Quizá creas que tu hijo y tú sois dos entidades distintas, pero si lo observas con más profundidad, verás que seguís siendo una unidad. De ahí que solucionar una pelea, restablecer la paz entre los dos, sea como restablecer la paz en tu interior, en tu propio cuerpo. Tú y tu hijo tenéis la misma naturaleza, pertenecéis a la misma realidad.
Hace muchos años, cuando estaba en Londres, entré en una librería y vi un libro titulado My Mother, Myself. Qué título tan inteligente: «Mi madre, yo mismo». Podrías escribir otro libro titulado: Mi hija, yo mismo, o Mi hijo, yo mismo, o Mi padre, yo mismo, porque es cierto. Cuando te enojas con tu hijo, te estás enojando contigo mismo. Cuando castigas a tu hijo, te estás castigando a ti mismo. Cuando haces sufrir a tu padre, te estás haciendo sufrir a ti. Lo comprendemos cuando adquirimos la visión del no-yo, la visión de que el yo está hecho de elementos no-yo, como nuestro padre, nuestra madre, todos nuestros antepasados, así como el sol, el aire y la tierra.
Cuando experimentas esta visión, la realidad del no-yo, sabes que la felicidad y el sufrimiento no son una cuestión individual. Tu sufrimiento es el sufrimiento de tus seres amados. Su felicidad es tu felicidad. Cuando lo sabes, ya no te tienta la idea de castigar o culpar a alguien y actúas con mucha más sabiduría. Esta inteligencia, esta sabiduría, es fruto de tu contemplación, de tu profunda observación. Por eso cuando leas tu Sutra del Corazón, te ayudará a recordar la visión de que tu hijo o tu pareja son tú.
Leemos un sutra para sumergirnos en la verdad, en la visión del no-yo. El Sutra del Corazón que te animo a escribir es un sutra que procede de tu propia visión de que tú y la otra persona sois uno. El Sutra del Corazón trata de la sabiduría, y tu Sutra del Corazón también. Te recuerda la sabiduría de que tú no eres distinto de los demás, que no tienes un yo separado. Te recuerda la sabiduría de tu amor. Cuando estás enojado, cuando tienes la idea equivocada de que eres un yo separado, la lectura del Sutra del Corazón te ayudará a volver a ti mismo de nuevo. Cuando la visión del no-yo está ahí, el Buda también lo está, y tú te encuentras a salvo. No has de sufrir más.
Hemos de recordar constantemente que hay muchas formas de aliviar la ira que sentimos, pero la mejor, la más profunda, surge de la comprensión, de la visión del no-yo. El no-yo no es una filosofía abstracta, sino una realidad que experimentas al vivir conscientemente. La visión del no-yo restablecerá la paz y la armonía entre la otra persona y tú. Te mereces la paz, la felicidad, por eso habéis de sentaros y crear una estrategia para vivir juntos.
Has de descubrir además una manera de vivir que produzca armonía y paz. Tienes que firmar un tratado de paz contigo mismo, porque a menudo estás destrozado por la guerra y el conflicto que mantienes en tu interior. Estás en guerra porque te falta sabiduría, visión interior. Con la comprensión, podrás restablecer la paz y la armonía en ti y en las relaciones que mantengas con los demás. Sabrás actuar y reaccionar con inteligencia y ya no estarás en una zona bélica, en una zona de conflicto. Si en ti hay paz y armonía, la otra persona lo notará, y se restablecerán rápidamente la paz y la armonía entre ambos. Serás mucho más agradable, mucho más fácil de tratar, y esto ayudará muchísimo a la otra persona.
Para ayudar a tu hijo, haz, pues, las paces contigo mismo. Obsérvate profundamente. Si deseas ayudar a tu madre, restablece la paz que hay en ti, descubre la visión que te permitirá ayudarla. Ayudarte a ti mismo es la primera condición para ayudar a otro. Abandona la ilusión llamada yo. Esta es la esencia de la práctica que os liberará a ti y a la otra persona de la ira y del sufrimiento.
Extracto del libro:
LA IRA (El dominio del fuego interior)
Thich Nhat Hanh
Thich Nhat Hanh
Fotografía de Internet
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