lunes, 10 de mayo de 2021

LO INCOGNISCIBLE


 

EL MUNDO ES UNA PRUEBA


Una persona que se evade en realidad no es una persona con comprensión. Su evasión misma demuestra su temor, no su comprensión. Si dices: ¿Cómo puedo ser feliz sentado en la plaza de mercado? ¿Cómo puedo estar en silencio sentado en la plaza de mercado?’ y te escapas al silencio del Himalaya, estás evadiendo la posibilidad misma de lograr el silencio, pues es sólo en la plaza de mercado que existe el contraste; es sólo en la plaza de mercado que existe el reto; es sólo en la plaza de mercado que existen las distracciones. Y tendrás que sobreponerte a todas esas distracciones.

Si te escapas al Himalaya te sentirás un poquito más tranquilo, pero al mismo tiempo un poquito más estúpido. Comenzarás a sentirte más silencioso, pero ese silencio le pertenece al Himalaya, no a ti. Si regresas, el silencio se quedará atrás, regresarás solo. Y, al regresar al mundo, te sentirás aun más alterado que antes, pues te habrás vuelto más vulnerable, más blando. Y regresarás con un prejuicio, con la idea de que has alcanzado el silencio. Te habrás vuelto más egoísta.

Es por eso que las personas que han escapado a los monasterios le temen a regresar al mundo. El mundo es una prueba. El mundo es una pauta. Es más fácil estar en el mundo y, poco a poco, ir adentrándose en el silencio; así el silencio del Himalaya llega a ser parte de tu ser. No tienes que ir al Himalaya; el Himalaya viene a ti. Es algo propio tuyo y tú eres el dueño.



FUENTE: OSHO: ‘El Hombre que Amaba las Gaviotas y Otros Relatos’, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2003, ISBN 958-04-7279-3, Pag. 313

MANIPULACIÓN EDUCATIVA


 

NO ESTA EN LA MENTE


 

viernes, 7 de mayo de 2021

EN LOS MOMENTOS PUROS Y PERFECTOS NUNCA ESTARÁ LA MENTE


 

NO ES LO MISMO LA FANTASÍA QUE LA REALIDAD


Cuentan que había un rey a quien le gustaban mucho los dragones. Se hizo un gran experto en esta materia y su palacio estaba decorado con obras de arte que recreaban todo tipo de dragones, gran parte de sus joyas representaban dragones y su ropa estaba decorada con motivos de dragones. En sus jardines manaban fuentes con dragones de piedra e instauró una gran fiesta llamada el Festival del Dragón. Incluso afirmaba que sería capaz de dar cualquier cosa con tal de tener la oportunidad de ver a un dragón si es que éstos hubiesen existido.

Una noche, un fuerte ruido lo despertó. Un enorme animal estaba introduciendo su cabeza por la ventana y, al abrir sus fauces, lanzó una llamarada que casi alcanzó al rey. Era un dragón. El aterrorizado monarca llamó a gritos a su guardia, que acudió en tropel armada hasta los dientes.

-¡Matad a esa bestia! -ordenaba el rey fuera de control. Al cabo de una cruenta pelea, el extraordinario animal yacía muerto a las puertas de palacio.

Desde ese momento, al rey dejaron de gustarle los dragones.



Del libro:
Los 120 mejores cuentos
de las tradiciones espirituales de oriente
Recopilación de Ramiro Calle y Sebastián Vázquez
Fotografía tomada de internet

jueves, 6 de mayo de 2021

RELIGIOSO Y ESPIRITUAL


 

26. RELIGIONES. FUNDAMENTOS I.


Las religiones no soportan el desarrollo de los pueblos porque suele 
acompañarse de los medios de la ilustración y la racionalidad. El resultado es un desplazamiento de las supersticiones, creencias mágicas y subjetivas que en muchos casos sirven de fachada al poder político-económico.

La religión se ha definido como una necesidad humana de comunicación con seres superiores, milagrosos y misteriosos a los que adorar y pedir. Esta necesidad de lo “superior” quizás explique un reconocimiento de la propia inferioridad. Por otro lado parece que si las religiones se modernizasen de acuerdo con los tiempos, atenderían tanto a las personalidades más primitivas como a otras más evolucionadas. Pero también se dice que se quedarían en simples O.N.G., organizaciones de Ayuda fundamentadas en los valores ideales del Ego como la bondad, la honestidad, sinceridad, justicia, austeridad. Los que así opinan dicen que si estos valores se atienden, para qué las religiones si hablan de lo mismo.

Podemos entender la adoración como un deseo frustrado de posesión.

Los humanos adoramos objetos de arte, el oro y los diamantes, edificios, el amor, el poder… Es decir que somos capaces de grandes sacrificios por obtener lo que ansiamos. Se adoran tópicos y costumbres, la propia identidad, las drogas, el sexo, las aventuras… personas, animales, paisajes,… Se adoran palabras, pensamientos, símbolos y creencias.

En el Zen decimos que forma parte del autoengaño creer en estas posesiones porque hemos descubierto que son ellas las que nos poseen ya que introducidas en la mente, se convierten en deseos irrenunciables que limitan todo intento de libertad desnuda.



Bibliografía:
La luciérnaga ciega: Soko Daido Ubalde
Fotografía tomada de internet

miércoles, 5 de mayo de 2021

AMANSAR LA MENTE


 

LA DIFICULTAD DE LA PERCEPCIÓN GLOBAL


Una vez llegó un elefante a una ciudad poblada por ciegos. En esa ciudad se ignoraba 
qué y cómo era ese extraño y enorme animal, así que decidieron llamar a los más eruditos entre ellos para que elevaran un dictamen. El primero se acercó al animal y palpó concienzudamente sus patas. Al rato sentenció:

-Amigos, no hay duda. Un elefante es como una columna.

El segundo de ellos también se acercó al paquidermo y tocó a fondo sus orejas.

-Temo comunicaros que mi colega se ha equivocado. Un elefante es un gran abanico doble -dijo el segundo. El tercero, en cambio, centró su inspección en la trompa.

-Debo decir -proclamó- que mis dos colegas han errado en su apreciación. Es evidente que un elefante es como una gruesa soga. De este modo cada erudito captó su propio grupo de defensores y detractores, iniciándose una polémica que hizo que llegaran a las manos. En esto llegó al pueblo un hombre que veía perfectamente, y ante aquella confusión preguntó el motivo de la disputa. Desordenadamente, cada grupo volvió a defender su opinión sobre lo que en verdad era un elefante. Oídos a todos, el hombre que veía trató de sacarles de su error explicando que cada erudito sólo había percibido una parte del elefante, por lo que les describió cómo era en realidad el animal. Pero los ciegos creyeron que aquel hombre estaba loco. Lo expulsaron de su poblado, y continuaron por los siglos debatiendo entre ellos sobre lo que creían debía ser un elefante.



Del libro:
Los 120 mejores cuentos
de las tradiciones espirituales de oriente
Recopilación de Ramiro Calle y Sebastián Vázquez
Fotografía tomada de internet
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