Podríamos pensar que, a medida que nos vamos abriendo harán falta cada vez mayores catástrofes para llevarnos al límite, pero lo interesante es que, a medida que nos abrimos, las grandes catástrofes nos despiertan súbitamente y las pequeñas cosas nos pillan desprevenidos. Sin embargo, sea cual sea su tamaño, color o forma, la cuestión es inclinarse hacia las incomodidades de la vida y verlas con claridad, en lugar de protegernos de ellas.
Al practicar la meditación no estamos intentando estar a la altura de ningún ideal; muy al contrario, nos quedamos con nuestra experiencia tal como es. Si experimentamos que a veces tenemos cierta amplitud de perspectiva y otras veces no, bueno, pues ésa es nuestra experiencia. Si nos ocurre que a veces podemos acercarnos a lo que nos da miedo y otras no, ésa es nuestra experiencia. Seguimos una instrucción muy profunda:
«Este mismo momento es el profesor perfecto porque siempre está con nosotros.» La enseñanza es ver, simplemente, lo que está pasando. Podemos quedarnos con lo que está pasando y no disociarnos. El despertar se encuentra en el placer y en el dolor, en la confusión y en la sabiduría, está disponible en cada momento de nuestra extraña, insondable y ordinaria vida cotidiana.
Del libro:
CUANDO TODO SE DERRUMBA
PEMA CHÖDRON
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