jueves, 18 de marzo de 2021

CARENCÍAS


 

«DIENTES DE LEÓN»


Un hombre que se sentía orgullosísimo del césped de su jardín se encontró un buen día con que en dicho césped crecía una gran cantidad de «dientes de león». Y aunque trató por todos los medios de librarse de ellos, no pudo impedir que se convirtieran en una auténtica plaga.

Al fin escribió al ministerio de Agricultura, refiriendo todos los intentos que había hecho, y concluía la carta preguntando: «¿Qué puedo hacer?». Al poco tiempo llegó la respuesta: «Le sugerimos que aprenda a amarlos».

También yo tenía un césped del que estaba muy orgulloso, y también sufrí una plaga de «dientes de león» que traté de combatir con todos los medios a mi alcance. De modo que el aprender a amarlos no fue nada fácil.

Comencé por hablarles todos los días cordial y amistosamente. Pero ellos sólo respondían con su hosco silencio. Aún les dolía la batalla que había librado contra ellos. Probablemente rece­laban de mis motivos.

Pero no tuve que aguardar mucho tiempo a que volvieran a sonreír y a recuperar su sosiego. Incluso respondían ya a lo que yo les decía. Pronto fuimos amigos.

Por supuesto que mi césped quedó arruinado, pero ¡qué delicioso se hizo mi jardín...!

***

Poco a poco iba quedándose ciego, a pesar de que trató de evitarlo por todos los medios. Y cuando las medicinas ya no surtían efecto, tuvo que combatir con todas sus emociones. Yo mismo necesitaba armarme de valor para decirle: «Te sugiero que aprendas a amar tu ceguera».

Fue una verdadera lucha. Al principio se resistía a trabar contacto con ella, a decirle una sola palabra. Y cuando, al fin, consiguió hablar con su ceguera, sus palabras eran de enfado y amargura. Pero siguió hablando y, poco a poco, las palabras fueron haciéndose palabras de resignación; de tolerancia y de aceptación.... hasta que un día, para su sorpresa, se hicieron palabras de sim­patía... y de amor. Había llegado el momento en que fue capaz de rodear con su brazo a su ceguera y decirle: «Te amo». Y aquel día le vi sonreír de nuevo. Y ¡qué sonrisa tan dulce... !

Naturalmente que había perdido la vista para siempre. Pero ¡qué bello se hizo su rostro...! Mucho más bello que antes de que le sobreviniera la ceguera.



Del libro:
Anthony de Mello
El Canto del Pájaro
Fotografía tomada del internet

martes, 16 de marzo de 2021

¿QUÉS ES PEOR?


 

UNA BREVE MEDITACIÓN PARA EL DOLOR Y EL DESCOMFORT


En lugar de pensar en tu dolor o molestia en este momento (y cómo deshacerse de él), ¿puedes cerrar los ojos y experimentar directamente tu dolor o molestia en el cuerpo? ¿Puedes salir de la narrativa del pasado y el futuro, tus historias sobre lo que sucederá, tu búsqueda de 'soluciones' y atender lo que está sucediendo en este momento ¿Dónde está?

¿Hay tensión en el cuello, tensión en los hombros? ¿Notas una presión en la cabeza, una sensación agitada y sin fundamento en el estómago? ¿El área del corazón se siente contraída, cerrada, atada? Traiga una conciencia curiosa, abierta y receptiva a las sensaciones que denominas "dolor" o "incomodidad". Sin tratar de deshacerse de las sensaciones, o cambiarlas, o incluso curarlas, dales un permiso profundo para estar aquí ahora; darles espacio, espacio. No pienses en las sensaciones, solo mira, escucha, observa, observa, permite. ¿Están las sensaciones revoloteando, temblando, pulsando, palpitando? ¿Se sienten puntiagudas, suaves, afiladas, doloridas, crudas, irregulares, redondas? ¿Se mueven, rápido o lento? ¿Tienen un centro, un límite, un núcleo, algún lugar donde terminan o comienzan? ¿Son calientes, cálidos, fríos? ¿Qué tan profundo en el cuerpo van las sensaciones? Invita tu aliento ahora a las sensaciones; infundir y bendecirlos con oxígeno. Respirar en un área de ternura, dolor o dolor es un acto tremendamente amoroso. Empapa las sensaciones con tu suave aliento, en este momento, el único momento que hay. Di a las sensaciones: "Puedes estar aquí, ahora".

En lugar de tratar de arreglar u borrar tu dolor o incomodidad en este momento, ¿puedes traerle una curiosidad amorosa, una sensación de bienvenida amable? Quizás tu dolor o incomodidad es solo un lugar dentro de que ha estado anhelando amor, empatía, permiso, aceptación. Intente incluso dejar caer las palabras 'dolor' e 'incomodidad' porque incluso esas son solo juicios, ideas y atienden directamente las sensaciones crudas, vivas y siempre cambiantes en el cuerpo vivo. No esperes que se vayan; permíteles quedarse si quieren. Permítales moverse, volverse más intenso, o menos, o disiparse o expandirse. (…)
Felicitaciones, estás inmerso en meditación ahora, sin ningún esfuerzo. Ya no estás luchando contra la vida, ya no estás buscando una "solución", porque estás atendiendo a una experiencia cruda, manteniéndote cerca de la vida mientras revolotea, pulsa, se intensifica, se relaja. E incluso si notas una sensación de lucha en ti mismo, tampoco hay necesidad de luchar contra la lucha. Bendice incluso la lucha, permite incluso la lucha, porque también es la vida. Incluso la parte de ti que quiere ser libre, es libre de ser y amada por el Corazón.

¿Qué es peor, tu incomodidad o tu agotadora lucha contra ella? ¿Puedes recibir el momento exactamente como es, en lugar de ir a la guerra? ¿Puedes dejar de lado todas las ideas sobre cómo debería ser este momento?

- Jeff Foster-

lunes, 15 de marzo de 2021

¡ERES ASÍ DE IMPORTANTE!


SOBRE LAS TENDENCIAS MENTALES


 

COMPARACIÓN Y POSESIÓN


OTRO PODER DE LA MENTE es el de vivir la experiencia y clasificarla, 
ubicándola en la categoría correcta. Lo que puede verse, clasificarse y categorizarse está dentro del reino de la mente. Algunas cosas son feas, otras hermosas; algunas cosas son buenas, otras malas..., pero tú no eres nada de eso. No puede ver quién eres. Sin embargo, puedes experimentarlo directamente, y siempre estás haciéndolo.

Como estamos enamorados de esta función clasificadora de la mente, pasamos por alto esta experiencia continua de lo que no puede ser visto y que es exactamente igual en todos, independientemente del género, de la raza, de la cultura, de la clase, del sistema nervioso, del intelecto o de la sofisticación. Está más cerca que cualquier concepto de iluminación o cualquier concepto de ignorancia.

Si dejas de alimentar por un momento la tendencia de la mente a comparar y a polarizarse, sobrevendrá la risa. ¡Qué su-gerente risa! «Tenía pelo y estaba intentando ser calvo. Tenía los ojos marrones y quería tenerlos azules. Era occidental y creía que debía ser oriental. Era mujer y creía que tenía que ser hombre.» Esto no son más que ejemplos burdos. La cosa llega a ser muy, muy sutil. En la práctica mental de clasificar, comparar y polarizar, pasamos por alto trágicamente la igualdad del yo uno. Los poderes mentales se enfocan principalmente en poseer.

Aprender es poseer conocimiento mental. El aprendizaje es un proceso imponente y maravilloso que exige activar la función poseyente de la mente. Este poder produce las grandes obras de arte, los grandes descubrimientos científicos y la capacidad de diseñar y construir una casa, una prenda de ropa o una comida. Pero lo que la mente no puede alcanzar, lo que no puede poseer, es la fuente de su propio poder.

Una vez que la atención de la vida individual da un giro misterioso y sagrado hacia su fuente, hacia la reunión con Dios, el reino de la mente no sirve de nada. Como estamos tan enamorados de los poderes mentales, es posible que tardemos muchas vidas en descubrir esta verdad. No queremos creer que hay lugares donde nuestras mentes no pueden ir. Ni siquiera queremos oír que para llegar a la verdad absoluta de nuestra existencia es posible que tengamos que abandonarlo todo.

No podemos poseer la verdad; eso sería una idea mental. Pero la verdad puede reivindicar su posesión, que somos nosotros, cada alma, cada ser.

Cuando hablo de «detener» o de «acabar la búsqueda», simplemente apunto a nuestra tendencia habitual de intentar conseguir algo, que es lo que hemos aprendido a hacer mediante las herramientas mentales, los poderes del pensamiento, la proyección, la imaginación, la discriminación o el ocultamiento. Pero, en un instante de simple ser —sin ser nadie, sin ser nada, sin hacer las cosas bien, sin perder, sin nombrar y sin conocer—, el despertar está presente. Lo cierto es que cada persona tiene momentos así cada día, pero los pasamos por alto porque estamos encantados con los poderes mentales. La mente no está presente en ninguno de estos momentos puros y perfectos. Pero a continuación vuelve a surgir, y seguimos adelante con nuestro trabajo, con nuestras definiciones, y con nuestras ideas de quién nos ha hecho mal, de lo que necesitamos o de lo que tenemos que conocer.

Para lograr la verdadera libertad, tenemos que abandonar el encantamiento mental, y para poder cortar con la mente, antes tenemos que verla. Cada uno de nosotros necesita investigar y después decir la verdad. Al decir la verdad, exponemos y amansamos la mente. Si mentimos, la mente sigue en el poder. Cuando amansamos la mente, se revela una gran felicidad.

Entonces las capacidades intelectuales y creativas de cada individuo, las experiencias de vida individuales, pueden usarse gozosamente al servicio de la verdad.

La invitación a descubrir el amor, la verdad, la iluminación, la libertad o a ti mismo revela la verdad despiadada de que la mente no puede dártelos.

Todo lo que es verdaderamente puro y libre es incognoscible. Aquí es donde la mente se torna humilde. Esta es la comprensión básica que la mente puede entender. Este es el tránsito mental hacia la rendición. Como has llegado a saber muchas cosas, tienes la esperanza de que si trabajas duro, tendrás éxito. Pero la realización de la verdadera libertad es lo opuesto de trabajar duro mentalmente. Necesitas perseverancia para renunciar a la esperanza de que la mente pueda darte la libertad; renuncia a la esperanza de que la mente pueda darte el corazón, que es amor; renuncia a la esperanza de que la mente pueda darte la iluminación, que es verdad.

En ese reconocimiento, la rendición puede llegar de manera natural.



Extracto del libro:
El Diamante en tu bolsillo: Descubre tu verdadero resplandor
Gangaji
Imágenes tomadas de internet
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