Al sultán le gustaba mucho jugar al ajedrez con Delkak, pero cada vez que este último le daba jaque mate, sentía una violenta cólera.
«¡Así seas condenado!» le gritaba.
Tomaba las piezas del tablero y se las lanzaba a la cabeza.
«¡Toma! ¡Ahí tienes al rey!» decía.
Delkak, con mucha paciencia, esperaba el socorro de Dios. Un día, el sultán le ordenó que jugara una partida y Delkak se puso a temblar como si se encontrase desnudo sobre el hielo. El sultán perdió de nuevo. Cuando llegó el momento fatal, Delkak se refugió en un rincón de la habitación y se ocultó detrás de seis capas de edredones para protegerse del lanzamiento de las piezas.
«¿Qué haces?» le preguntó el sultán.
Desde debajo de los edredones, Delkak le respondió:
«¡Dos veces condenado seas! Cuando tu cólera se desborda, nadie se atreve a decir la verdad. Eres tú quien ha perdido la partida, pero, en realidad soy yo el que sufre el jaque mate por tus golpes y me veo obligado a protegerme bajo los edredones para decirte:
¡Condenado seas!».
150 Cuentos sufíes
Maulana Jalāl al-Dīn Rūmī
Fotografía tomada de internet
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