las fui contando...

Constituían en sí mismas una verdadera fortuna.

Sólo por pasar el tiempo empecé a imaginarme todas las cosas que se podrían comprar con ellas...

Pensaba en lo loco que se pondría un codicioso que se topara con semejante tesoro...

Por suerte...

Por suerte no era mi caso...

Hoy vino un señor a reclamar las monedas.
Era mi vecino.

Pretendía sostener, el muy miserable, que las monedas las había enterrado su abuelo y que por lo tanto le pertenecían a él.

Me dio tanto fastidio...

... que lo maté!

Si no lo hubiera visto tan desesperado por tenerlas 
se las hubiera dado,
porque si hay algo que a mí no me importa,
son las cosas que se compran con dinero...
Pero, eso sí,
no soporto la gente codiciosa...



Extracto del libro:
Cuentos para pensar
Jorge Bucay
Fotografía de Internet

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