Comer es un acto sagrado. Comer siendo consciente de ello es una práctica muy profunda y agradable que resulta fácil de aprender. Al hacerla, la felicidad de la familia y la sociedad aumenta.
Patatas, magdalenas, leche... comemos esos productos a diario, pero sin conocer su naturaleza, su origen o el proceso de fabricación que han seguido hasta llegar a nuestra mesa. Antes de comer, podemos pensar de dónde procede la leche, cuál es su naturaleza, la situación que su producción tiene en el mundo. Esto nos hará descubrir muchas cosas, ya que a menudo la consumimos sin saber lo que es, ignoramos su origen, así como la felicidad o el sufrimiento que ha supuesto su producción.
Antes de compartir una comida es una buena idea hacer durante unos minutos una meditación colectiva. En la tradición cristiana se bendice la mesa, pero en la tradición budista antes de comer hacemos la práctica de respirar conscientemente y de observar con atención la comida que hay en la mesa. Inspiramos y espiramos tres veces y damos las gracias a la luz del sol, al trigal, y a la nube que nos han ofrecido la maravillosa comida que vamos a tomar hoy.
Supón que vas a comerte un helado de cucurocho. El helado existe en el momento presente, si perteneciera al pasado no podrías comértelo. Y si perteneciera al futuro, ¿cómo podrías saborearlo? el helado sólo existe en el momento presente. Si tu mente está pensando en el pasado 0 en el futuro, no estarás saboreando realmente el helado. Vuelve al aquí y al ahora y cómete el helado. Cómetelo con todo tu ser: con el cuerpo, el corazón y la mente. Cuando te lo comes de ese modo, saboreas y disfrutas de verdad el helado.
El secreto de la práctica consiste en hacer una sola cosa a la vez. Si comes un helado, come sólo un helado y nada más. Si al comértelo estás excitado, estarás comiendo tu excitación y ni siquiera te fijarás en él. Y si estás enojado, estarás comiendo tu enfado y ni siquiera te gustará su sabor. Al tomarte el helado, come sólo el helado y nada más.
Comer en silencio nos ayuda a valorar los alimentos y a reconocer su presencia. Durante los cinco primeros minutos comemos en silencio para concentramos en la comida.
Intenta comer en silencio durante los cinco primeros minutos. Come muy despacio y disfruta de la comida. Come con todo tu ser para saborearla a fondo. Sabes que si comes un helado poco a poco, siendo consciente de él, te sabrá mucho mejor y te sentirás más feliz. Es así de sencillo.
Poder comer nos produce una gran felicidad. Tener cada día algo que comer nos proporciona mucha alegría. Incluso puedes decir: “Papá, me siento muy feliz. Esta noche el guiso estaba delicioso. Muchas gracias”. Agradecer así la comida aportará más felicidad al hogar. Si durante la cena haces reproches a alguien, si le criticas diciendo: ¿Cómo es que esta noche vienes tan tarde?, estarás haciendo infelices a todos los que están sentados a la mesa contigo. Hemos de vivir de tal modo que la hora de cenar se convierta en la hora más feliz del día.
Si cuando comes eres capaz de crear felicidad, podrás crearla también en otros momentos del día y eso es maravilloso. Tienes el don de crear felicidad en cualquier momento.
Extracto del libro:
A la sombra del manzano rosal
El budismo explicado a los niños
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
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