No es necesario ir a la iglesia, al templo o a la mezquita; allí donde estés se dichoso, y allí estará el templo. El templo es una creación sutil de tu propia energía. Si eres dichoso, creas el templo a tu alrededor, una determinada aura, una luz, una fragancia.
En los templos simplemente hacemos cosas falsas. En los templos ofrecemos flores que no son nuestras; las tomamos prestadas de los árboles. Ya fueron ofrecidas por Dios a los árboles y en ellos estaban vivas; las haz matado, haz matado algo hermoso, y ahora le estas ofreciendo esas flores asesinadas a Dios y ni siquiera te sientes avergonzado. He observado, en particular en la India, que las personas no toman las flores de sus propias plantas, las recogen de las de sus vecinos, y nadie puede impedírselo, porque este es un país religioso y recogen flores con propósitos religiosos... no se les puede decir que no. La gente enciende luces y velas, pero no son suyas; la gente quema incienso y surge la fragancia, pero todo es prestado. El verdadero templo se crea mediante la felicidad... y todas estas cosas comienzan a suceder por cuenta propia. Si eres feliz, descubrirás que unas flores están siendo ofrecidas, pero dichas flores son de tu conciencia; hay luz, pero esa luz surge de tu propia llama interior; hay fragancia, pero esa fragancia corresponde a tu ser. Esa es la verdadera adoración.
Del libro:
DÍA A DÍA
OSHO
Día 80
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