miércoles, 25 de octubre de 2017

LA VIDA EN BLANCO Y NEGRO

Continuación

Señalaré tres modos cognitivos que emplean las mentes simples para reafirmar su insoportable levedad: atribuciones incompletas o infantilismo mental; la vida en blanco y negro; y «mejor cambiemos de tema» o «ya es suficiente». 

LA VIDA EN BLANCO Y NEGRO 

Es considerar las cosas en categorías absolutas: o blanco o negro. Es más «económico» y menos complejo para una mente simple decir «sí» o «no». Como hemos visto, el todo o nada adopta diferentes formas en la mentalidad rígida. Aquí, el pensamiento dicotómico está al servicio de la simplificación o de evitar ampliar y revisar las posturas asumidas. 

Para una mente que busca afanosamente la certeza, los términos medios son fuente de estrés. Entre otras cosas, porque los grises requieren muchas veces un cálculo de probabilidades que el estilo rígido rechaza con tozudez. Por ejemplo, afirmar que «todas las personas de derechas son autoritarias y fundamentalistas» es un claro error cognitivo, ya que no sólo las investigaciones muestran que no es así sino que la experiencia cotidiana no lo avala: hay personas de derechas que no son autoritarias ni dogmáticas. Por lo tanto, deberíamos cambiar la palabra «todas» por «algunas», flexibilizar la afirmación y hacerla menos categórica. Con todo, es posible que el ajuste no sea del agrado de un político de izquierdas obstinado, porque implicaría aceptar que no toda persona de derechas es fascista. 

Lo mismo ocurriría con la afirmación: «Todas las personas de izquierdas son autoritarias y fundamentalistas.» Un político de ultraderecha no aceptaría cambiar «todas» por «algunas», porque implicaría aceptar que existen personas de izquierdas con un pensamiento democrático. Pero es evidente que hay personas de izquierdas que no son autoritarias ni fundamentalistas. En política, la rigidez afecta tanto a los de derechas como a los de izquierdas. Las mentes totalitarias se hallan tanto en un bando como en el otro. 

Veamos dos ejemplos de dicotomía simplista: 

Ejemplo 1:

—La gente que fuma marihuana es drogadicta. 
—No estoy de acuerdo. Hay consumidores sociales que no tienen dependencia. 
—No es así, todas las personas que consumen marihuana son drogodependientes. 

Pero no es así. No todos los que consumen marihuana cumplen con las características de una persona que tiene una adicción. Si lo hacen de forma ocasional, no sufren del síndrome de abstinencia (entrar en crisis cuando no se consume) y no son compulsivas. Están fuera de los parámetros del diagnóstico de drogodependencia aceptados a nivel internacional. Con esto no estoy invitando a cultivar marihuana en el balcón de casa. Lo que estoy señalando es una excepción a la regla y reemplazando «todas» por «algunas». Obviamente, es menos trabajoso para la mente simple quedarse con la generalización que con la excepción. 

Ejemplo 2:

—No quiero aceptar responsabilidades. Me siento inseguro.
—¿Por qué? Yo he visto que haces las cosas bien. 
—No, no, yo siempre me equivoco... Nunca dejaré de ser mediocre.

La simplicidad también puede estar dirigida a uno mismo. A veces no queremos profundizar en nuestro comportamiento ni ver cómo es en realidad. Es más fácil y menos arduo utilizar el «siempre» y el «nunca». La última afirmación del diálogo anterior es errónea porque es obvio que habrá veces en que esa persona no se equivoque y es muy probable que algún día dejará de ser mediocre, si es que lo es. Es decir: ni siempre ni nunca.


Extracto del libro: 
El arte de ser flexible
Walter Riso
Fotografía tomada de internet

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