Dos viajeros se disponen a subir a una barca para cruzar un río. Un monje, de pie en la otra orilla, les grita alarmado:
-¡No os metáis en la barca porque si entráis en ella y os cruza por el río quedaréis agradecidos, quedaréis endeudados, quedaréis en su poder y deberéis llevar el peso de esa deuda sobre vuestras cabezas el resto del viaje! ¡Si queréis seguir viajando libres, por favor, no os metáis en ella!
Entretanto, subido a una barca, otro monje navega por el río. Acaba de escuchar la advertencia, los gritos de alerta y de peligro. Está más cerca de los viajeros, por eso no necesita gritar. Pero de todas formas se toma unos momentos y rema un poco para aproximarse.
Entonces les dice suavemente:
– Usad la barca, y añadid a la dicha de cruzar el río la conciencia de que al llegar a la orilla abandonaréis la barca sin apegos. Eso es la libertad.
*No dejes de usar la barca por miedo a apegarte a ella porque terminarás apegado. Vive plenamente y sin apegos, cualquier cosa que poseas, dinero, belleza, fama, poder… si te importa demasiado tenerla, acabará poseyéndote a ti.
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