La creación de una comunidad es la actividad más importante de una época, como la nuestra, en que el individuo sufre extraordinariamente. La prevalencia del individualismo está desintegrando a las familias y dividiendo profundamente a la sociedad. Si queremos que el siglo XXI sea una época de espiritualidad, deberemos guiarnos por el espíritu de la solidaridad, aprender a hacer cosas juntos y compartir nuestras ideas y la inspiración profunda que anhela nuestro corazón. Tenemos que aprender a ver la sangha, nuestra comunidad de apoyo espiritual, como si de nuestro propio cuerpo se tratara. Nos necesitamos mutuamente para poder ejercitar la solidaridad, la libertad y la compasión y recordarnos que siempre existe una esperanza.
Cuando contamos con una comunidad de práctica de plena consciencia, el hecho de sentarnos a meditar juntos es muy poderoso. En la vida, las personas producen, entre otras muchas cosas, alimentos, objetos y tecnología. También en la sangha generamos algo: la energía poderosa de la plena consciencia. La gente puede acudir al supermercado a comprar comida o bombillas, pero para producir la energía de la atención, necesitamos estar con nuestra comunidad, nuestra sangha, y crear esa energía sentándonos, caminando y viviendo gozosa y pacíficamente.
Pero ello requiere práctica y entrenamiento. Te invito a que pienses profundamente en la práctica de la plena consciencia como una forma maravillosa de proporcionar alimento espiritual, tanto a tu comunidad como a ti mismo. Esa es una energía capaz de alimentar al mundo. Y cuando ves que esta práctica nutre al mundo, te sientes muy feliz porque estás conectado con la vida y sirviéndola de un modo muy real.
Extracto del libro:
Miedo
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
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