En cada uno de nosotros hay una fuerte energía llamada energía de los hábitos. En sánscrito la energía de los hábitos se llama vasana. Cada uno de nosotros tiene energías de hábitos que nos llevan a decir y hacer cosas que no queremos decir o hacer. Estas energías de hábitos son perjudiciales para nosotros y nuestras relaciones con otras personas. En el plano intelectual sabemos que decir o hacer determinada cosa provocará mucho sufrimiento y sin embargo lo hacemos de todos modos. Y una vez que lo dicen o hacen, el daño está hecho. Luego lo lamentan. Se golpean el pecho y se tiran de los pelos. Dicen “no volveré a decir o hacer eso.” Pero si bien lo dicen sinceramente, la próxima vez que se presenta la situación, dicen o hacen lo mismo. Este es el poder de la energía de los hábitos, que quizá les hayan transmitido sus padres o antepasados.
La respiración consciente les puede ayudar a reconocer la energía de un hábito cuando aparece. No hace falta que luchen contra esta energía; sólo deben reconocerla como suya y sonreírle. Esto es suficiente. “Hola, energía de hábito mía. Sé que estás ahí, pero no me puedes hacer nada.” Le sonríen y a partir de ese momento son libres. Esta es una protección maravillosa. Por eso digo que la consciencia plena es la energía de Dios, la energía del Buda, que nos protege.
Para que la energía de la consciencia plena les sirva, es muy importante que cultiven cada día la práctica de caminar conscientemente y de respirar conscientemente. Cuando la energía de los hábitos se empiece a manifestar, sigan respirando, reconózcanla y digan: “Hola, energía de hábito mía. Sé que estás ahí, pero soy libre. No me vas a inducir más a decir o hacer esas cosas.” Esta es la forma de aprender a reaccionar de manera distinta—crean energía de un hábito positivo para sustituir la del hábito negativo.
Nuestras relaciones con otras personas son cruciales para nuestra felicidad. A veces tratamos mal a otros o nos tratamos mal a nosotros mismos debido a nuestra energía de hábitos. Debiéramos tratarnos con respeto, ternura, y compasión. Esto es muy importante. Si sabemos tratar a nuestro cuerpo y a nuestros sentimientos con respeto, seremos capaces de tratar a otras personas con el mismo respeto. De esta manera creamos paz, libertad, y felicidad en el mundo. Cada uno de nosotros es capaz de hacer esto. Sólo necesitamos un poco de preparación. Es una suerte tener un amigo que sepa practicar. Cuando dos personas practican, se pueden respaldar en la práctica de cultivar la energía llamada consciencia plena—la consciencia plena de caminar, la consciencia plena de respirar, la consciencia plena de comer.
Cada momento de nuestra vida cotidiana puede emplearse para cultivar la consciencia plena—la energía del Buda, del Espíritu Santo. Dondequiera que se halle el Espíritu Santo, hay entendimiento, perdón, y compasión. La energía de la consciencia plena tiene la misma naturaleza. Si saben generar esta energía, llegan a estar plenamente presentes, verdaderamente vivos, y adquieren la capacidad de comprender. Con comprensión se vuelven compasivos, y esto lo cambiará todo.
Extracto del libro:
Sea libre donde esté
Thich Nhat Hanh
Fotografía tomada de internet
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