martes, 12 de julio de 2022

¿QUÉ ESTÁS PROTEGIENDO?


La gente suele preguntarme cómo rendirse, cómo aquietarse, 
porque rendirse y aquietarse, en realidad, son lo mismo. No hay un "cómo" hacerlo. El "cómo" está en cómo la mente se aferra, en cómo se resiste. Este es un "cómo" muy importante, porque una vez que descubres cómo lo hace y cómo defiende ese aferramiento, la rendición es simplemente dejar de aferrarse. La comprensión de por qué se defiende vendrá de manera natural.

No tienes que ir buscando los porqués. Te serán revelados.

El reto consiste en responder de verdad las preguntas: ¿Qué estoy defendiendo? ¿Qué estoy protegiendo? Entonces puede haber elección. No hay nada malo en proteger y defender. No significa que no seas el Ser. No significa que no vayas a ir al cielo. No significa que no lograrás la realización no dual. No significa nada. Esto es lo bueno de la situación. Pero al dedicar tu actividad, enfoque y atención a cómo proteger, das un falso significado a lo que está siendo protegido.

No estoy hablando del cuerpo. Él no necesita protección.

Mientras el cuerpo esté aquí protégelo lo mejor que puedas.

Vístelo, aliméntalo y abrígalo. Cuando enferme, déjalo descansar y dale medicinas. De lo que estoy hablando es de algo mucho más cercano que el cuerpo. De lo que tiene un muro imaginario de protección y defensa construido a su alrededor.

La tragedia de este muro es que sólo es una defensa contra la realización de tu verdadero ser.

En realidad, indagar qué está protegiendo la mente es lo mismo que hacerlo sobre a quién está protegiendo. Me he dado cuenta de que al preguntar a quién, a menudo se produce un salto a la comprensión no dual, un salto sobre el muro defensivo y diez minutos después, una hora después, un día después, un mes después, se produce la experiencia de sufrimiento. Me gustaría abordar cuál es la función del muro. ¿Qué protege?

No tienes que demolerlo. Ni siquiera tienes que ver que es una ilusión, que lo que está protegiendo también lo es, y que el protector mismo es una ilusión.

Todo eso es verdad, pero, en este momento, di la verdad relativa, con respecto a lo que está siendo protegido, a lo que está siendo defendido. Es la actividad de la mente, la estrategia y la planificación, el conseguir algo o mantener otra cosa alejada. En la raíz de todas estas tácticas mentales hay algún tipo de defensa, algún tipo de protección.

De momento, olvidémonos de que el protector es irreal, aunque lo es absoluta y totalmente. Releguemos que el muro es irreal, aunque lo es total y absolutamente. Veamos lo que creemos que estamos protegiendo, porque, al verlo, la mente tiene la capacidad de soltar, de quedar desprotegida, aquietada. Estar aquietada es ser una; punto.



Extracto del libro:
Libertad y resolución
Gangaji
Imágenes tomadas de internet

viernes, 8 de julio de 2022

LO QUE NUNCA SE HA PERDIDO




 

CONSUELO PARA EL DEMONIO


Una antigua leyenda cristiana:

Cuando el Hijo de Dios fue clavado en la cruz y entregó su espíritu, descendió inmediatamente a los infiernos y liberó a todos los pecadores que allí sufrían tormentos.

Y el demonio se afligió y lloró, porque creía que ya no conseguiría más pecadores para el infierno.

Entonces le dijo Dios: «No llores, que yo he de enviarte a todas esas santas personas que se complacen en la autoconciencia de su bondad y dé su santurronería y en la condenación de los pecadores. Y el infierno volverá a llenarse una vez más, durante generaciones, hasta que decida yo regresar de nuevo»



Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

jueves, 7 de julio de 2022

LA FLOR Y LA MALA HIERBA


 

EL LADRÓN Y LA LUNA


Un hombre sabio vivía en una cabaña al pie de una montaña.

Cierta noche, un ladrón entró en la choza, sólo para descubrir que allí no había nada que robar. El sabio volvió entonces y lo sorprendió.

—Tal vez hayas hecho un largo camino para visitarme —le dijo al ladrón— y no debes irte con las manos vacías. Por favor, acepta mi ropa como regalo.

El ladrón quedó desconcertado, tomó la ropa y se fue sin decir nada. El sabio, desnudo, se sentó a mirar la luna.

—Pobre hombre —pensó—. Ojalá pudiera darle esta hermosa luna.




Extracto del libro:
Recopilaciones "Cuentos y Fábulas del Buda"
Sri Deva Fénix
Fotografía de internet

miércoles, 6 de julio de 2022

SEGUÍA DOLIENDO, PERO, EN EL NIVEL MÁS PROFUNDO, ESTABA BIEN, NO ERA UN PROBLEMA


 

REPETARSE A UNO MISMO


Respetarse, pues, implica amarnos y amar la vida que se manifiesta en nosotros.

Representa un vínculo de autenticidad con nosotros mismos y de lealtad con lo que vivimos. Invita a pertenecer a nuestro ser, como en un sano patriotismo de nuestra persona. Así, debo recordarme que: 

• Respeto que soy quien soy. No soy otro, soy yo.
• Respeto mi imperfección y me amo con ella, del mismo modo que puedo amar mi imperfección y la tuya. Abrazo lo imperfecto. 
• Respeto mis deseos y necesidades. Los gestiono activamente para que se cumplan. No espero a menos que sea imprescindible, actúo. 
• Tengo el derecho a vivir plenamente y a ser feliz. Vivo este derecho. 
• No soy ni mejor ni peor que nadie. El respeto nos conecta a la humildad. 
• Soy compasivo con mis fallos. Tengo una mirada compasiva hacia mi actuar. 
• Aunque a veces me cueste, soy mi amigo, no mi enemigo. 
• Me esfuerzo para vivir mejor, no para dejar de vivir. 
• No vine al mundo a sufrir, sino a sentir la alegría de ser. 
• Me reafirmo en mi valía personal. 
• Cuido mi cuerpo como un templo, ya sea con una dieta adecuada, masajes, bicicleta, footing... El cuidado al cuerpo, es un buen indicador de autoestima. 
• Doy espacio a mis pensamientos, mis deseos y mis necesidades. Son legítimos y me pertenecen. Les doy espacio, aunque no me gusten o me asusten. Aunque no me agraden o me espanten no me restan dignidad como persona. 
• La alegría y la satisfacción son derechos innatos, naturales para mí y para todos. 
• Me acepto. Con mis partes luminosas y con mis defectos. Me acepto, estoy de mi lado. 
• Estoy sintiendo lo que estoy sintiendo y acepto la realidad de mi experiencia. 
• Me niego a pelearme, a estar en guerra, conmigo mismo. Dejo de luchar contra lo que siento o vivo. 
• Puedo ser agente activo de mi cambio. Estoy dispuesto a experimentar mis pensamientos, sentimientos, emociones, acciones y sueños como parte de mi ser. Permito que se expresen, y no los reprimo. 
• Mis errores son mi aprendizaje. 
• A veces no debo hacerme tanto caso. La mente se vuelve en ocasiones un infierno o un purgatorio. 
• Respeto mi ignorancia. La vida es mayor que yo, aunque tengo derecho a conquistarla.

Jordi Gil Martín



Extracto del libro:
365 semillas de conciencia para una vida plena
Fotografías tomadas de Internet

martes, 5 de julio de 2022

EL RÍO ERA SU DIOS


 

SIDHARTA Y EL CISNE


Hace mucho tiempo, en India, vivían un rey y una reina.

Un día la reina tuvo un bebé. Lo llamaron Príncipe Siddhartha. El rey y la reina estaban muy felices.

Ellos invitaron a un sabio anciano para que fuera al reino a predecir la fortuna del niño.

―Por favor, dinos: dijo la reina al sabio anciano.
―¿Qué llegará a ser nuestro hijo?
―Vuestro hijo será un niño especial, le dijo, "Un día llegará a ser un gran rey."
―¡Viva! dijo el rey. ―Será un rey como yo. 
―Pero, dijo el sabio, cuando el niño crezca, podría abandonar el palacio porque querrá ayudar a la gente.
El no hará semejante cosa! grito el rey mientras le arrebataba al niño.
!El será un gran rey!

El príncipe Siddharatha creció en el palacio.

Todo el tiempo el rey lo observaba.

Se aseguro de que su hijo tuviera lo mejor de todo.

Quería que Siddhartha disfrutara la vida de un príncipe.

Quería que se convirtiera en rey

Cuando el Príncipe tuvo siete años su padre lo mando a buscar.

Siddhartha,. le dijo, "Un día serás rey, ya es tiempo de que comiences a prepararte. Hay muchas cosas que tienes que aprender. Aquí están los mejores profesores de la tierra. Ellos te ensenaran todo lo que necesitas saber."

Daré lo mejor de mi, padre,. contesto el príncipe.

Cuando el Príncipe Siddhartha terminaba sus lecciones, le gustaba jugar en los jardines de palacio. Allí vivía toda suerte de animales: ardillas, conejos, pájaros y venados. A Siddhartha le gustaba observarlos. Podía sentarse a mirarlos tan quieto que a ellos no les daba miedo acercarse hasta el. A Siddhartha le gustaba jugar cerca del lago. Cada año, una pareja de hermosísimos cisnes blancos venia a anidar allí.

El los miraba detrás de los juncos. Quería saber cuantos huevos había en el nido. Le gustaba ver a los pichones aprender a nadar.

Una tarde Siddhartha estaba por el lago. Repentinamente escucho un sonido sobre él. Miro hacia arriba. Tres hermosos cisnes volaban sobre su cabeza. 

Mas cisnes,. pensó Siddhartha, "espero que se posen en nuestro lago." Pero justo en ese momento uno de los cisnes cayo del cielo.
!Oh, no!. grito Siddhartha, mientras corría hacia donde cayo el cisne.
―¿Qué ocurrió? Hay una flecha en tu ala, dijo. ―Alguien te ha herido. Siddhartha le hablaba muy suavemente, para que no sintiera miedo. Comenzó a acariciarlo con dulzura. Muy delicadamente le sacó la flecha. Se quitó la camisa y arropó cuidadosamente al cisne.
―Estarás bien enseguida, le dijo.
―Te veré luego.

Justo, en ese momento, llegó corriendo su primo Devadatta.

―Ese es mi cisne, gritó.
―Yo le pegué, dámelo.
―No te pertenece, dijo Siddhartha, es un cisne silvestre.
―Yo le fleché, así que es mío. Dámelo ya.
―No, dijo Siddhartha.
―Está herida y hay que ayudarla.

Los dos muchachos comenzaron a discutir. 

―Para, dijo Siddhartha. 
―En nuestro reino, si la gente no puede llegar a un acuerdo, pide ayuda al rey. Vamos a buscarlo ahora. Los dos niños salieron en busca del rey. 

Cuando llegaron todos estaban ocupados.
―¿Qué hacen ustedes dos aquí? preguntó uno de los ministros del rey. ¿No ven lo ocupados que estamos? Vayan a jugar a otro lugar. 
―No hemos venido a jugar, hemos venido a pedirles ayuda. Dijo Siddhartha.
―!Esperen! llamó el rey al escuchar esto. 
―No los corran. Están en su derecho de consultarnos. Se sentía complacido de que Siddhartha supiera cómo actuar. 
―Deja que los muchachos cuenten su historia, dijo.
―Escucharemos y daremos nuestro juicio. Primero Devadatta contó su versión.
―Yo herí al cisne, me pertenece. Dijo. Los ministros asintieron con la cabeza. Esa era la ley del reino. Un animal o pájaro pertenecía a la persona que lo hería. Entonces Siddhartha contó su parte.
―El cisne no está muerto. Argumentó. Está herido pero todavía vive.

Siddhartha cuidó del cisne hasta que estuvo bien otra vez. Un día, cuando su ala sanó, lo llevó al río.
―Es hora de separarnos, dijo Siddhartha.

Siddhartha y Devadatta miraron como el cisne nadó hacia las aguas profundas. En ese momento escucharon un sonido de alas sobre ellos.
―Mira, dijo Devadatta, los otros han regresado por ella.

El cisne voló alto en el aire y se unió a sus amigos. Entonces todos volaron sobre el lago por una última vez.
―Están dando las gracias, dijo Siddhartha, mientras los cisnes se perdían hacia las montañas del norte.



Extracto del libro:
Recopilaciones "Cuentos y Fábulas del Buda"
Sri Deva Fénix
Fotografía de internet
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