lunes, 13 de noviembre de 2017

ANGULIMALA (collar de dedos)


¿Podemos escapar a nuestro destino?

Hubo una vez un brahmán, consejero del rey, que tuvo un hijo. Como el hombre era supersticioso, examinó atentamente distintos presagios para saber qué sería de su heredero, para poder así actuar del mejor modo. Así supo horrorizado que su retoño se volvería muy violento. Para prevenir esta catástrofe, llamó a su hijo Ahimsaka, que significa “inocente”. Además, le enseñó a ser siempre obediente, de forma que nunca transgrediera las normas del buen decoro. El niño aprendió así el respeto y era un alumno aplicado y brillante, para gran satisfacción de sus padres. Cuando llegó a la edad de continuar sus estudios decidieron enviarle lejos, a casa de un reputado gurú. Antes de partir, su padre no olvidó recordarle que debía obedecer escrupulosamente a su maestro.

El chico confirmó las expectativas de su familia, porque resultó ser disciplinado y trabajador. Pero hete aquí que esta situación acabó por despertar los celos de sus condiscípulos, quienes vieron en él al favorito del profesor. Criticaban su obediencia escrupulosa, su preocupación permanente por adelantarse a los deseos de su maestro. Para vengarse, dejaron correr el rumor de que Ahimsaka, aprovechándose de su familiaridad, quería de hecho desembarazarse del gurú y reemplazarle cuando terminara sus estudios, y que además ya había logrado seducir a la esposa del maestro.

La tradición indicaba que, al finalizar los estudios, todo estudiante ofrecía a su maestro un regalo importante, según el deseo de este último. Para vengarse de este alumno “ambicioso”, el gurú decidió pedirle un horrible tributo: “Matarás a mil personas y me traerás sus pulgares derechos”. Esperaba que de este modo su alumno lograría hacerse matar.

Esta orden provocó un auténtico tumulto en el corazón de Ahimsaka, pero había sido educado para obedecer, y se dispuso a cumplir la tarea que se le había encomendado. Fue a vivir al bosque, asesinando a aquellos que pasaban por él, ya fueran mercaderes o peregrinos, y entrando en las ciudades cuando no encontraba víctimas. Nunca robaba su dinero ni sus bienes, pero conservaba los pulgares en una gruta en la que se había construido su refugio. Desgraciadamente, los animales se comieron los pulgares guardados. Así que Ahimsaka decidió en adelante llevar colgados los pulgares de sus víctimas. De ahí le vino su nuevo nombre: Angulimala, que significa “collar de dedos”.

Los habitantes de la región, aterrorizados, solicitaron ayuda al rey para desembarazarse del feroz criminal. El rey envió una tropa para perseguirle y matarle. Cuando la madre de Angulimala lo supo, decidió ir a prevenir a su hijo para que pudiera huir. Cuando Angulimala vio llegar a la anciana mujer, no la reconoció. Acababa de llegar a los 999 pulgares y no le faltaba más que uno. En este preciso momento el Buda, que pasaba por allí, decidió intervenir a pesar de las advertencias de los lugareños. Felizmente, ya que Angulimala decidió matar al Señor en lugar de a su madre, lo que habría supuesto para él mil años de infierno por matricidio.

Evidentemente Angulimala no lograba atrapar al Buda, quien se desplazaba mucho más rápidamente que él a pesar de caminar pausadamente. Asombrado, el criminal pidió al Bienaventurado que se detuviera, a lo que éste respondió: “Yo ya me he detenido, eres tú quien debe detenerse ahora”. “No comprendo” – respondió el desesperado. El Iluminado le explicó que él había dejado totalmente de dañar a los seres vivos, mientras que por el contrario Angulimala los destruía. Enmudecido, Angulimala tomó conciencia de inmediato de lo que hacía, se arrepintió y decidió hacerse monje.

Un poco más tarde, cuando el rey llegó, se enteró de la conversión del criminal, con lo que le saludó como a los otros monjes y le hizo él mismo un donativo.

Lamentablemente la nueva vida de converso no fue siempre fácil. Algunos lugareños aún le guardaban mucho rencor por su pasado y le daban palizas cuando iba a pedir la limosna. “Es el resultado de tu antigua vida, los frutos de tu karma, al que no puedes escapar. Piensa en lo que podría haberte sucedido de haber continuado por aquel camino”, le respondía el Iluminado para consolarle, “sólo necesitas ser paciente, practicar la rectitud y seguir el dharma”. Y así fue como Angulimala alcanzó la santidad.

Algunas preguntas para profundizar y ampliar

Comprensión

  • ¿Por qué el brahmán enseña la obediencia a su hijo?
  • ¿Por qué los otros alumnos desean vengarse de Ahimsaka?
  • ¿Por qué el gurú cree los rumores?
  • ¿Ahimsaka podía no obedecer a su maestro?
  • ¿El padre de Ahimsaka podía evitar lo que iba a suceder a su hijo?
  • ¿Por qué Angulimala no logra atrapar al Buda?
  • ¿Por qué Angulimala decide matar al Buda en lugar de a su madre?
  • ¿Por qué el rey no hace a su tropa matar a Angulimala?
  • ¿Por qué el Buda aconseja a Angulimala que siga el dharma?
  • ¿Por qué los lugareños daban palizas a Angulimala?

Reflexión

  • ¿Podemos cambiar el orden del mundo?
  • ¿Todos tenemos un destino?
  • ¿La obediencia es una virtud?
  • ¿Debemos enseñar la desobediencia a los niños?
  • ¿Cuál es la dificultad de ser autónomo?
  • ¿Debemos hacer lo que queremos o debemos aceptar las reglas?
  • ¿Nuestras acciones tienen siempre consecuencias?
  • ¿Nuestras acciones tienen siempre una razón de ser?
  • ¿El destino es una creencia o una realidad?
  • ¿Es más grave matar a la propia madre que a cualquier otra persona?

Extracto del libro:
Sabiduría de los cuentos budistas
Oscar Brenifier & Isabelle Millon
Fotografía de Internet

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