jueves, 23 de febrero de 2023

HOFETZ CHAIM


En el siglo pasado, un turista de los Estados Unidos visitó al famoso rabino polaco Hofetz Chaim.

Y se quedó asombrado al ver que la casa del rabino consistía sencillamente en una habitación atestada de libros. El único mobiliario lo constituían una mesa y una banqueta.

«Rabino, ¿dónde están tus muebles?» preguntó el turista.

«¿Dónde están los tuyos?», replicó Hofetz.

«¿Los míos? Pero si yo solo soy un visitante… Estoy aquí de paso…», dijo el americano.

«Lo mismo que yo», dijo el rabino.

Cuando alguien comienza a vivir más y más profundamente, vive también más sencillamente.

Por desgracia, la vida sencilla no siempre conlleva profundidad.



Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

domingo, 8 de enero de 2023

VALOR INTERNO


 

PARÁBOLA SOBRE LA VIDA MODERNA


Los animales se reunieron en asamblea y comenzaron a quejarse de que los humanos no hacían más que quitarles cosas.

«Se llevan mi leche», dijo la vaca. «Se llevan mis huevos», dijo la gallina. «Se llevan mi carne y mi tocino», dijo el cerdo. «Me persiguen para llevarse mi grasa», dijo la ballena.

Y así sucesivamente.

Por fin habló el caracol: «Yo tengo algo que les gustaría tener más que cualquier otra cosa. Algo que ciertamente me arrebatarían si pudieran: TIEMPO».

Tienes todo el tiempo del mundo. Solo hace falta que quieras tomártelo. ¿Qué te detiene?



Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

domingo, 1 de enero de 2023

SOMOS DEMASIADO JÓVENES Y LIMITADOS


 

EL PORQUÉ DE LAS COSAS



Cuando sólo hago uso de mi propia mentalidad, no encuentro en ella rastro de certeza.

La gran zanahoria de los seres humanos, perseguida hasta la saciedad, es el intento frustrado de encontrarle un sentido a las cosas. Lo llamamos el porqué. Por qué me has dejado. Por qué has hecho esto. Por qué llueve hoy. Por qué he enfermado. ¿Sabes cuanta energía usamos en un solo día para intentar comprender lo que sucede?

Cuando sentimos tristeza, ésta no tiene un significado propio hasta que nosotros se lo damos. Al hacerlo, la situación que creíamos ser la causa de nuestra tristeza pasa también a tener un sentido triste. De esta manera encajan y parecen tener lógica y coherencia. Es entonces cuando creo haber comprendido por qué siento tristeza y por qué me ha ocurrido tal situación. Sin embargo, sigo buscando el sentido a todo ello, porque en el fondo sé que sigo sin comprender.

Todo responde a un orden mayor que se nos escapa al mirarlo desde nuestra pequeña perspectiva. Nuestro yo es demasiado joven y limitado en experiencia como para poder concebir lo eterno, lo infinito y sus mecanismos de manifestación dentro de nuestra solitaria percepción de la realidad de la existencia. No podemos comprender del todo ningún acontecimiento de nuestra propia vida si lo interpretamos desde un punto de vista personal, desde el que no somos conscientes de lo eterno e infinito de nuestro ser.

Entretenerse en tratar de comprender lo incomprensible es una pérdida de tiempo para aquellos que lo que quieren con todo su corazón es cruzar el velo de la ignorancia. Sin embargo, parece gustarnos esa manera de vivir la vida. En lugar de vivirla en paz y así comprender qué es la vida, le exigimos una comprensión previa para poder vivirla en paz. La paz nos lleva a la comprensión; sin embargo, preferimos que la incomprensión nos lleve a la comprensión preguntándole a ella el porqué de las cosas.

¿Puedes imaginarte tu estado mental si en lugar de negarte a vivir lo que no comprendes te abrieras a vivirlo? Podemos referirnos aquí a la muerte de un ser querido, a la que nos aferramos con la intención de terminar comprendiendo algún día el porqué de su muerte. Muchas personas soportan este dolor a la espera de comprender el porqué, en lugar de vivirlo y comprenderlo finalmente a través de su vivencia. Es la vida la que nos lleva a la comprensión y no la incertidumbre, ni el miedo, ni el sufrimiento, ni las creencias religiosas o espirituales.

Sólo podemos comprender que la muerte no existe cuando nuestra mente está en paz. Desde la paz podemos, entonces, mirar esa situación desde nuestro corazón, lugar en el que nunca nada empieza ni termina, en el que todo vive unido a todo sin pérdidas ni logros, sólo presencia, sólo xistencia, sólo paz. Nos acercamos a esa claridad cuando nos abrimos a dar la bienvenida a todo lo que ocurre, sin «peros» que valga la pena objetar ni «porqués» que valga la pena cuestionar.

La gran mayoría de las veces, este intento de descubrir un sentido aceptable de la vida lo usamos para esconder nuestro miedo a la ignorancia que tanto nos atemoriza. Lo que sucede a nuestro alrededor no tiene sentido tratar de comprenderlo mientras lo percibamos como algo ajeno a nosotros. Todo ocurre como emanación de nuestro ser o como proyección de nuestros miedos, y en ambos casos si uno no usa esas situaciones para conocerse a sí mismo, se autocondena a vivir en el limbo mental de preguntarle al pasado: «Pasado, ¿por qué has sucedido así?»



Extracto del libro:
¿Me acompañas?
Sergi Torres
Fotografía de Internet

sábado, 31 de diciembre de 2022

ABRIRSE A VIVIRLO O EXPERIMENTARLO


 

INDECISIONES


 

LOS SIETE TARROS DE ORO


Al pasar un barbero bajo un árbol embrujado, oyó una voz que le decía: «¿Te gustaría tener los siete tarros de oro?». El barbero miró en torno suyo y no vio a nadie. Pero su codicia se había despertado y respondió anhelante: «Sí, me gustaría mucho». «Entonces ve a tu casa en seguida», dijo la voz, «y allí los encontrarás».

El barbero fue corriendo a su casa. Y en efecto: allí estaban los siete tarros, todos ellos llenos de oro, excepto uno que solo estaba medio lleno. Entonces el barbero no pudo soportar la idea de que un tarro no estuviera lleno del todo. Sintió un violento deseo de llenarlo; de lo contrario, no sería feliz.

Fundió todas las joyas de la familia en monedas de oro y las echó en el tarro. Pero este seguía igual que antes: medio lleno. ¡Aquello le exasperó! Se puso a ahorrar y a economizar como un loco, hasta el punto de hacer pasar hambre a su familia. Todo inútil. Por mucho oro que introdujera en el tarro, este seguía estando medio lleno.

De modo que un día pidió al Rey que le aumentara su sueldo. El sueldo le fue doblado y reanudó su lucha por llenar el tarro. Incluso llegó a mendigar. Y el tarro engullía cada moneda de oro que en él se introducía, pero seguía estando obstinadamente a medio llenar.

El Rey cayó en la cuenta del miserable y famélico aspecto del barbero. Y le preguntó: «¿Qué es lo que te ocurre? Cuando tu sueldo era menor, parecías tan feliz y satisfecho.

Y ahora que te ha sido doblado el sueldo, estás destrozado y abatido. ¿No será que tienes en tu poder los siete tarros de oro?».

El barbero quedó estupefacto: «¿Quién os lo ha contado, Majestad?», preguntó.

El Rey se rio. «Es que es obvio que tienes los síntomas de la persona a quien el fantasma ha ofrecido los siete tarros.

Una vez me los ofreció a mí y yo le pregunté si el oro podía ser gastado o era únicamente para ser, atesorado; y él se esfumó sin decir una palabra. Aquel oro no podía ser gastado. Lo único que ocasiona es el vehemente impulso de amontonar cada vez más. Anda, ve y devuélveselo al fantasma ahora mismo y volverás a ser feliz».




Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet
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